¿Por qué odiamos tanto a la Comic Sans?

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La utilización de la popular fuente de texto en un monumento nacional volvió a despertar la ira contra una de las invenciones más divisivas del Word.


Fue el tema del día. Un monumento al ex presidente de la República, don Pedro Aguirre Cerda fue una de las conversaciones más grandes en redes sociales, no por la calidad de la obra, sino que porque se descubrió que sus creadores decidieron escribir la placa conmemorativa de la estatua con una de las fuentes más odiadas de todo internet: la Comic Sans.

https://twitter.com/arturosbx/status/1014227649051484161

El monumento, perteneciente a la Plaza de la Cosntitución, lugar donde los ex mandatarios tienen sus estatuas, fue inaugurado recientemente y obviamente este detalle no se escapó de las manos de los twitteros, quienes incluso llegaron a hablar de un complot en contra de la figura del Radical cuyo lema era Gobernar es Educar.

Pero ¿se justifica realmente el odio hacia la Comic Sans? Para ello, es necesario remontarse a su origen. La Comic Sans nació en el año 1994 de la mano de Vincent Connare, quien hizo a la popular letra con un motivo muy preciso. Para ese entonces, Microsoft estaba trabajando en un sistema llamado Microsoft Bob, una especie de skin para Windows que funcionaría de manera mucho más visual y fácil para los usuarios.

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Uno de los elementos de Microsoft Bob era un perro llamado Rover, el cual hablaba con burbujas de diálogo, las mismas que después veríamos en los ayudantes de Office. Estas burbujas en un comienzo estaban escritas en Times New Roman, lo que no se veía muy amable, por lo que a Vincent se le encargó hacer una tipografía más parecida a la de los comics, más redondeada y menos rígida. De allí su nombre: Comic Sans.

Y a pesar de que la fuente fue hecha solo para este programa, Windows decidió incluirla en su nueva versión del año 95 y de allí todo cambió. Se volvió masiva y la mayoría de la gente, en especial los niños, comenzó a usarla para todo tipo de documentos. Y no había nada de malo, era una letra amable y divertida, hecha precisamente para comentarios humorísticos e historietas.

El problema es que ni Connare ni nadie en Microsoft pudieron prever que luego esta fuente se utilizaría en todos lados: oficinas, trabajos escolares, avisos en el diario e incluso, como ya vimos, monumentos nacionales.

Y eso es precisamente lo que hace que la Comic Sans sea tan odiada: la mayoría se acostumbró a usarla en contextos en donde simplemente no funciona.

El sitio Comic Sans Criminal explica de manera muy clara el por qué de este odio y da a conocer los tres únicos momentos en los que deberías usar la Comic Sans: si estás escribiendo para menores de 11 años, si estás diseñando un comic o si tu audiencia es disléxica, ya que es una de las fuentes que es fácil de leer para ellos. Cualquier otro momento está fuera del alcance con el que la fuente fue diseñada y es por eso que nos choca tanto verla en un aviso de compra-venta, en un blog, un trabajo universitario y un monumento a un ex presidente.

Simplemente no es su contexto.

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