La recepción de Indiana Jones y el Templo de la Perdición, una película en la que corazones se arrancaban del pecho con la mano, fue el principal incitador de la creación de la categoría de clasificación cinematográfica PG-13 en Estados Unidos.

Dicha clasificación fue creada en 1984, por lo que el Blade Runner original, estrenado en 1982, tuvo que ser fichada bajo una categoría R. Si lo vemos hoy, dicha película no es fácilmente encasillable en esa clasificación. Solo las múltiples versiones que instauró Blade Runner agregaron elementos que la hicieron más cercana a esa censura, pero tampoco se caracteriza ni por su violencia, ni su desnudez.

Pero la secuela dirigida por Denis Villeneuve, y escrita por Hampton Fancher, ahora ha sido calificada por la MPAA como una película categoría R por "violencia, algo de sexualidad, desnudez y lenguaje".

En el pasado, el director ya había adelantado que su objetivo era hacer una película en esos márgenes, por lo que tampoco representa una gran sorpresa, sin embargo ratifica que no comprometieron a la película solo para hacerla más accesible a una audiencia mayor. Ese tipo de concesiones es lo que no debería hacer una secuela de un clásico como la película original que es todo un hito para la ciencia ficción.

Sea como sea, por lo que se ha visto, de todas formas la secuela elavará un poco más la violencia respecto al original, que era más un película existencialista que era llevada adelante por un misterio y no por su acción.