En 2010, Blockbuster entró en un proceso de quiebra que paulatinamente eliminó a casi todos sus locales en el mundo. Como la compañía desestimó transformarse en un servicio de streaming, imposibilitado de competir con Netflix, una serie de malas decisiones gatillaron su casi completa eliminación. Todo esto pese a que en algún punto llegó a contar con más de 9 mil tiendas alrededor del mundo.
De hecho, en enero de este este, el sitio oficial de la compañía listaba la existencia de nueve tiendas de Blockbusters que seguían prestando su servicio de arriendo, incluyendo seis en el estado de Alaska, dos en Oregon y una en Texas. Pero durante el primer semestre del año se cerraron seis y ahora se han dado a conocer que las últimas dos tiendas en Alaska también cerrarán sus puertas.
La medida no pasó inadvertida. John Oliver, a través de su late show, intentó en abril pasado prestar ayuda a las tiendas de Alaska, enviándoles algunos objetos que pertenecieron a la colección de Russell Crowe y que el actor subastó por su divorcio.
Aunque esa acción se viralizó a través de Internet, los intentos no fueron suficientes. Según consta en Deadline, el dueño de las últimas tiendas de Alaska decidió hace nueve meses cerrarlas, ya que no había justificación económica para renovar el arriendo de los locales. Más aún, pese a que las ventas en dichas tiendas aún le entregaban ganancias, el negocio iba en un rápido declive. En agosto realizarán las últimas ventas y bajarán la cortina de forma definitiva.
Esta medida dejará solo a la tienda de Blockbuster de la ciudad de Bend, en el estado de Oregon, como el último local con ese nombre en Estados Unidos.
Lo llamativo es que, pese a que se podría pensar que su cierre también es inevitable, y el nombre desaparecerá completamente, dicha última tienda se ha transformado en una atracción turística. Más importante aún, también es un lugar de encuentro que sigue manteniéndose gracias a su comunidad.
https://instagram.com/p/BktlVm9Fh0r/?utm_source=ig_embed
https://instagram.com/p/Bk_d7GzFFOh/?utm_source=ig_embed
La tradición de los videoclubs encontró su muerte durante la década pasada, no solo en Estados Unidos, sino que también en el resto del mundo. Con ello no solo murió un tipo de negocio, sino que también toda una comunidad alrededor del cine, además de una amplia oferta que está completamente ausente en los servicios de streamings.
Al día de hoy, Netflix sigue explotando la diversidad de su propio contenido original, dejando cada vez más de lado el catálogo de películas. Por eso se extraña cada vez más la oferta que tenían los videoclubs, no solo en relación al cine de terror, el de artes marciales o el de la acción de héroes con nombres como Arnold, Sylvester, Bruce, Jackie, Jean-Claude o Steven, sino que también en su amplia oferta de clásicos que simplemente es imposible de encontrar en los streamings cortesía de la fragmentación de los derechos y las barreras por zonas en el mundo de cada título.
Sí, está claro que los días de los videoclubs ya fueron, pero el último de los mohicanos, el último lugar de la cadena más grande del mundo, también nos sirve para recordar a todos esos videoclubs de barrio que dieron la pelea por años para maravillarnos con el séptimo arte y que, lamentablemente, ya no están ahí.
Es de esperar que, tal como sucedía en Highlander, una película que justamente no está en Netlix, esa última locación de Oregan obtenga el premio final.