Es uno de los momentos más impactantes en la historia de la lucha libre. Una sorpresa que pilló a medio mundo desprevenido, ya que no eran pocos los que consideraban que The Undertaker nunca perdería el invicto en Wrestlemania.
Pero el día llegó y Vince McMahon decidió que el responsable de cortar la racha fuese la superestrella de más renombre, la que alcanzó la gloria en la UFC y que tenía toda una historia de victorias ante el Enterrador. Obviamente me refiero a la Bestia, Brock Lesnar.
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Aunque ambos rivales se conocían bien, su enfrentamiento en Wrestlemania XXX no estuvo a la altura más allá de la historia que se escribió ese día. Gran parte de ello se debe a que en un momento del combate, The Undertaker sufrió una contusión que mermó su rendimiento en el combate, marcando una notoria diferencia respecto a lo que habían sido las impresionantes performances del hombre muerto durante los seis años anteriores.
Las peleas ante Batista, Edge, Shawn Michaels, Triple H y CM Punk estuvieron en un alto nivel que tenían a los fans acostumbrados a enfrentamientos de alto octanaje. La lucha contra Lesnar, de hecho, había elevado las expectativas por la calidad de ambos rivales. Pero el resultado no fue el mejor.
Con Lesnar en control durante la mayor parte de la pelea, la sucesión sucesión de spots en el combate hacían prever que el resultado final sería el de siempre, con The Undertaker levantando la mano al final. F5, la llave de rendición Hell's Gate, la respuesta con el Kimura Lock. Un segundo F5. German suplexes. La Tombstone que hizo pensar que todo se había acabado.
Pero sucedió lo impensado. El Taker buscó una segunda Tombstone, pero Lesnar se salió para aplicar un tercer F5. Uno. Dos. Tres. La racha terminó en 25 minutos, dejando perplejos a todos los presentes.
Aún recuerdo ese día. Con un grupo de amigos nos reunimos en un bar a ver el evento, en una jornada que comenzó con euforia ante la victoria de Daniel Bryan ante Triple H en el primer combate de la noche. Pero una vez que sonó la campana, no había casi nadie contento. Nadie lo quería creer, todos pensaban que se trataba de un error. Alegatos más, alegatos menos, Lesnar había hecho lo impensado. Por eso fui el único que aplaudió en nuestra mesa, porque habíamos visto algo histórico.
Pero aún así nadie lo esperaba, la gente en el estadio tampoco. Las reacciones de los fan demostraron que nadie lo creía. La música de Lesnar no comenzó de inmediato, lo que potenció aún más la incertidumbre. ¿Hubo un error? ¿Acaso la lucha terminó de la forma en la que no estaba planeado? Lo cierto es que no, todo se había zanjado.
Todo se había consumado, con Lesnar y el gran Paul Heyman celebrando hacia backstage, mientras the Undertaker se tomó su tiempo para volver a ponerse de pie y recibir una ovación de más de 75 mil personas, que reconocían su legado y el fin de una ruta.
La única constante en la WWE, la única certeza en Wrestlemania, ya no lo era. La racha sin precedentes llegó a su fin, cortesía de un rival poderoso destinado a hacer historia en el evento más grande de todos. No fue una gran pelea, pero sin duda es uno de los momentos más inolvidables de la WWE.
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