#ForestinGate: Las inconfudibles diferencias entre coipos y castores

hola

Confundidos por décadas, un tweet llegó para zanjar de una vez por todas la historia de origen del corpóreo más famoso de todo Chile.


Como la mayoría de las polémicas de hoy, todo comenzó por Twitter. 

Javier Sanfeliú, un histórico de la red social del pajarito, subió el día martes una reflexión sobre el origen de Forestín, el corpóreo por excelencia de Chile.

https://twitter.com/Sanfeliu/status/1222331513703976965

Las respuestas no tardaron en llegar para hacerle notar su evidente error: Forestín, el querido animal que lucha incesantemente contra los incendios forestales y el cuidado de los parques nacionales, no es un castor sino que un coipo. Diferencia que no solo fue hecha notar por los miembros de esta conocida red social sino que también por el propio Forestín, quien a través del mismo sitio publicó una gráfica que deja todo mucho más evidente.

https://twitter.com/ForestinChile/status/1222511885171482625

¿O no?

Porque seamos sinceros, juzagando por la imagen, ambos animales pareces ser el mismo. Un par de roedores acuáticos, de color café que viven sus vidas tranquilos en el agua, a pesar de ser mamíferos. Pero claro, gracias al poder de Wikipedia, podemos darnos cuenta que en realidad son animales mucho más distintos y diversos de lo que pensamos.

Uno podría saldar toda esta discusión viendo lo más evidente: la cola de ambos animales es totalmente diferente: la de los coipos es alargada, mientras que la de los castores, plana como un ornitorrinco. Pero si los animales están en el agua, esa diferencia se hace un poco menos evidente.

Así que hablemos mejor de su historia. Y comencemos por las similitudes: tanto castores como coipos son roedores. Y ahí terminan las simulitudes. Bueno, ambos son animales que pasan tiempo tanto dentro como fuera del agua y ahora si que sería.

Coipo.jpg

Los coipos, especie a la que pertenece Forestín, son roedores acuáticos de la familia de los equimíidos, es decir, no son ni castores ni nutrias, son su propia especie.

El myocastor coypus, su nombre científico, también es conocido como la rata-nutria y es una especie autóctona de nuestro continente. Se le puede encontrar en países como Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Chile. Tanto chilenos como los argentinos lo llaman coipo por el mapudungún koypu. En Paraguay y la selva guaraní, en tanto, se le conoce como quiyá.

Pueden llegar a pesar entre 4 y 10 kilos, de 40 a 60 centímetros de largo corporal, con una cola alargada que puede llegar a medir 45 centímetros. Son especies herbívoras, que se alimentan de vegetales y frutos ubicados principalmente en ríos, lagunas, esteros y pantanos de la región y si bien no es una especie amenazada, si hay problemas en otros ecosistemas como Estados Unidos y la Península Ibérica, donde quizás a modo de venganza histórica, se ha declarado una especie invasora peligrosa, por su capacidad de afectar el ambiente.

Un coipo tiene una esperanza de vida de cuatro año de edad en libertad y a pesar de tener dientes bastante prominentes, no los usa para cortar madera. Los coipos también son criados para utilizar su carne como alimento y su piel para ropa y adornos.

Que-come-el-castor-americano.jpg

El castor, por otra parte, es el nombre genérico que se le da a los miembros de la familia castoridae, que son tres: el castor americano, el castor europeo y el castor de Kellog, que no sé para qué lo mencionamos si está extinto.

Se trata de especies que habitan exclusivamente en el hemisferio norte y, tal como nos han enseñado películas y documentales, poseen una habilidad natural para crear sus propias castoreras con madera que ellos mismos recogen y cortan con su dentadura. Su labor, lejos de ser depredadora como la del ser humano, es importante para impedir inundaciones y crear humedales.

Ahora, ¿Por qué un animal norteamericano sería la mascota de la CONAF? Porque, bueno, tal como adelantaba el tuit, en la década de los 40, la marina argentina introdujo parejas de esta especie en Tierra del Fuego con la idea de mantener una población controlada y cazarlos por sus pieles. Por supuesto, la población nunca se controló y ahora existen y son una plaga. Tardaron 20 años en llegar a tierras chilenas y hoy se estima que ya existen más de 100 mil castores que están dañando el ambiente.

¿Pero cómo? Si en Estados Unidos y Canadá son tan buenos. La verdad es que por las características del terreno en el sur, se trata de sitios que no se regeneran tan rápido,y por lo demás, desequilibran el ecosistema que claramente no se adaptó para recibir a estas criaturas.

Así que ya lo saben. Puede que sea fácil confundirlos a primera vista, pero sus historias de vida son totalmente diferentes. Esperamos que con esta información nadie vuelva a pasarte castor por coipo.

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