Game of Thrones siempre se caracterizó por ser una producción de fantasía distinta a las demás. Desde su primera entrega la serie de HBO apostó por jugar con las expectativas de los fanáticos basadas en los tópicos clásicos del género. Así, las líneas entre "malos" y "buenos" casi siempre fueron borrosas, los "héroes" que parecían tener el triunfo asegurado no tardaron en perecer y los seguidores inesperadamente se encariñaron con alguien que creían despreciable.
En ese sentido, si bien la octava temporada de la serie inevitablemente dará para varios balances y discusiones, hay un aspecto que parece destacable del final. En su último episodio, Game of Thrones corona su apuesta de presentar al centro de su historia a personajes que usualmente no protagonizan las narraciones de fantasía o están lejos de ser los "héroes clásicos" que emprenden ciertos caminos, dándole a varios de ellos importantes finales.
El ejemplo más obvio de esto es el nuevo monarca, Bran el Roto, primero de su nombre, rey de los Ándalos y los Primeros Hombres, Señor de los Seis Reinos y Protector del Reino.
Tal como Tyrion lo plantea, Bran es un personaje con una increíble historia además de un candidato al trono inesperado por muchos. Brandon Stark quedó lisiado cuando aún era un niño, todo luego de que Jaime Lannister lo empujara de una torre. Esta lesión impidió que Bran volviese a caminar, sellando lo que para todos lo que lo rodeaban era un destino trágico para él.
No obstante, Bran se convirtió en el Cuervo de Tres Ojos y mediante un poder sobrenatural logró ser parte de momentos clave de la serie, descifrando la verdadera identidad de Jon Snow y ayudando de un modo u otro a derrotar al Rey de la Noche, el monarca que varios creían que acabaría siendo.
En ese sentido, a diferencia de sus predecesores, Bran no llegó al poder mediante sus habilidades de combate u otro tipo de artilugios, sino que su propio camino, incluyendo su lesión, lo llevó a ese lugar.
Por su parte, el propio Tyrion no deja de ser un ejemplo de cómo Game of Thrones apostó por otro tipo de narrativa para personajes que suelen estar asociados a ciertos estereotipos.
En las nociones más clásicas y cliché del genéro los enanos rara vez tienen protagonismo, siempre son ayudantes, seres mágicos o incluso criaturas despreciables y malvadas. Pero Tyrion no es nada de eso, de hecho, pese a sus errores es uno de los grandes estrategas de la serie.
El menor de los Lannister, por supuesto, también está lejos de ser un héroe clásico si es que incluso se le puede considerar como tal. Tyrion no tiene un historial intachable, como el mismo expone, y menos se guía por un rígido sentido de moral, sino que más bien por lo que le dicta su inteligencia. Algo que con varios giros en el camino finalmente lo llevó a terminar la serie como la Mano del Rey, uno de los puestos de mayor poder en Westeros.
Finalmente, la conclusión de Game of Thrones también consiguió desmarcarse de las nociones más populares de la tradición heroica con el cierre de las historias de algunos de sus personajes femeninos.
Si bien, algunos puntos en los arcos de las protagonistas de GoT han propiciado el debate en las últimas semanas- sobretodo entre aquellos que no quedaron conformes con la historia de Daenerys Targaryen- no se puede desconocer que la serie le dio finales distintos y poco tradicionales para las mujeres a tres de sus personajes femeninos.
Ante todo Sansa Stark fue ratificada como la mejor jugadora del Juego de Tronos al independizar el norte y coronarse como su reina. Después de todo, ahora tiene más poder que el resto de los Lords de Westeros, y no debe responderle a nadie como ellos.
Todo mientras Brienne de Tarth se convirtió en la primera mujer Caballero de los Siete Reinos, y ahora además es la primera comandante de la Guardia Real del Rey Bran. Y Arya decidió convertirse en exploradora y viajar a descubrir que hay más allá de Westeros.
Todos finales que claramente no son completamente novedosos en el ámbito de la fantasía, pero usualmente no suelen contar con mujeres como protagonistas exclusivas.
En ese sentido, el final retoma la apuesta de Game of Thrones por mostrar en cierta medida cómo los personajes más inesperados, los débiles o aquellos despreciados y maltratados, logran cambiar sus historias, demostrar su poder y salir triunfadores en un panorama donde la nobleza y los ideales heroicos clásicos no corren.