Game of Thrones: El fin de la rueda para crear un nuevo Westeros

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La historia de la serie de HBO finalmente llegó a su fin, dejando en claro que el viejo juego de tronos no podía seguir.


Dos grandes dudas marcaban al último episodio de Game of Thrones, las que estaban relacionadas directamente con el destino de Daenerys Targaryen, tras cometer el acto de incineración sobre Desembarco del Rey, así como la identidad de la persona que se quedaría reinando en Westeros.

¿Tendría su premio final pese a su acto genocida? ¿Alguien más terminaría sobre el trono de hiero? Ambas interrogantes obviamente estaban relacionadas, y de paso conectaban con todas las dudas secundarias que había dejado la serie para su final, pero las respuestas no siguieron el camino más predecible.

Todo comenzó, en primer lugar, con la confirmación de las muertes de los hermanos Lannister, ya que Tyrion logró dar con los cuerpos de sus hermanos en medio de los escombros de la Fortaleza Roja. Ese acto terminó de sellar su convicción de que su decisión de apoyar a Daenerys fue el error más grande de su vida.

Al mismo tiempo, y con Daenerys reclamando que seguiría su marcha de demente liberación del mundo, el último Lannister se decide a abandonar completamente su apoyo, lanzar el símbolo como Mano al suelo y aceptar que ya no puede seguir a la Madre de los Dragones, quien lo define como un traidor por haber liberado a Jaime.

En ese escenario, Tyrion es clave para la decisión más importante de toda la serie. Una vez preso, e intercambiando palabras con Jon, el último Lannister deja en claro que Snow es el único que puede tomar una decisión y que debe hacerlo ahora, ya que sus hermanas, las Stark, no aceptarán a Daenerys como reina. Simplemente no se arrodillarán y por eso sus vidas corren riesgo.

Todo eso da pie a un encuentro entre Daenerys y Jon, con la Targaryen tocando por primera vez al trono que se convirtió por tantos años en su gran objetivo. Pero antes de sentarse, Snow irrumpe para establecer una conversación en la que queda claro que hubo atrocidades que se cometieron, niños fueron quemados, pero  la Madre de los Dragones no está dispuesta a ceder en su deseo de crear un nuevo mundo. Y para ello, no hay tiempo para esconderse tras la misericordia.

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Todo eso decanta en la decisión final de Jon Snow, haciendo que Daenerys baje la guardia y atacando con un certero golpe en el corazón que pone fin al corto reinado de la rompedora de cadenas. Con una rápida estocada, el hombre que debió ser conocido como Aegon pone fin a la última de las Targaryen y responde la primera gran interrogante que debía responder el episodio.

A partir de ahí, el último dragón - Drogon - confronta el regicidio, pero en vez de acabar con el responsable de la muerte de su madre, pone fin a la historia del trono de hierro, fundiéndololo completamente. Fue un acto que para siempre cambiará a Westeros.

Con Drogon llevándose al cuerpo de Daenerys hacia un lugar desconocido, la historia da un salto en el tiempo para presentar un último juicio en el que se define el destino de Tyrion.

Frente a los representantes de las grandes casas de Westeros, el destino del Lannister inevitablemente queda marcado por la completa indecisión de los sobrevivientes para la definición de un rey. Ahí, y dejando en claro que han pasado semanas desde la muerte de Daenerys, Tyrion establece que un rey es el que debe decidir su destino, ya que Gusano Gris quiere que pague por su traición y tomar decisiones por cuenta propia.

Aunque las cabezas de las casas se enfrentan en opiniones divididas, y el líder de los Tully intenta presentarse como opción de rey. Tyrion explica por qué Bran Stark es la mejor carta debido a su historial como Cuervo de Tres Ojos, alguien que no tendrá descendencia para crear conflictos de sucesión y que velará por el futuro teniendo claro que resguarda el pasado.

Con todos los asistentes concordando, Bran queda definido como el nuevo rey de Westeros y su sucesor en el futuro será definido por el propio consejo de los señores y señoras del continente. Algo que será mucho más democrático, pese al propio desdén de los nobles sobre la idea de darle poder de elección al pueblo.

En ese contexto, Bran decide que Tyrion pague sus deudas como nueva Mano del Rey, mientras que para evitar una guerra con los inmaculados, Jon Snow es condenado a ser exiliado al norte y no tener descendencia.

El escenario del nuevo Westeros garantiza así una paz en la que un nuevo mundo comienza a construirse, sin seguir los designios del pasado que tanto daño causaron. Al mismo tiempo, Sansa Stark define al futuro del Norte como un reino independiente. Arya Stark se decide a explorar lo que hay más allá del oeste y los principales rostros quedan en puestos clave de una corte que apoyará las decisiones del rey Bran.

Las piezas en definitiva jugaron de una forma bastante impredecible, ya que pocos apostaban por Bran y, aunque el destino de Daenerys parecía sellado tras la incineración de su locura, el futuro de Jon Snow inevitablemente se relacionó con su negativa a abrazar su legado como Targaryen. De la mano de los consejos de Tyrion, además, se logra romper la rueda de la sucesión y ese es a la larga el gran legado que pone fin al juego de tronos en lo más cercano a una proto-democracia que podía existir en un mundo de nobles. Si algo había quedado claro en la última temporada, es que nadie podía quedarse con el trono de hierro.

Al mismo tiempo, la última imagen del capítulo fue simétrica con el comienzo. Si todo en la serie se inició con un hombre de la Guardia de la Noche arrancando del terror de lo que hay más allá del muro, el avance de un Jon que se reencuentra con su lobo huargo y se suma a los salvajes, deja más que nunca marcada la idea de que las cosas cambiaron absolutamente y no hay nada que temer más allá. Un nuevo muro tampoco era necesario. El viejo mundo y sus estructuras eran cosa del pasado.

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