Defenders of Ekron es un juego difícil, y hoy, con el estado de una industria acostumbrada a llevar de la mano a sus jugadores desde el principio al final de su experiencia, es suficiente como para destacar por sobre el resto.
Pero hay maneras y maneras de expresar la dificultad dentro de un videojuego. Hay juego que son difíciles por lo mal diseñados que están, hay otros porque simplemente quieren hacer sufrir a quienes los juegan con trampas injustas y están los que abrazan la dificultad como una forma de contar su historia y generar un vínculo con el jugador. Es precisamente este último tipo de dificultad el que existía en los juegos de antaño. Recordamos a Megaman por las tardes que intentamos pasar sus etapas, a esas etapas de agua del Mario 3 con el pescado que te comía de una, o a las eternas peleas contra los jefes de Final Fantasy donde un solo error significaba comenzar de nuevo.
Y es precisamente ese tipo de dificultad la que está presente en Defenders of Ekron, una que no subestima al jugador, sino que le plantea una serie de desafíos que quedan ahí, para vencerse pero no sin antes tener que pasar por una buena dosis de memoria, pensamiento estratégico, pero por sobre todo mucho tiempo y paciencia.
En esencia, Defenders of Ekron es un shooter de naves, con elementos de exploración, de puzzles y de navegación por mapas. Esa mezcla de géneros hace que el juego se mantenga fresco en cada etapa que pasas y te obliga a ir cambiando tu forma de pensar con el tiempo. El juego parte con una escena de acción que requiere de tu atención, reflejos y memoria, para luego pasar a un pequeño templo donde tienes que resolver puzzles que te enseñan a usar los tres elementos básicos del juego: el escudo, el disparo rápido y el disparo cargado.
Y si bien, uno piensa que la mayor dificultad del juego está en los enemigos y sobre todo los jefes que aparecen en diferentes partes de cada nivel, lo más interesante de Ekron es que te obliga a tomar todo el tiempo pequeñas decisiones para solucionar estos problemas. Esto se ve reflejado en la barra de poder, la cual es compartida por estos tres elementos antes mencionados. Es decir, los elementos de ataque usan los mismos recursos que los elementos de defensa, por lo que tienes que pensar muy bien cuando usar cada uno de ellos.
El disparo rápido es el que menos energía utiliza, pero es bastante lento en quitar energía y requiere que el jugador esté apuntando todo el tiempo. El disparo cargado es el que pega más, pero también el que usa más de la barra y el escudo es a veces la única opción que queda para defenderse. Al final, quedas en una encrucijada clásica: si te defiendes mucho no podrás atacar y si atacas mucho, no te podrás defender.
El tema es que cuando la barra se termina, debes esperar unos segundos para que se recargue, lo cual te deja por ese tiempo sin ataque ni defensa. Y creo que a esta altura es seguro asumir que tener opciones es mucho mejor que no tenerlas.
Lo mismo ocurre con la que quizás sea la barra más importante de todo el juego: la barra de Oxus. La barra de Oxus es un poder que obtienes derrotando ciertos enemigos y pasando algunos de los desafíos que incluye el juego en la zona del hangar y su manejo es clave para sobrevivir en el juego. El nivel de Oxus se mide en niveles, al llenar una barra puedes acceder a uno de tres beneficios: puedes gastar una barra de Oxus para recuperar un tanque de energía, puedes usarla para entrar en modo Berserk y aumentar tu poder de ataque o puedes usarla en la ciudad como mercancía para mejorar alguna de las habilidades de tu nave, como su velocidad, su ataque, su vida, etc.
Esto te obliga a pensar en el futuro y a ser extremadamente eficiente con tus recursos: ¿Vale la pena recuperar tanta energía si terminando la misión no podré mejorar mi nave? Pero ¿No es el objetivo del juego matar a estos enemigos, sin importar si mejoro el Anakim? Ambas rutas son igual de válidas, hasta que te das cuenta que quizás debiste haber hecho algo mejor. Y ahí es cuando pierden, pones continuar y vuelves a la partida.
Cada nivel no tiene más de tres checkpoints: al comienzo de la etapa, al comenzar una zona nueva y la del jefe final. Al principio puede verse algo frustrante tener que volver a pasar minutos de tu tiempo en el mismo desafío, pero por otro lado, cada repetición es más experiencia, es aprender a pasar cada parte de manera más eficiente y finalmente, cuando logras dar ese último golpe, sientes que lo hiciste de la mejor manera posible.
Y es que Defenders of Ekron llega para recordarnos que muchas veces la dificultad es una disposición mental. Muchas veces estuve cerca de decir "ya, ahora si que no doy más" y simplemente apagar la consola. Pero después de un tiempo pensando, me dan ganas de volver a intentarlo, con una mente más clara y otra estrategia que, a la larga, termina funcionando.
Es cierto. Los jefes cuentan con patrones de golpes muy injustos, otras veces con enemigos y balas viviendo de más lugares de los que humanamente se pueden rastrear, y a veces por llegar a un jefe sin las barras de energía necesarias, simplemente no queda otra opción que comenzar de nuevo. Pero. ¿no es así como era prácticamente cualquier juego ochentero y noventero que hasta el día de hoy son recordados?
Y es precisamente por eso que no podemos hacer más que recomendar este juego, no sólo por el hecho de ser chileno y de un estudio que literalmente se armó desde cero, sino que porque es un gran ejercicio de variedad y de novedad en un género que uno podría pensar que ya no podía entregar mucho más de lo que ya ha hecho. Defenders of Ekron juega en el límite con la nostalgia, siendo por ratos un Zelda, un Megaman, un Metroid y un Ikaruga. Pero quizás su mayor vínculo con el pasado está en revisitar esa época en donde los juegos no solo eran una historia, sino que también un desafío.
Los impacientes, los acostumbrados a las vidas gratis y a que la máquina tome decisiones por tí lo pasarán mal, eso es seguro. Pero para el resto que aun tiene tiempo para dedicarse a pasar una etapa y que al menos no atentará contra sus controles solo por no haber visto una bala maletera, Defenders of Ekron es también un tributo a ese jugador que aun vive dentro de tí y que solo se ha quedado dormido entre tanta cinemática.