La discusión sobre los spoilers se ha desvirtuado en los últimos años, especialmente por la forma en que diversas películas y series han recurrido a las sorpresas inesperadas para mantener enganchada a su audiencia. Inclusive aún cuando el resto de su relato no tiene mayor peso.
De ahí que los estudios de Hollywood han llegado a utilizar a los spoilers como una herramienta publicitaria, haciendo llamados a no revelar ningún detalle durante el lanzamiento de algún gran estreno.
El mejor ejemplo es lo que concierne a los estrenos de Marvel Studios, pues los llamados anti-spoilers fueron clave en la previa del lanzamiento de Avengers: Endgame, con todo y llamado de los hermanos Russo a no decir nada, absolutamente nada, sin importar que eso fuese una especie de censura a cualquier tipo de discusión.
Pero también fueron más allá. El hecho de que Mysterio es un villano, pese a que es uno de los rivales históricos de Spider-Man, fue tildado como un spoiler durante el estreno de Spider-Man: Far From Home. Un absurdo.
Pero esos solo son ejemplos de cómo se ha instalado una cortina difusa que ha dado pie a que no pocos consideren que todo, absolutamente todo, pueda ser considerado como un spoiler. Inclusive aquello que no lo es. Y eso obviamente pone trabas a cualquier discusión más profunda sobre los cómos y los porqués.
Pero hubo un tiempo en que a nadie reclamaba por los spoilers, a menos de que se tratase de algo realmente clave. Hablamos del nivel “Yo soy tu padre” o la revelación sobre el personaje de Bruce Willis en el Sexto Sentido. Spoilers de tomo y lomo.
Es cosa de que recuerden el siguiente avance de uno de los episodios de Los Caballeros del Zodiaco, que adelantaba el resultado final del enfrentamiento entre Ikki de Phoenix y Shaka de Virgo.
Y eso no impidió que nadie disfrutase al desenlace de la mejor batalla en las 12 casas.
Y ni hablar del último episodio de esa saga, en donde todos quedábamos colgados al ver una secuencia en donde la armadura de Pegasos se pulverizaba frente a nuestros ojos. Y todos quedábamos aún con más ganas de ver qué diablos iba a pasar.
Claramente, estos son meros ejemplos de otros tiempos.