Seguramente sea por su personalidad. Porque sí, como la amplia mayoría de los personajes que asumen el rol de protagonistas en las series, habitualmente viene desde atrás para remontar lo irremontable. Y como tantos otros, guarda una historia profundamente sufrida. Pero tiene ese algo que lo hace distinto al resto: uno siempre deseaba su victoria en los combates.

Así es Ippo Makunouchi, un personaje no menos atípico que querible. Y es que sus habilidades y audacia dentro del ring contrastan con su tímida, acaso ingenua naturaleza. Se acostumbró al bullying y abusos por parte de un grupo de rufianes de su escuela. Nunca se quejó. Siguió teniendo como prioridad la tranquilidad de su madre y, por supuesto, ayudar en el negocio familiar.

Eso, hasta que el destino lo cruzó con Takamura, un boxeador de carácter diametralmente opuesto, extrovertido y muy seguro de sí mismo. A su lado, Ippo entendió que podía realmente saber qué era ser fuerte, interrogante que lo persiguió siempre.

Tras una pequeña prueba, y con base en un febril deseo de cambiar su vida, comenzó una inesperada y exitosa carrera como boxeador al cuidado del entrenador Kamogawa.

Poquito a poco fue acumulando triunfos. Cada vez más difíciles, debido a su inexperiencia sobre el cuadrilátero y a la calidad de peleadores que enfrentaba, pero posibles gracias a su increíble potencial.

Makunouchi consiguió alzarse como el mejor novato del este de Japón y, posteriormente, de todo el país. Tras conseguir 10 victorias en fila, todas por knock-out, logró ubicarse número 1 en el ránking de peso pluma japonés. Se presentó, entonces, su primera gran prueba de fuego: lucha por el campeonato ante el histórico Eiji Date.

La caída más dolorosa

El 14 de noviembre de 2001, en Japón se emitió el episodio «Ketchaku», final de la contienda que enfrentó a Eiji Date y a Ippo por el título de peso pluma.

Mientras transcurría la serie, uno se acostumbró a ver a Ippo ganar pese a las muchas dificultades que se le presentaban durante el trámite de las peleas. Contragolpeadores de primera, técnicas asombrosas, incluso trampas. Todo en contra, por lo general. Pero, volviendo un cacho al principio, no aburrían sus triunfos, como sí pasa con los protagonistas de otros animes (Pikachu o Seiya, solo por nombrar algunos).

Pero esta vez Makunouchi chocaría frente a un rival formidable, el rey de los pesos pluma en el país oriental. Date, incluso, había peleado por el título mundial un par de años antes, ante Ricardo Martínez.

Pese a esa imagen de "invencible" que había forjado Ippo, sus habilidades no parecían ser suficientes para derrotar a Date. El inicio corajudo del retador contrastó frente a la experiencia del veterano campeón, que contrarrestó cada uno de sus mejores golpes con ágiles movimientos de cuello.

Aun así, contra todos los pronósticos, a medida que avanzaba el combate, Makunouchi logró asentarse y complicar a Date, a tal punto de arrinconarlo en el quinto round.

Fue entonces cuando el campeón, quien tenía decidido defender por última vez su cinturón antes de volver al concierto internacional, debió arriesgar todo y utilizar la técnica secreta que preparaba para enfrentar a los rivales más fuertes: el Heart break shot, un preciso y fuerte golpe a la zona del corazón, logrando paralizar los movimientos del contendiente por unos instantes.

Kamogawa no dudó y, en ese preciso momento, tiró la toalla, dando por culminado el combate. En el mayor desafío que le presentó su novel carrera, Ippo sufrió su caída más dolorosa.

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Dolorosa más que nada porque, a nivel mental, significó un golpe durísimo. El hombre tras el Dempsey roll debió reinventarse, empezar de cero, renovar su repertorio y recuperar la confianza. Lo lograría recién cinco meses después, en su redebut ante el tailandés Ponchai Chuwatana.

Tras el combate, sin embargo, Ippo "adoptó" a Date como uno de sus más grandes referentes. Fue su hincha incondicional en la segunda temporada de la serie, cuando el veterano peleador se midió frente al mexicano Ricardo Martínez. Incluso, fue reconocido por Date como su sucesor, recibiendo el "relevo" para enfrentar en un futuro al campeón mundial.