Más allá de la huelga de escritores y actores, los últimos meses de la industria cinematográfica de Hollywood han estado marcados por el decepcionante desempeño de recaudación de de dos emblemáticas franquicias: Indiana Jones, protagonizada por Harrison Ford, y la Misión: Imposible de Tom Cruise.

En ese escenario, no solo es claro que las ventas de entradas no lograron equipararse con los altos presupuestos invertidos en estas películas de acción y aventura, sino que también sus estudios (Disney y Paramount) tendrán perdidas gigantescas generadas por ambas producciones.

La principal debacle involucra a la quinta entrega de Indiana Jones, la que habría costado alrededor de 300 millones de dólares, sin considerar los costos de marketing que habrían sumado 100 millones adicionales. En ese contexto, y después de siete semanas en cines, la secuela apenas ha recaudado alrededor de 375 millones de dólares en todo el mundo.

Por otro lado, “Misión: Imposible 7″, con un presupuesto similar, ha recaudado $522 millones en cinco semanas y solo para recuperar la inversión la nueva entrega de Ethan Hunt debiese alcanzar al menos los $600 millones. Es decir, sigue lejos de salir de los números negativos.

Aunque sumen un par de millones adicionales por aquí o por allá, lo claro es que no existe una sola explicación para que no fuesen un éxito dos películas pertenecientes a franquicias renombradas. Pero aunque aún siguen los efectos de la pandemia, y el propio desafío de los costos de producción, sin duda uno de los efectos fue el hecho de que tanto Indiana como Misión Imposible quedaron a la sombra de fenómenos como “Barbie” y “Oppenheimer”.

Ni Indy ni el agente Hunt lograron capturar la atención de la audiencia, pese al renombre del primero y los elogios que tuvo la más reciente entrega de Misión Imposible.