El próximo 14 de abril Game of Thrones concluirá para siempre la historia de Jon Snow, Cersei Lannister, Daenerys Targaryen, y compañía. Sin embargo, el anticipado final y toda la serie podrían haber sido muy distintos sin la actriz que interpreta a la Madre de los Dragones, Emilia Clarke.

En un extenso ensayo publicado este jueves en The New Yorker, Clarke contó por primera vez que sufrió dos aneurismas cerebrales que le podrían haber costado la vida mientras trabajaba en los primeros ciclos de la serie.

El primer aneurisma la afectó en  febrero de 2011, cuando recién había concluido las filmaciones de la primera temporada. En el ensayo Clarke cuenta que se preparaba para entrenar de cara a lo que sería su nueva carrera como actriz una vez que la serie se estrenara cuando sintió un fuerte dolor de cabeza que le impidió realizar sus ejercicios con normalidad.

"Mi entrenador me hizo tomar la posición de tabla, e inmediatamente sentí como si una banda elástica me apretara el cerebro. Traté de ignorar el dolor y desplazarlo, pero simplemente no pude", escribió la actriz. "Le dije a mi entrenador que tenía que tomar un descanso. De alguna manera, casi arrastrándome, llegué al vestuario. Llegué al baño, me puse de rodillas y me enfermé violentamente. Mientras tanto, el dolor —dirigido, punzante, constrictivo— empeoraba. En algún nivel, sabía lo que estaba sucediendo: mi cerebro estaba dañado".

"Por unos instantes, intenté alejar el dolor y las náuseas. Me dije a mí misma: 'No estoy paralizada'", añadió." Moví los dedos de las manos y los pies para asegurarme de que eso fuera cierto. Para mantener mi memoria viva, traté de recordar, entre otras cosas, algunas líneas de Game of Thrones".

Tras ser llevada de urgencia al hospital, Clarke fue diagnosticada con una hemorragia subaracnoidea (SAH, por sus siglas en inglés), "un tipo de accidente cerebrovascular que pone en riesgo la vida y es causado por una hemorragia en el espacio que rodea el cerebro. Había tenido un aneurisma, una ruptura arterial", explica la actriz.

"Recuerdo que me dijeron que debía firmar un formulario de autorización para la cirugía. ¿Cirugía cerebral? Estaba en medio de mi ocupada vida: no tenía tiempo para la cirugía cerebral. Pero, finalmente, me decidí y firmé", recuerda Clarke. "Y luego estaba inconsciente. Durante las siguientes tres horas, los cirujanos repararon mi cerebro. Esta no sería mi última cirugía y no sería la peor. Tenía veinticuatro años".

Luego de ser operada, la interprete de Daenerys Targaryen permaneció un mes hospitalizada y, pese a que por un tiempo sufrió de afasia, tras ser dada de alta solo tardó un par de semanas en regresar al set de Game of Thrones para comenzar a filmar la segunda temporada.

"Regresé a mi vida, pero, mientras estaba en el hospital, me dijeron que tenía un aneurisma más pequeño en el otro lado de mi cerebro y que podía 'explotar' en cualquier momento", escribió Clarke. "Los médicos dijeron, sin embargo, que era pequeño y que era posible que permaneciera inactivo e inofensivo indefinidamente".

Pero las cosas no fueron sencillas para la actriz al retomar su vida cotidiana. Según recuerda, el proceso de promoción y filmación de la segunda temporada de GoT fue una pesadilla. "En el set, no perdí ni un segundo, pero luché. La temporada 2 sería la peor para mí. No sabía lo que estaba haciendo Daenerys. Si realmente estoy siendo honesta, cada minuto de cada día pensé que iba a morir".

De ahí en más las cosas empeoraron para Clarke, quien mientras trabajaba en Nueva York en 2013 se sometió a un scanner cerebral que reveló lo que tanto temía: el segundo aneurisma había crecido y necesitaba ser operada nuevamente.

La actriz recuerda que se sometió a una nueva cirugía similar a la primera, sin embargo, lo que parecía un procedimiento sencillo se complicó y los médicos tuvieron que realizar de inmediato una cirugía cerebral aún más compleja, sino podía morir.

"Cuando me despertaron, estaba gritando de dolor. El procedimiento había fallado. Tuve una gran hemorragia y los médicos dejaron en claro que mis posibilidades de sobrevivir eran precarias si no operaban de nuevo", recordó la actriz. "Esta vez necesitaban acceder a mi cerebro de la manera tradicional, a través de mi cráneo. Y la operación tenía que ocurrir de inmediato".

"La recuperación fue aún más dolorosa de lo que había sido después de la primera cirugía", añadió. "Parecía que había pasado por una guerra más espantosa que cualquiera que haya experimentado Daenerys. Salí de la operación con un drenaje que salía de mi cabeza. Partes de mi cráneo habían sido reemplazadas por titanio. En estos días, no puedes ver la cicatriz que se curva desde mi cuero cabelludo hasta mi oído, pero al principio no sabía que no sería visible. Y estaba, sobre todo, la preocupación constante por las pérdidas cognitivas o sensoriales. ¿Sería la concentración? ¿Memoria? ¿Visión periférica? Ahora le digo a la gente que lo que perdí es el buen gusto de los hombres. Pero, por supuesto, nada de esto parecía remotamente divertido en ese momento".

Clarke cierra su historia señalando que, si bien en momentos se sintió desesperanzada por esta situación, está consiente que no es la única persona que ha pasado por algo así y hay quienes han sufrido consecuencias peores a causa de enfermedades de este tipo.

En ese sentido, actualmente la actriz está trabajando con la organización de caridad SameYou para ayudar a personas a recuperarse de lesiones cerebrales y accidentes cerebrovasculares. Todo mientras recalca que actualmente goza de una buena salud.

"Hay algo gratificante, y más allá de la suerte, en llegar al final de Thrones. Estoy muy feliz de estar aquí para ver el final de esta historia y el comienzo de lo que venga después", concluyó.