Su muerte a manos de un Saibaiman, esas presuntamente débiles criaturas verdes que acompañaron a Vegeta y Nappa en su primera expedición sobre la Tierra, fue decidora. Desde entonces, Yamcha fue, sin retorno posible, sinónimo de burlas. Peor aún: de debilidad. Un camino tan injusto como opuesto al guerrero que supo debutar en grande durante las primeras aventuras de Gokú en la mítica serie.

Bandido por excelencia, junto a su fiel compañero Puar, esa suerte de gato azul, Yamcha se presentó como uno de los primeros antagonistas de Dragon Ball. Un enemigo, hasta entonces, implacable, capaz de poner en serios aprietos a Gokú.

Sufría, sin embargo, una debilidad crítica y, también, muy particular: le atemorizaban las mujeres. Sin ir más lejos, la primera vez que midió fuerzas frente al joven protagonista, la irrupción y belleza de Bulma, la misma que posteriormente se transformaría en su novia, lo paralizó al punto que decidió que escapar raudamente del reto. Ese miedo inexplicable lo motivó, tiempo después, a perseguir las esferas del dragón, ilusionado con tener una vida normal.

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Con el paso del tiempo, Yamcha tuvo su redención. Dejó de ser el ladrón del desierto y persiguió otro sueño: fanático de los torneos de artes marciales, se juramentó llegar a ser el mejor. Para lograr su cometido, se sometió a duros entrenamientos que mermaron su aspecto, pero que se tradujeron en resultados inmediatos: el desarrollo de técnicas como el RogaFufuKen o, posteriormente, haber aprendido el Kamehameha, hicieron de él un guerrero maduro, completo.

Desgraciadamente, la suerte nunca estuvo de su lado. Así como Ash, Messi u otros emblemáticos(?), el Lobo solitario sucumbió en cada uno de los torneos sin poder cumplir su anhelo. Pese a su gran cometido en las rondas iniciales, en los tres eventos que disputó, Yamcha debió enfrentarse a los rivales más poderosos en la fase de cuartos de final.

En la versión 21º del Torneo de Artes Marciales, por ejemplo, tras sortear exitosamente las primeras peleas, debió chocar frente a Jackie Chun, personalidad que utilizó el todopoderoso Maestro Roshi para participar y evitar que sus discípulos, Gokú y Krillin, triunfasen. Escenario que el veterano, a la postre, lograría. Mala suerte para el otrora bandido.

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Tres años más tarde, de cara a la versión 22º, se cruzó en su camino Tenshinhan, alumno del Maestro Tsuru. El calvo contendiente, caracterizado principalmente por poseer un tercer ojo, pese al parejo inicio, acabó con las aspiraciones de Yamcha nuevamente en cuartos de final. Sería la derrota más sufrida del Lobo, sufriendo incluso la fractura de una de sus piernas.

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La tercera participación de Yamcha en el certamen no distaría mucho de las anteriores. En esta ocasión, el escollo que se le presentó en la instancia de cuartos no fue otro que Kami, Guardián de la Tierra, a través del cuerpo de Shen para evitar ser reconocido. Una vez más: ¡el grupo de la muerte!

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La calidad y destreza de los rivales que enfrentó Yamcha, que incluso pudieron superar a Gokú durante la competencia, es motivo suficiente para asegurar que el Lobo solitario está -estaba- lejos de ser ese personaje tan vilipendiado que es en la actualidad. Por supuesto, con el desarrollo de la serie y los enemigos cada vez más fuertes, además de la consecuente evolución de Gokú y Los Guerreros Z, quedó un paso más atrás.

Pero no se lo puede dejar de lado: el ladrón del desierto, posterior dueño del RogaFufuKen y del corazón de Bulma (el primer amor es el que importa(?)), fue uno de los animadores principales de la clásica serie que hoy cumple 32 años.

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