Yo sopeo, tú sopeas
Sábado 28 de julio de 2018, edición N° 794
Nosotros sopeamos. Estamos en el preciso momento en que la sopa pasa a ser un verbo, pone la acción, moviliza y reúne. Alegra y calienta también. Tal como deben estar los peruanos (allá, acá y del globo) celebrando sus fiestas patrias, fecha deliciosa cuando la comida es vital y cuando espero, con estos pocos grados, que la parihuela o el sudado sean la torta de cumpleaños. Ambas marinas, una mucho más sopa que la otra. Enjundiosas a decir basta. ¿Dónde? Rinconcito Paramonguino, de La Vega; Mendos, de Seminario con Rancagua, y el Cántaro de Oro, en Independencia. Mi querido Perú tiene un repertorio sopístico excelente que incluye chupes (no como los nuestros) y varias que se apellidan por su alimento (de pollo, carne, trigo, etc.). Es cosa de querer calor para partir, uniéndose al festejo de todas maneras. Y bueno, si quiere con el sour en la mano, tanto mejor.
¿Y modo nacional? Me mata el caldo de tronco del Cyro's, que abrió este año en Isidora Goyenechea, nada menos que un concentrado del jugo de sus carnes (especializados por sus sanguchones de pierna de chancho), vino, ají, cerdo y pavo. La bomba, lo sirven con un huevo –por si lo encontró poco- y bien caliente. Hermoso. También está el del Bar Nacional caldo de gallo, con carnecita picada y huevo, nivel de enjundia 12 (de 10), rápido y repartido por el centro de Santiago. Siempre la cazuela del Venecia (Bellavista) y el Liguria.
¿Y la espontánea de la casa? Puede ser por la influencia ramenera que hay. Pero por favor prueben esto: el caldo de pollo más rico que hagan, después echan jengibre en julianas, salsa de soya, alguna pasta picante que les guste. Después un puñado de pasta y un minuto antes de sacarla, repollo y zanahoria rallada. Barata y rica. Llenadora y calentita. Ustedes, por favor, sopeen. @raqueltelias
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