El año 2016 fue sin duda el más importante para la carrera de dos ya veteranos luchadores: AJ Styles y Shinsuke Nakamura. El primero, un pródigo acróbata proveniente del mundo de la lucha independiente cuyo talento fue descubierto y explotado por TNA, la compañía que alguna vez soñara con competir codo a codo con el gigante en el que se había convertido la WWE. El segundo, una de las grandes estrellas de New Japan Pro Wrestling, la promoción de lucha japonesa que en los últimos años solo se ha encargado de potenciar a los mejores luchadores del planeta.
En ese entonces, Styles era el líder el Bullet Club, la agrupación ruda de luchadores extranjeros que respresentaba la agresividad del luchador occidental, frente al honor del luchador japonés. Nakamura, por su parte, había cultivado un estilo de lucha sorprendentemente americanizado, el Strong Style, con menos acrobacias y más golpes duros, de esos que te hacen dudar si realmente dolió, si la lucha sigue siendo tan falsa como aprendiste.
Styles y Nakamura se enfrentaron por primera vez en ese año, como una de las atracciones principales de Wrestle Kingdom 10, el equivalente a Wrestlemania, pero en Japón. En ese entonces Nakamura era el Campeón Intercontinental de la categoría, título que Styles ya había ostentado, pero que por primera vez enfrentaba a estas dos grandes estrellas, producto de una lesión en la espalda de Styles.
Pero había algo más detrás de ese match. Aunque nadie quería reconocerlo, el Styles vs. Nakamura de Wrestle Kingdom 10 era una despedida de ambos luchadores, que emigrarían de la promoción japonesa a las grandes ligas, y grandes cheques de la WWE. Era un secreto a voces, pero pasado a demasiada gente. Quizás por eso es que ambos luchadores dieron lo mejor de ellos en lo que sería, su primera y última lucha en el prestigioso Tokyo Dome.
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20 días después de este match, que ganó el japonés, AJ Styles aparecía en el número 3 del Royal Rumble de la WWE, en la entrada más sorpresiva y explosiva que ha tenido la batalla real en los últimos años. Styles entraba por la puerta ancha, directamente al roster principal y entrando, de lleno, en la escena por los títulos de la empresa. Un mes después de su debut en Royal Rumble, Nakamura firmaba por NXT, la división de desarrollo de WWE. No porque Nakamura necesitara ayuda con su talento, sino que para aclimatarlo al espectáculo estadounidense, enseñarle algo de inglés y definir a su personaje, que finalmente terminó siendo campeón de NXT.
Y desde ese entonces que varios fans de la lucha libre han estado esperando lo inevitable, que la revancha de aquel ya mítico duelo de estrellas se repitiera, ahora frente a millones de espectadores alrededor del mundo.
Este domingo será ese momento, y la verdad es que el contexto en el que se dará esta pelea no podrían ser mejores: esta vez AJ Styles tiene el Campeonato Mundial de la WWE, y se enfrentará a un Nakamura que está en el tope de su popularidad, viniendo de ganar el Royal Rumble y con una de las entradas más coreadas de toda la compañía. Sabemos que probablemente no sea el evento principal de la noche ya que ese puesto debe estar reservado probablemente para Lesnar vs. Reigns, pero si hay una lucha que promete ser un espectáculo por si solo, será la esperada revancha que por más de dos años llevan esperando estos dos grandes talentos que cumplirán su sueño de pasar del Tokyo Dome al Super Dome, luchando por el cinturón más prestigioso de la WWE.
¿Podrá Styles vengarse de la última pelea o Nakamura demostrará que sigue teniendo la paternidad sobre Styles? Gane quien gane, será un sueño cumplido tanto para los fanáticos como para estos dos prodigios del ring.