El evento principal de Summerslam 2005 prometía ser uno de esos que quedarían en la historia de la lucha libre. Shawn Michaels vs. Hulk Hogan, dos de las mayores superestrellas producidas por la WWE se enfrentarían por primera vez en el ring y no podía ser menos que la lucha estelar del evento más caliente del verano.
Para Hogan, se trataba de su primer Summerslam desde el año 1991 y para Michaels, un momento para tachar en su lista de pendientes para seguir escribiendo su legado de cara a su cada vez más cercano retiro. La Leyenda vs. el Ícono rezaban todos los carteles de promoción del Pay Per View realizado en Washington D.C. y toda la maquinaria de Vince McMahon estaba puesta para levantar a este choque generacional de dos estilos: el de los años dorados vs. la era de la actitud.
Pero cuando tienes dos figuras de este calibre, ambas en el fin de sus carreras y ambas con un ego tan alto como su lista de títulos, lo más difícil era decretar ¿Quién se llevaría la pelea? Pero quizás más importante que eso, cómo se desarrollaría.
Michaels, quien se había convertido al cristianismo, quería mantenerse lo más alejado del rol de villano de la década de los 90, por lo que su idea para el match era lo que hoy se conoce como un Dream Match, una pelea entre dos leyendas con mucho respeto, apretones de mano y abrazos, para demostrar simplemente quien era el mejor. Pero Hogan tenía otros planes. Sabía que su estado físico no pasaba por el mejor momento y que en igualdad de condiciones, la ventaja del Chico Rompecorazones iba a ser demasiado.
Así es como Hogan terminó proponiendo un clásico Face vs. Heel, un técnico contra un rudo, un bueno contra un malo. Por supuesto, Hogan quería ser el bueno para asegurarse los aplausos del público y Michaels debía ser el malo de la pelea. HBK, quien se había convertido al cristianismo en la vida real no estaba muy convencido de la idea ya que no quería hacerse ver como un tipo incorrecto, pero accedió al trato con una condición: tendría que haber al menos una pelea extra en donde le tocara ganar a el, y quizás una tercera, extendiendo el programa, que podría trabajarse con la reacción del público.
Llegaron al acuerdo y Shawn se convierte en villano, pero dando un giro más bien burlesco hacia la figura de Hogan que generó el enojo del veterano.
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Se dice que, en parte por estas bromas, y en parte por su condición física, semanas antes de la pelea, Hogan dice que físicamente no está en condiciones para terminar el programa propuesto con Michaels y que la pelea de Summerslam sería la única del feudo. Y esa fue la gota que rebalsó el vaso para Michaels, quien seguiría manteniendo su promesa como buen cristiano, pero que lo haría de una manera muy especial: haciendo lucir a Hulk Hogan como un ridículo.
Y eso lo hizo a través de lo que en la lucha libre se conoce como un oversell o una sobreventa. El término se refiere a las veces en que los luchadores exageran los resultados de un movimiento para hacerlos ver más potentes de los que realmente son. Hay veces que una sobreventa funciona, como cuando La Roca sobrevendía la Stunner de Stone Cold, algo que la hacía lucir como un movimiento devastador.
Pero Shawn Michaels decidió sobrevender todas las maniobras de Hogan, haciendo que la pelea se viera más como una caricatura que como una lucha real.
Así es como, por ejemplo, Michaels recibía un simple golpe en el esquinero:
Acá vemos el lazo al cuello más poderoso de la historia.
Y para terminar, así es como recibió Shawn Michales el Big Boot de Hogan, antes de caer el suelo para esperar el Leg Drop que terminaría dándole la victoria al Héroe Americano.
La pelea finalmente se convirtió en un clásico que vale la pena revisar, pero por las razones equivocadas. Quizás si ambas estrellas se hubiesen enfrentado antes, otra sería la historia, pero lo que se vivió en Summerslam 2005 en medio de ese ring no fue la pelea entre una leyenda y un ícono, sino entre dos de los egos más grandes de la industria.
Los fanáticos de Hogan reprocharán siempre la falta de profesionalismo de Michaels, mientras que los fans de HBK defenderán lo que hizo para ridiculizar a una figura que a esa altura pedía más de lo que estaba dispuesto a entregar. De todas formas es un encuentro que, aunque Vince trate de olvidar, pasó a la historia como uno de los papelones más grandes de la historia de la lucha libre.