La carrera de Jóhann Jóhannsson innegablemente comenzó a lograr reconocimiento a partir de sus colaboraciones con Denis Villenueve. El compositor islandés comenzó a ganar reconocimiento por su trabajo en Prisoners, aquél drama co-protagonizado por Hugh Jackman y  Jake Gyllenhaal, que transmitía pura desolación a partir de un thriller criminal como los de antaño, centrado en la desaparición de un par de niñas a plena luz del día y la subsecuente desesperación de un padre, cuya máxima de vida es hacer las cosas por iniciativa propia.

El trabajo de Johansson seguía esa premisa con una música tensa, que marcaba el contrapunto de una propuesta que agarraba la atención no solo porque sus giros estaban bien construidos, sino que también porque tenía un buen ritmo a la hora de picar las emociones bajo su tratamiento de suspenso, agobiando por el escenario de invierno en el que se desenvuelve la película. Y la música, obviamente, jugaba un rol determinante para ello.

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A partir de ahí, Jóhannsson se instaló como uno de los nuevos compositores más interesantes del último tiempo. Su siguiente gran trabajo fue hacer la música de La teoría del todo, quizás su trabajo más tradicional en el sentido de lo que necesitaba un drama como el propuesto por la película dirigida por James Marsh, centrada más en los aspectos humanos de Stephen Hawkins más que en sus avances científicos. Por aquella obra fue nominado al Premio de la Acamia por primera vez.

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Entre sus colaboraciones con cortos y documentales, el siguiente gran trabajo de Jóhansson fue su participación en Sicario, su segunda colaboración con Villeneuve y que se instaló en un diseño musical alejado de las melodías de La Teoría del Todo. En esta propuesta, que subvirtió la idea de lo que se podría esperar de una película con Emily Blunt como mujer dura, nos dejaban solo una cáscara al final que era acrecentada por el trabajo del islandés. Su música transmitía con su estilo de persecución al desagrado constante que requería aquella exploración sobre el rol de la mujer en una carrera que habitualmente son consideradas como trabajo de hombres.

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Su última gran película, toda vez que nunca sabremos cómo habría sido su versión del soundtrack de Blade Runner 2049, fue precisamente otra obra de Villeneuve. Con Arrival, Jóhansson nos trasladó no solo a sonidos de otro mundo que le valieron una segunda nominación al Premio Oscar, sino que también respondía a los temas de aquella gran obra que abordaba la fragmentación de la humanidad, los problemas para comunicarse y cómo determinan a tu vida las decisiones que tomas.

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En conversación con The Guardian, Jóhannsson afirmó alguna vez que: "en el cine convencional, generalmente hay demasiada música. En Arrival, el uso del espacio y el silencio es extremadamente importante. Cuando se necesita música, está realmente allí y tiene un propósito".

Dichas palabras tuvieron un efecto en Mother, ya que tras ser contactado por Darren Aronofsky para hacer la música de aquella película, en definitiva el islandés llegó a una conclusión: dicha obra no requería música tradicional, sino que un trabajo más focalizado en el diseño de sonidos, procesando instrumentos acústicos para incorporarlos a aquella historia bíblica.

Lamentablemente, estos trabajos quedarán marcados en el recuerdo, en una corta carrera ligada al cine y que elevó rápidamente a Jóhannsson entre los compositores más interesantes del último año, con trabajos imperdibles que lo llevaban a destacar rápidamente. Su muerte, el pasado 9 de febrero en Berlín, dejará un vacío y su voz, plasmada en la música que creó, lamentablemente se quedará sin nuevas composiciones.