Sabemos que las cosas no están del todo bien en Estados Unidos. Es solo cosa de ver bien quién está sentado actualmente en la silla principal del Salón Oval para darse cuenta de ello. La otrora cuna del libre mercado, las oportunidades y la globalización, ahora busca cerrarse en una suerte de burbuja condicionada por el miedo y la ideología, más que por decisiones políticas o económicas.
Y es así como para nadie fueron una sorpresa las declaraciones de los directores de agencias de inteligencia de Estados Unidos, como la CIA, el FBI y la NSA, quienes declararon frente al Senado de Estados Unidos que no aconsejan la compra de teléfonos celulares provenientes de China, en particular de las marcas ZTE y Huawei, que se han convertido en grandes actores globales en los últimos años.
Las razones esgrimidas por este grupo de agentes, son básicamente preventivas, ya que están preocupados del riesgo de permitir a una compañía que es parte de un gobierno que no representa los valores norteamericanos de ganar posiciones de poder dentro de las redes de comunicación de Estados Unidos.
La teoría de este grupo es que una mayor presencia de celulares chinos en el país aumentaría la capacidad de modificar o robar información almacenada en las redes e incluso de poder hacer espionaje sin ser detectados.
Si a esto le sumamos la negativa de AT&T de ofrecer el Huawei Mate 10 Pro en aquel país, cuando estaban a punto de lograr un acuerdo, demuestra que el miedo a que los chinos estén usando sus celulares como caballos de troya es real, al menos en la mente de quienes manejan el país.
Pero ¿qué tan ciertas pueden llegar a ser estas acusaciones? Porque, a diferencia de otros casos, acá no hubo evidencias, ni software involucrado, ni nada. Sólo una idea en el aire.
Pensemos en por un momento en las posibilidades. Supongamos que los telefónos de Huawei o ZTE vinieran con un malware preinstalado para robar información. Eso ya se habría detectado hace mucho, y de hecho, el año pasado, 38 teléfonos Android, de marcas como Samsung, LG, Lenovo y Xiaomi fueron lanzados al mercado con un malware preinstalado, el cual se sabe que fue puesto dentro de la cadena de producción del equipo. Por lo que no solo es algo que ya ha pasado, sino que también puede fácilmente encontrarse y repararse.
Otro detalle que debemos pensar es que hoy no hay equipo tecnológico que no cuente con algún componente hecho en China. Incluso el iPhone, el orgullo norteamericano, posee un chip de WiFi hecho en China. Huawei y ZTE, por ejemplo, son reconocidos fabricantes de modems y equipos de conectividad que al parecer no ha molestado tanto al gobierno como si lo han hecho los teléfonos. Y también es un miedo que no pareció importar cuando Lenovo compró a Motorola. Y hasta donde sabemos, Lenovo sigue siendo china, y con una presencia en el mercado norteamericano bastante mayor a la de Huawei.
El verdadero temor, parece ser, el temor a que estas marcas dominen el mercado tal como lo han estado haciendo en otros países donde han llegado. En Europa, por ejemplo, Huawei se convirtió en el tercer actor más relevante en la venta de smartphones el año pasado, sin levantar sospechas ni dudas de la Comunidad Europea, que sabemos que protege la privacidad de sus usuarios como un perro fiel.
Huawei se respalda con que tiene presencia y apoyo en más de 170 países y en ninguno de ellos han tenido estos problemas. Quizás el miedo americano que también ha impedido la llegada en libertad de Xiaomi, tenga más que ver con que Apple vaya perdiendo su poder en vez de la cada vez más adelantada tecnología china.