Vivir actual
Un hombre que vive solo la mayor parte del tiempo, pero cada tanto se le llena la casa de gente. Para congeniar las dos realidades eligió esta casa clásica de estilo francés de 1950, de elegancia pura, pero tuvo que hacer una llamada para adecuarla a la vida de su 2018. Al otro lado del teléfono le contestaron Catalina Pacheco y Tomás Folch, arquitectos que reformularon la espacialidad del lugar manteniendo sus raíces.
Este es el caso: un hombre que vive solo la mayor parte del tiempo, que le gusta mucho la arquitectura –aunque su trabajo no se vincula con ella–, que viaja bastante y que cada dos meses recibe a 10 o 20 personas en su casa –sus hijos y pololos de sus hijos–. Necesitaba, entonces, una casa grande, de buena arquitectura, pero que no se sintiera solo viviendo en ella, y que también le sirviera para armar comidas y reuniones con sus amigos. Contactó entonces a la arquitecta con máster en diseño Catalina Pacheco y su socio en este proyecto, Tomás Folch, quienes, además de ayudarle en la búsqueda de la propiedad, optaron, cómo no, por mantener la prestancia de las cornisas, de las alturas interiores; de las molduras, del parqué, de la bella casa de estilo francés de 1950, pero siempre considerando que ya no vivimos en esa época y que el vivir actual de su dueño prima. Por lo tanto, ¡comenzaron las remodelaciones al interior!
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Vamos con todo
El programa inicial de la casa tenía dos pisos más una mansarda. "La mansarda, a nuestro juicio arquitectónico, sobraba. Esta casa había tenido una remodelación anterior con esta mansarda, pero no la considerábamos muy atractiva ni acertada. En la mansarda había dos piezas, superestrechas, con techos muy inclinados y con una muy mala ventilación", explica Catalina. Así las cosas, el dueño de casa quería que su dormitorio estuviera en la mansarda. "Decidimos entonces volar todo el tercer piso, dejamos solamente la losa, lo que hicimos fue cambiar el ángulo de inclinación y con eso ganar un poco más de espacialidad y hacer un solo espacio. Abrimos todo un lado de la casa en la mansarda, y abrimos todo un ventanal hacia el oriente donde se ve toda la cordillera. Con esto ganamos luminosidad extrema", añade la arquitecta.
El segundo piso es para los hijos: "Lo adaptamos, hicimos dos baños, uno para hombres y otro para mujeres, y creamos una pequeña salita. Además construimos los muebles en obra (las camas) para que durmieran".
Primer piso: aquí se encuentran todo lo público –living, comedor, cocina– y el quincho, gran protagonista de esta remodelación. "Este está conectado a la cocina, y era una petición muy importante. Aquí antes había un área de servicios con logia, baño de servicios y patio de colgar. Lo eliminamos y en vez hicimos un gran quincho, abierto y con ventanal hacia el jardín, además de calefaccionado. Se usa en invierno, y de algún modo es el comedor de la casa", termina Catalina. catalina.pacheco@gmail.com / tomas@paur.cl
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