La propuesta de Death Stranding, lanzada durante el último trimestre del año pasado, presentó un escenario inhóspito en el que el mundo vive recluido ante un evento que destruyó a gran parte del mundo. Sin comunicaciones, ni opciones de tener cercanía social, la desconfianza, el terror y el miedo proliferan mientras Sam Porter Bridges intenta volver a crear las conexiones necesarias para salvar al mundo.

Dicho escenario de historia, fue tomado como un anticipo de lo que posteriormente sucedió en la vida real con el COVID-19, ya que no pocos vieron paralelos entre la propuesta del videojuego y lo que terminó aquejando finalmente a la humanidad con la pandemia. Incluido, claro está, todo el factor del negocio del delivery.

Y como en el pasado otros juegos de Kojima se anticiparon a algunas cosas, como sucedió con la popular saga de Metal Gear, el término de profeta ha sido utilizado para describir al trabajo del director de videojuegos.

Sin embargo, en conversación con Geoff Keighley de The Game Awards, en el marco del Summer Game Fest y la antesala del lanzamiento del videojuego en PC, Kojima descartó de plano ser un profeta. De hecho, si lo fuese, habría hecho un producto que vendiese aún más copias.

He sido consultado, tu sabes, si soy un profeta, porque en mis pasados videojuegos he tenido esta especie similar y la gente me pregunta si he predicho estas cosas. Pero, nuevamente, me gustaría decir que no soy un profeta, porque si lo fuera, habría creado un juego que vendiese más”, recalcó Kojima.

Aunque no sea profeta, Death Stranding sigue siendo un videojuego excepcional para los tiempos del coronavirus y su mensaje cala hondo precisamente en algunas de las cosas que están sucediendo en la actualidad.