Por más de un año, Brock Lesnar se ha mantenido como campeón Universal de la WWE. Debido a su carácter de "atracción especial", cortesía de su fama que rompe las barreras de la lucha libre, la exestrella de la UFC tiene una condición part-time que le ha entregado un jugoso cheque, pocas defensas titulares y una condición de imbatible en los rings en donde hombre vuelan por los aires y las patadas voladoras se multiplican.

Su rival de Summerslam será nuevamente Roman Reigns, el elegido de Vince McMahon, el mismo que ha dominado los eventos principales durante los últimos cuatro años y que ha sido abucheado sin cesar, como reflejo de una reacción negativa de parte de una audiencia apestada con todas las oportunidades entregadas en bandeja. No solo eso, Reigns es el hombre que, supuestamente, debía derrotar a Lesnar en la anterior edición de Wrestlemania. Toda la historia estuvo construida para que eso sucediese. Pero no pasó.

Ambos luchadores se enfrentarán por cuarta ocasión en una pelea 1 a 1. El primer choque se dio en el evento principal de Wrestlemania 31, en 2015, en un combate que solo es recordado por la intervención de Seth Rollins que transformó la pelea en una lucha de triple amenaza. Su segundo combate se concretó en abril, en la pasada edición del evento más importante de la WWE, con una victoria de Lesnar que dejó sorprendidos a todos los que daban por seguro ganador a Reigns. La última vez que se vieron las caras fue en el último evento en el que participó Brock, hace más de tres meses, en el Greatest Royal Rumble de Arabia Saudita. Ahí Reigns perdió de forma accidental luego de atravesar la jaula de acero con el cuerpo de Lesnar.

Todo indica que Reigns sí logrará su objetivo en la próxima edición del gran evento del verano boreal en la WWE. Supuestamente la tercera será la vencida para "el gran perro" de la WWE, al menos en lo que compete a los enfrentamientos contra Lesnar durante este año. No hacerlo sería una marca negra para la carrera del luchador que Vince McMahon ha querido vender como el sucesor de John Cena. La nueva gran cara de la compañía. No obtener la victoria pondría nuevamente en entredicho el "empuje" que ha tenido, impulsando el temor de que solo le estén guardando una victoria en el próximo Wrestlemania.

Un triunfo de Reigns, por otro lado, sería una derrota para toda la audiencia que nunca ha estado conforme con la forma en que la WWE lo ha potenciado. No es que sea un mal luchador, pero nadie ha visto sus victorias como algo ganado sobre el tinglado. Sus logros se han visto como un regalo no merecido y ni siquiera su sucesión de derrotas ante Lesnar han ayudado a cambiar esa impresión hacia el segundo hombre que derrotó a The Undertaker en Wrestlemania.

Por otro lado, el caso de Lesnar no es mejor. Desde que regresó a la WWE, el campeón múltiple solo ha dado un par de luchas de gran nivel como las que entregó durante su primera etapa con la compañía. La reducción de su arsenal de movimientos también aporta su granito de arena a la mala reacción ante su figura, pero su dominio como campeón con apariciones esporádicas es el gran quiebre hacia su figura.

Pero aún cuando Brock Lesnar debiese perder en Summerslam, y toda la historia ha apuntado a ello, también está la posibilidad de que retenga solo porque ya confirmó su regreso a la UFC. El foco mediático que eso implica, y la posibilidad de que extienda su vínculo con la WWE, le entregan una carta para mantener el título aún por más tiempo.

En ese escenario, suceda lo que suceda, ni una victoria de Reigns ni una victoria de Lesnar dejarán contentas al público de la WWE que no es fan acérrimo de ninguno de los dos luchadores. Un triunfo del hombre que saltó a la fama con The Shield solo será la crónica de una victoria anunciada.

Por otro lado, la situación de tener a un campeón mundial que no defiende su título mes a mes influye negativamente en la importancia de un programa de televisión como RAW. El problema es que nadie se sorprendería que alguna de esas dos opciones se concrete.

¿Tiene la WWE alguna vía para evadir ese supuesto callejón sin salida?

Claro que sí. Por un lado, Reigns siempre tendrá la opción de convertirse en villano, instalarse como lo que la industria de la lucha libre denomina como un heel. El problema es que es sumamente improbable que aquello suceda, ya que Vince lo quiere como la cara de la WWE y el nuevo chiche para que los niños tengan un nuevo superhéroe. Aún así, ese "turn", ese giro en la carrera representa la gran carta que podría salvar sus historias en el corto plazo. Y una alianza con Paul Heyman ayudaría a esa misión, especialmente si Lesnar se aleja de la WWE como es probable que suceda.

Sin embargo, la mejor carta sigue siendo Braun Strowman.

El gigante de la WWE es el luchador que genera más apoyo de parte del público y su personaje ha crecido como ningún otro durante el último año. Su gran carta es que posee el maletín de Money in the Bank, lo que permite cobrar una oportunidad titular en cualquier momento. Si la noche termina con Strowman haciendo válida su opción, y levantando finalmente un campeonato mundial, al fin se concretará aquello con lo que Vince McMahon ha estirado excesivamente el chicle.

Esa última es la opción preferida de muchos, pero al mismo tiempo sería un chiste repetido - considerando lo que ya pasó con la intervención de Rollins - y no cerraría la historia entre Lesnar y Reigns. Quizás por eso nos enfrentamos a un escenario que pocos están interesados en ver y en el que se instaló una camino que nos recuerda aquella frase que promocionó el estreno de Alien vs. Predator. Gane quien gane, nosotros perdemos.

Si hay una victoria de Reigns en su actual condición o, peor aún, retiene Lesnar, la que perderá será la audiencia de la WWE. Y por eso el evento principal de Summerslam se instalan como una lucha que pocos quieren ver.