Yo soy Iron Man. Esas palabras cerraron la historia de la primera película de Marvel Studios, pero también pusieron la guinda de la torta a la definición del personaje que impulsó los principales ejes de la narrativa del universo cinematográfico. El Tony Stark de Robert Donwey Jr. fue el primero, pero al mismo tiempo también fue el que demostró que existía una fórmula para recuperar a personajes que en los cómics históricamente no tuvieron la batuta ni fueron los más populares. Una nueva era se venía y ninguno de los que fue al cine en mayo de 2008 pudo imaginar lo que se vendría a continuación.

El escenario era muy distinto en 2008. De hecho, en Latinoamérica la película de Iron Man se vio una semana antes que en Estados Unidos, por lo que la experiencia durante la primera semana de estreno no contó con la escena post-crédito que posteriormente se transformaría en una marca de fábrica para el estudio. Solo supimos de Samuel L. Jackson y la iniciativa vengadora por lo que se comenzó a comentar posteriormente. Todo era muy distinto en esa época.

Tony Stark, en ese sentido, representa a la perfección el viaje y evolución de la saga. Su arribo fue celebrado, ya que no quedó al debe con nada de lo que prometió en su campaña de marketing, representando una nueva era tras los estrenos de películas Marvel que caracterizaron al comienzo de la década pasada. ¿Cuatro Fantásticos? ¿Spider-Man 3? ¿Ghostrider? Ninguna de esas películas podía volver a ser recordada tras la pirotecnica bien realizada que representó la primera película de Iron Man. Más aún, su espectáculo también iba de la mano de una notable adaptación, que entendía perfectamente cómo establecer a un personaje como el que interpretaba Robert Downey Jr.

Ahí estaban el descaro y desfachatez del millonario con una de las mejores elecciones de casting para una película de superhéroes, pero también con el condimento ideal que representaban los personajes secundarios que pululaban a su alrededor, como la por ese entonces asistente Pepper Potts (Gwyneth Paltrow), y Jim Rhodes, que en aquella primera película fue interpretado por Terrence Howard.

Aquella primera película de Iron Man fue el molde ideal para lo que vendría después, no solo en términos de efectos y estructura de historia, sino que también inclusive en la música popular escogida y los guiños a la mitología del personaje. Uno que comenzamos conociendo como un mercader de la muerte que recorría territorio afgano para lograr un jugoso contrato millonario con el ejército.

Pero el rapto, la creación de su armadura y la ayuda que le prestó un amigo de cautiverio, le abren los ojos para confrontar los objetivos de Obadiah Stane, el segundo al mando de su compañía. La forma en que esos elementos se entrelazaron fue clave para que esta propuesta funcionase.

Al verla por primera vez, la primera película de Iron Man dejaba las ganas de ver más de su aventura, ya que la batalla final se sentía como algo demasiado acotado para toda la curva ascendente que va creando su propuesta. Pero vista con el paso del tiempo, la película ahora luce extremadamente pequeña. Sin embargo, la gran gracia de la primera película de la franquicia radicaba en que los efectos y la pirotecnia no estaban en la primera línea y solo estaban ahí al servicio de la historia, para el efectivo engranaje de su entretenimiento puro, que posteriormente comenzó a ensuciarse un poco por las exigencias de crossover.

Genio, millonario, playboy y filántropo

Ninguna otra película de Marvel Studios sufrió más problemas por los forceps del crossover que Iron Man 2, una película que comenzó a expandir el universo cinematográfico, dándole más foco al Nick Fury de Samuel L. Jackson, la presentación de la Viuda Negra de Scarlett Johansson y todo el S.H.I.E.L.D. que en la primera película daba pie a un gran chiste ñoño sobre sus siglas. Pero la segunda película de la saga de Stark no estuvo bien cocinada, dando pie una secuela desigual, marcada por un vuelo de inconsistencias que al menos era opacado por el carisma de Robert Downey Jr.

Iron Man 2 fue una película mucho más ambiciosa, pero también fue una que fue agobiada por la responsabilidad de sembrar semillas de otras películas que aún no se estrenaban. Por un lado, el aspecto técnico dio un salto respecto a la primera entrega, pero su historia quedó en un punto medio de insatisfacción contenida.

De hecho, la secuela nos presenta cómo el mundo reacciona frente a un playboy transformado en hombre de hierro que "privatiza la paz mundial", con un Tony que inevitablemente se ve acorralado por un gobierno sediento de controlar su tecnología y por los competidores que tratan de igualar sus logros sin resultados. Pero el hombre tras la máquina prefiere disfrutar de la extrema alimentación de su ego infinito y eso es lo que más funciona en la secuela.  Pero también está el hecho de los villanos de la secuela no están bien desarrollados y la historia no logra cuajar, ni siquiera teniendo de su lado una pelea de un Tony fiestero y un War Machine que al fin tuvo su próxima vez, baby.

Quizás lo más relevante de Iron Man 2 radica en el hecho de que esta fue la película que constató los problemas que dejaba el relato seriado. La preocupación por generar las semillas de los próximos proyectos de Marvel Studios, mermó en esta película a las líneas de argumento de los personajes de su propia historia, dejando en el aire un sentimiento de un constante continuará. Los múltiples personajes opacados, sin mayor desarrollo o de lleno desaprovechados, entregaban la señal de que lo que debía primar era la propia historia y no el crossover general. Cuando eso no ha pasado, nuevamente hemos tenido un Iron Man 2.

Con el estreno de The Avengers, llegó una película en donde Tony Stark debió demostrar qué no solo era un genio, millonario, playboy y filántropo debajo de la armadura. También  comenzó a instalarse su preocupación cósmica tras haber visto, al otro lado del agujero, a las fuerzas de Thanos. Pero quizás lo más importante de la entretenida primera película-evento de Marvel Studios radicó en el hecho de que la personalidad de Tony Stark creaba un atractivo contraste con el resto de sus compañeros vengadores.

Por un lado, Stark siempre fue un factor impredecible para Nick Fury, pero también era mucho más predecible que un gigante verde que siempre está malhumorado o un Dios de Asgard. El rol de Stark en Los Vengadores siempre estuvo de la mano de su condición de benefactor, pero también en su instinto de instalarse como la punta de la lanza. Siempre a la delantera, siempre sobrevolando para ser el primer misil que se dispara. Por eso es importante el quiebre que representa su decisión de sacrificio en la primera película de Los Vengadores, ya que Tony demuestra ser el héroe que hasta ese punto no había logrado demostrar.

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Iron Man 3, en ese sentido, se instaló como una extensión temática que buscó seguir explorando si Tony podía ser más sin la ayuda de las armaduras. Aunque esa película es muy cuestionada por todos aquellos que al día de hoy siguen llorando por lo que se hizo con "El Mandarín", Shane Black logró imprimir más acción física, potenció a los personajes secundarios, un tema que quedó al debe en la segunda parte, agregando un entorno en el que Stark sufre severos ataques de ansiedad e inseguridad tras los sucesos que vivió en Nueva York durante el ataque extraterrestre comandado por Loki.

Por un lado, Iron Man 3 logró consolidar este lado del universo cohesionado, dejando actuar en solitario a Stark sin la necesidad de las amarras de la organización S.H.I.E.L.D., pero también logró demostrar que un director podía plasmar su visión en una película que a esas alturas parecían destinadas a responder más a las exigencias que solicitaban desde la oficina de Kevin Feige. Sin embargo, y aquí radicó la gran gracia de todas las películas que fueron parte de la denominada fase 2, Marvel Studios también logró establecer la necesidad de ver estos eventos episódicos anuales que dan cuenta de lo que sucede en distintas áreas de su universo cinematográfico.

La tercera película de Iron Man 3 presentó a un Iron Man desbocado, con tantas armaduras como fuese posible, pero las terminaron destruyendo todas para establecer la idea de que el gran poder de Tony es que siempre podrá crear más. Obvio, el cierre de su historia ya no tiene mucho sentido, ya que tantearon continuamente la idea de un retiro que nunca llegó, pero la última película individual del personaje logró cerrar el arco de crecimiento de un héroe que de todas formas aún tenía que seguir rindiendo cuentas.

Rumbo a Endgame

Al ser el protagonista de la primera película de Marvel Studios, Tony Stark innegablemente ha estado relacionado a la historia completa de los principales sucesos relacionados a lo que será la batalla final contra Thanos. Pero aunque fue el primero que escuchó de la iniciativa de Los Vengadores, y batalló contra la primera invasión, sus propias culpas también tienen mucho que aportar al relato de la saga.

Avengers: Age of Ultron, una película que no funcionó del todo, estableció los peligros del legado de Stark como creador, dando pie a una inteligencia artificial asesina que llega a la conclusión que la única forma de salvar al mundo es destruyendo a la humanidad.  La película, en la que tuvo completo protagonismo una de las gemas del infinito, recuperó los vicios de los preparativos del futuro colectivo de su universo y que puede llegar a afectar lo individual de cada película.

Pero los vicios de esa "película puente" no empañaron la idea de que una película de superhéroes funciona mejor cuando hace que sus personajes interactúen, se saquen partido a las jugarretas entre si y dejen en claro que forman parte de un equipo. Y ahí desde donde surge su conflicto, ya que Avengers: Age of Ultron potenció por primera vez las diferencias en la visión de mundo entre Tony Stark y Steve Rogers.

Mientras Iron Man en este punto sigue traumado por su experiencia durante la Batalla de Nueva York, y cree que el grupo debe terminar, dejando antes todo preparado para la próxima invasión, el Capitán América está seguro que están en este mundo para hacer las cosas que otros no pueden. Que tienen los medios para usar sus habilidades para el bien y el retiro no es una opción. El Tony Stark de esta película es una evolución de lo que ya venía sintiendo en Iron Man 3, siempre al borde del retiro. Pero el error de Ultron, los costos de su creación y el respeto hacia Capitán América, terminan motivando a que Stark crea en la necesidad de que existan Los Vengadores.

Capitan América: Guerra Civil, en esa línea, sigue avanzando en esa idea, pero con un Tony que se ve afectado directamente por una revelación del pasado que lo impulsa a chocar directamente con Steve Rogers. Hasta este punto, Tony logra forjar una amistad basada en el respeto y la admiración por el Capitán, pero el factor de Bucky subvierte las expectativas provocando que ambos héroes terminen colisionando en una batalla que termina destruyendo todo lo que se había construido hasta ese punto.

En su sexta aparición cinematográfica, el sentimiento de traición termina impulsando a Tony Stark para mantenerse activo, pero casi solo, en lo que termina quedando de Los Vengadores una vez que se concreta su batalla final contra Rogers y Bucky. Muchos de los ejes temáticos de Tony, especialmente en lo que concierne a su estado solitario, confluyen directamente con lo que se gesta en su último encuentro con Steve. Y eso también explica lo que termina gestándose una vez que da con Spider-Man.

En Spider-Man: Homecoming, Stark encuentra a un pupilo, inexperto y todo lo que quieran, pero que responde a lo que el propio héroe viene buscando desde Age of Ultron. Aunque su hijo artificial malvado buscó destruir al mundo, en Peter Parker, el multimillonario encuentra a alguien que representa los ideales que olvidaron con la creación del súper grupo, y los problemas que se gestaron hacia el ciudadano común precisamente durante la destrucción de Sokovia. Por eso funciona tanto la versión cinematográfica de la relación entre ambos personajes.

Todo lo anterior se funde a la hora de recordar lo que sucedió en definitiva en Avengers: Infinity War, una película en la que Tony aún no está preparado para crear los puentes con Steve Rogers, pero que lleva al siguiente nivel toda la relación y sentimiento de responsabilidad que siente Stark hacia Spider-Man. Al mismo tiempo, y aunque solo es a pinceladas, la película también establece que Tony está listo para dar el próximo paso con Pepper Potts.

Ese personaje, que fue clave en las películas individuales del héroe, se convirtió en el mayor tema que Tony no ha cerrado en su vida. Ni siquiera la relación con su fallecido padre es tan relevante, ya que Pepper representó desde el comienzo de la saga el cable a tierra de Stark. En Civil War establecen que la relación de ambos, que supuestamente había quedado fortalecida con los sucesos de Iron Man 3, estaba en un mal momento. Pero Spider-Man: Homecoming la recuperó a última hora para entregar la promesa mayor y establecer la mayor deuda pendiente que le queda a Tony de cara a Endgame. Como buena historia inspirada por Marvel Comics, a esto le falta una boda.

Pero hay mucha tela que cortar aún. Tony aún tiene que volver a La Tierra, reconstruir su relación con Steve y reunirse a Los Vengadores originales para afrontar la última esperanza. Una que le permita deshacer todo lo que hizo Thanos. De hecho, uno de los momentos clave de Infinity War tiene relación con lo que lleva a cabo Doctor Strange: existe un solo escenario para ganarle a Tahnos y para que este se lleve a cabo es necesaria la presencia de Stark.

Más aún, la ruta del héroe, desde la primera película de Iron Man, hasta lo que será su última aparición cinematográfica, ha establecido que Iron Man es mucho más que un tipo con una armadura.  Sus recursos, su ciencia, pero también su corazón de héroe lo ratifican como una de las grandes claves de cara a la resolución que está por concretarse.

Su primer enfrentamiento contra Thanos, en el que demostró su hidalguía y le hizo ganarse el respeto del titán loco, fue el corolario para todo el desarrollo que ha tenido el personaje que estuvo ahí desde el principio y que, debido al éxito que representó su adaptación, también tuvo todo el foco y espacio para conseguirlo. Una vez que termine Avengers: Endgame, llegará la hora de despedir a uno de los personajes más potentes de Marvel Studios y no será fácil llenar ese vacío.

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Avengers: Endgame llegará a los cines el 25 de abril, con funciones de medianoche incluidas.