A veces utiliza imágenes religiosas, otras veces se trata de personajes mundialmente conocidos retratados por fotógrafos famosos. Grillo, amplía las imágenes y las interviene con un velo de acuarelas que toman la forma de los jazmines que atiende con esmero en su jardín Ibicenco. El resultado, son retratos que tienen un aura icónica, casi surrealista, una forma de arte pop que, como todo lo que hace este artista argentino, tiene un sello inconfundible.
Víctor Hugo –Grillo– Demo, cuenta que lo de los jazmines surgió casi sin querer, que un día encontró una imagen barroca del niño Jesús y pintó encima unos jazmines (era verano, el jardín estaba colmado de flores blancas) y así empezó todo. Fue David Gill, el galerista londinense, quien le pidió que reprodujera la imagen en gran formato y entonces surgió la famosa serie de los tres niños Jesús que fue adquirida por Madonna en la galería de Gill, en Londres. Después llegaron Naomi Campbell, Kate Moss , Elle Macpherson, Margherita Missoni y la obra de Grillo se volvió imprescindible entre las celebridades.
Para entonces Grillo ya vivía intermitentemente en Ibiza y su estilo se definía después de una intensa búsqueda que incluía años de viaje entre Nueva York, Londres y Milán. "Me fui de Argentina cuando era muy joven. Mi ciudad natal –Rafaela, en la provincia argentina de Santa Fe– y después la ciudad de Rosario, a donde me había mudado para estudiar arquitectura, me quedaban chicas. Necesitaba descubrir el mundo con mis propias alas, así que decidí visitar a mis amigos en Europa y Estados Unidos", cuenta, y agrega que en Nueva York fue donde entendió que lo suyo iba por el lado de la pintura. Allí empezó a pintar los interiores en acuarela que el artista Julian Schnabel presentó a la directora de arte de la revista Interview. El resultado fueron 10 años ininterrumpidos pintando estudios de grandes artistas como Jeff koons, Louise Bourgeois, Francesco Clemente, entre otros.
"Las acuarelas de Grillo Demo son mágicas. Sus interiores van a la esencia de estos espacios intensamente personales y capturan los sentimientos", resumió la entonces editora de la revista, Ingrid Sischy, sobre el trabajo de Grillo que luego formó parte de una exhibición de culto. "Sin embargo, si lo que uno quiere es entender plenamente su vocabulario artístico es obligatoria una visita a su casa en Ibiza", escribió el fotógrafo de moda peruano Mario Testino, en el catálogo de la muestra.
"Conocer Ibiza fue un antes y un después. Llegué a fines de los 70 y en ese momento supe que era el lugar en donde quería vivir. Entonces era una mezcla de campo con mar y gente creativa con la que pasábamos largas noches bailando en hermosos jardines. Esas eran las discotecas de entonces, el espíritu de la isla", cuenta. Con el tiempo encontró su casa y de a poco se fue quedando, "inventándose una vida" (como le gusta decir a él), que tomó la forma de su obra.
Obra y vida de Grillo Demo se complementan. Exuberantes, coloridas, llenas de recuerdos, melodías, libros y personajes interesantes, pero sobre todo de jazmines. Fueron los jazmines los que lo llevaron no solo a recuperar los símbolos religiosos que utiliza en su obra, sino también por la senda de la joyería, en una colección que ideó junto a la diseñadora Carolina Herrera.
"Mi trabajo, mi casa y mi jardín son parte del mismo proceso", dirá Grillo, "vivo y trabajo en el mismo espacio, no decoro nada. Simplemente creo las mismas atmósferas en mis obras, en mi casa, en mi vida". Y ante la pregunta responde que sí, que se considera un romántico y que hay cierta nostalgia implícita en todo lo que hace. "Me gusta atesorar recuerdos".
La decisión de quedarse en la más glamorosa de las islas Baleares no fue casual. Y es que Grillo, además de un amante de la naturaleza, es también un ser particularmente sociable. En Ibiza tiene eso que ningún otro lugar del mundo tiene: "Cada temporada llegan muchas de las personas que fui conociendo en las ciudades en donde viví. Es un lugar cosmopolita que a la vez me da la posibilidad de vivir como quiero: lejos del ruido, cuidando de mi jardín, ocupándome de mis pinturas".
Cada verano, Grillo recibe a sus amigos en esta casa bautizada Villa Favorita. Ama hacerlo, rodearse de gente con la que comparte el gusto por el arte, la creatividad. Le gusta ofrecerles la belleza de su entorno. Al respecto, dice que "contrariamente a lo que mucha gente cree, no todos mis amigos son millonarios o celebridades por el hecho de que algunos de ellos sean coleccionistas de mi obra. Tuve la suerte de conocer gente muy importante en lo suyo, artistas de renombre como Julian Schnabel o Mario Testino que se convirtieron en mis amigos, pero a mí no me importa si alguien es famoso o no". En cambio, Grillo hace hincapié en lo que realmente importa: "compartir una buena comida, conversar a la luz de las velas, disfrutar". Le brillan los ojos y Grillo deja entrever que lo que ofrece su casa, vale mucho más que todo el oro del mundo: "El gusto por las cosas simples. Un lujo que no se puede comprar".
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Ideas que inspiran. Imágenes, recuerdos y pequeños placeres de un artista potente que disfruta las cosas más simples.
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