Era una de las historias más relevantes de Wrestlemania. Tras ganar el primer Royal Rumble femenino, Asuka buscaría sumar su primer título de mujeres retando a ni más ni menos que a Charlotte, la hija de una de las mayores superestrellas de la lucha libre norteamericana y quien se ha hecho de su propio nombre como la mujer más dominante de la WWE.

Pero no solo el oro titular estaría en juego, ya que también sobre la mesa estaría el invicto de la luchadora japonesa, imbatible desde su debut en NXT y que en RAW había barrido con cada rival. Su marca: 914 días sin conocer la derrota.

Quizás por eso la apuesta era fácil: Asuka se impondría como campeona, mantendría su racha y expandiría su historia a la espera de que Ronda Rousey la pusiese a prueba en una lucha de ensueño.

Pero no, Charlotte dijo que no y en 13 minutos de combate logró tres cosas no menores: retener su título de campeona femenina de Smackdown, impedir que Asuka validase su opción ganada en Royal Rumble y cortó con la racha más importante del momento en la WWE.

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No solo eso, Charlotte también lo hizo de una forma no menor: demostrando su talento técnico y haciendo rendir a una rival que parecía una fuerza, hasta ahora, insuperable.

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Y claro, todo sucedió en Nueva Orleans, la misma ciudad en donde también cayó el invicto de The Undertaker.

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