#CrónicasLechonas: Regalando nuestra vida a Fries and Bites
Un local dedicado totalmente a las frituras abrió en Providencia y decidimos probar todo el menú de una. ¿Valdrá la pena reducir tu expectativa de vida?
Algo dulce, algo grasoso y algo frito. Esa es la combinación que por años la comida rápida nos ha estado entregando en una transacción que por pocos pesos nos entrega gran satisfacción y varios kilos de más. para el futuro. Y por alguna razón que hasta hoy desconozco, de esa trifuerza del sabor, lo que más nos vuelve locos siempre parecen ser las papas fritas.
He visto a amigos no querer ir a locales de excelentes sandwiches solo porque las papas son malas, o al revés, quienes visitan sitios como McDonald's solo porque sus acompañamientos parecen ser mejores que las hamburguesas que sirven.
Por eso no es raro que se haya puesto un local donde todo el menú se prepara exclusivamente con mucho aceite y en poco tiempo. Su nombre es Fries and Bites, un pequeño sitio ubicado cerca del Metro Los Leones, en Providencia con Suecia. Es básicamente un palacio de acompañamientos o de comida para bajón en medio de uno de los barrios más tranquilos de la ciudad.
Por la ubicación, me lo imagino como un sitio para ir a bajonear después de hacer compras en el mall o después de hacer un trámite en el banco. Pero una de las cosas que me di cuenta al llegar allá es que efectivamente a la gente no le molesta que sean solo acompañamientos. Al contrario. Se produce una extraña dinámica donde la gente que va al lugar y alcanza a agarrar una de las cuatro mesas que tiene, efectivamente se sienta y junto a una bebida y un vaso lleno de papitas.
Y como siempre he querido entender qué es lo que hay detrás de esta adicción por la fritura y el acompañamiento, es que le pedí a mi amigo Cristián que me acompañara a repasar el menú completo de este local. ¿En cuántos días? En uno solo. Yo pediría una mitad, él la otra y juntos nos embarcaríamos en un viaje lleno de grasas saturadas y reducción en nuestra esperanza de vida solo para probar las cosas y tu no tengas que hacerlo. Y estos fueron los resultados:
Las papitas
Lo primero que probamos fue, obviamente, las papitas fritas, las cuales vienen en dos variedades: papas tradiciones de corte Crinkle y papas dulces de Camote. Se pueden comprar en tres tamaños, o como lo hicimos nosotros, en un empaque mixto que por menos de tres mil pesos trae mitad y mitad. Son tantas que deberían comer fácilmente tres. Para nosotros, era solo la entrada.
Las papas Crinkle, aparte de su forma algo extraña y poco convencional, son lo que prometen: papas fritas para comerlas con ketchup, mostaza o alguna de las salsas especiales que tiene este local. Las papas son de corte grueso, por lo que tienen un centro blando. Las sirven sin mucha sal, lo cual está bien sobre todo para los que preferimos darles el sabor con las salsas, pero no tienen nada de otro mundo. A esta altura de la vida, una papa frita sin nada al lado es comer por costumbre, por inercia, casi un pasatiempo para sentir que se está haciendo algo mientras corren los segundos de la vida.
Distinto fue el caso de las papas dulces, que deberían ser el nuevo estándar de papa frita alrededor del mundo. De partida, son naturalmente dulces, y eso ya les hace tener más personalidad que las papas tradicionales que sin sal o salsas, son como comer aire. Salgan de esa burbuja y ríndanle tributo a este nuevo Dios: el camote frito.
Ya se que no son nuevas y que en varios restaurantes las sirven junto a sus comidas, pero poder pasar y llevarse una bolsa de papas de camote para la casa es sin duda un gran punto a favor y algo por lo cual si vale la pena reducir tu expectativa de vida.
El pollo
Los bites de pollo del local deben ser, por otro lado, el punto más bajo del recinto. Mi amigo Cristián dice que son ricos y que no podía dejar de comer. Pero el sabor no es muy distinto al que uno puede pillar en un nugget de supermercado.
De un buen pollo frito espero que haya algo de sabor especial, sobre todo cuando los dejan adobando en algún tipo de crocante picante, pero que además sea tierno por dentro y que sobre todo, sepa a pollo. Nada de eso está en los Chicken Bites y por suerte, no fui yo el que los compró.
Y es triste porque de todo el menú, esto es lo que más tenía pinta de ser el plato principal, aun cuando está presentado en formato de snack, pero habiendo tanto lugar cercano y conocido con buen pollo frito, y precio similar, no puedo hacer más que dejar pasar a estas bolitas de pollo, aun cuando a mi colega le encantaran.
El Corndog
Las frituras seguían y seguían llegando a nuestra mesa, en una especie de ritual suicida de muy largo plazo. Recién íbamos en la mitad del menú y los pantalones ya empezaban a ceder. El siguiente en llegar fue el corndog, una sorpresa pues es una de mis basuras culinarias favoritas. El corndog es una variante de la clásica chaparrita: utiliza a la vienesa como base, la cual se atraviesa con un palito de madera y luego se procede a untar sobre una crema de choclo, la cual, al freirse, termina cubriendo al embutido en una deliciosa masa dulce en contraste con lo salado de la salchicha.
Pero el corndog de Fries and Bites agrega un elemento extra: panko. Con esto, el corndoga gana en crocancia pero pierde en el dulce que, a mi juicio, es lo que lo hace algo tan rico, sobre todo cuando más encima lo cubres con ketchup o mostaza. Si tuviera que hacer una crítica sobre estos corndogs es precisamente esa: el grosor de la masa es muy pequeño y apenas separa la parte frita de la vienesa.
Para Cristián era su primer corndog y le pareció interesante, obviamente yo le dije "hay mejores". Y de que los hay, los hay. Supongo que como primer acercamiento a la comida rápida del futuro, funcionan, pero preferiría viajar un par de estaciones más de metro y llevarme los del Hocha.
Las bolitas de queso con jalapeño
https://www.instagram.com/p/BXB7mpKA9n-/?taken-by=friesandbitescl
Antes que todo, mil disculpas: por alguna razón olvidé tomarle fotos a lo que a mi juicio es la mejor parte de todo el menú de Fries and Bites: las Cheesy Jalapeño. O quizás no olvidé las fotos, sino que cuando me acordé que había que tomarlas no quedaba ninguna para retratar. Pero créanme tanto a mi como a Cristián: hay un antes y un después en la vida después de estos quesitos.
Básicamente son bolitas de queso crema, con pequeños, casi imperceptibles trozos de jalapeños, puestos a freír y entregados como una bellas bolitas llenas de sabor. Oh por Dios, cuanto sabor. No se preocupen, a pesar de su nombre, la influencia del jalapeño no hace que se trate de un snack picante. Y para los que lo quieran más fuerte, puede acompañarlo con la salsa de chipotle o la salsa spicy, que si bien su fórmula aun está en desarrollo, pudimos probarla y la verdad, promete bastante.
Pidan todos los que puedan y llévenselos a la casa. Es una idea muy sencilla, como todo el resto de la carta, pero es la que mejor ejecutada está y como además tampoco es algo que se vea en muchos lados, corre con la ventaja de que al menos no conozco otro lugar donde las hagan mejor. Bien ahí.
Los Churros
Cuando ya no podía más, cuando mi estómago pedía piedad y mis arterias estaban como metro en hora punta, faltaba una cosa más para terminar esta travesía: los churros. Tres por mil pesos. De nuevo, los churros eran bastante normales, pero al menos venían con manjar aparte como salsa, o sea, es como un churro con manjar pero untable en vez de relleno.
Son buenos para terminar una comida, pero estaban medios flaquitos, aunque con abundante azúcar flor. A esa altura de la noche ya no quería seguir comiendo más, pero a un churro con manjar no se le dice que no. Me quedo con los de Amaro, pero para el resto supongo que cumplen.
En resumen
Lo mejor del local son sus papas dulces de camote y sus quesos con jalapeño. Las bolitas de pollo son olvidables y los Corndogs podrían mejorar. Tras casi media hora comiendo puras frituras y reduciendo al menos tres años nuestra expectativa de vida, Fries and Bites funcionaría más en una localidad más cercana a la fiesta o universidades, porque es simplemente comida de bajón. A pesar de haber quedado sin ganas de comer nada más en todo el día, todo el rato estuve pensando en lo bueno que sería cada una de esas preparaciones acompañando una hamburguesa, un sandwich o un simple trozo de carne.
Mención especial a las salsas, que entregan en el local y que son todas muy ricas, sobre todo las de mostaza miel, la salsa barbeque y la de Chipotle. Hay algunas de esas salsas que me encantaría llevarme en un balde a la casa y que realmente hacen la diferencia entre comer una papita simple y una que recordarás.
Sabemos que las frituras nos hacen mal pero aún así no podemos evitar comerlas y ese es el principal activo que tiene este local: nuestra adicción a lo frito y nuestro instinto de autodestrucción. Porque si algún día he de morir, que sea producto de una buena comida. Fries and Bites es el digno acompañamiento de ese festín con el que algún día he soñado que me iré al cielo. Pero nada más que eso.
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