Una década sin los Diana de Ahumada

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La época dorada de los arcade dio pie a verdaderas comunidades que giraban en torno a las máquinas. Sin duda el lugar más clásico de estos se emplazó en el centro de Santiago.


Colegiales de encubierto haciendo la cimarra, oficinistas enfrentándose sin cuartel en King of Fighters 98, Mortal Kombat o Street Fighter II, padres con sus hijos manejando en un simulador de ambulancia o de camiones y vendedores ambulantes corriendo escalera abajo para escapar de Carabineros. Esas son las postales que quedan en la cabeza de muchos adultos que buscaban en ese subterráneo ubicado en Ahumada escapar un momento de la rutina o simplemente probar lo último en juegos de videos.

Este sitio permitía acceder a un mundo de los videojuegos adelantado para la época, dado que ahí estaba la "creme" de las máquinas recreativas, tanto por la calidad de sus juegos que no estaban disponibles para las consolas hogareñas por su potencia gráfica - por ejemplo el primer House of the Dead, Tekken, Virtua Fighter, el Virtua Striker y  simuladores de carreras como el Speed Race -  o por la nostalgia de jugar juegos en base a vectores, tecnología punta de los 80, como los de Star Wars o Asteriods.

Pero todo eso llegó a su fin en 2006, cuando la delincuencia, los robos en el sector y la poca rentabilidad propiciaron su cierre. Todo ese proceso terminó con una "última cena" de los propietarios en el subterráneo del local y los trabajadores realizada en 2007. Ahora está ubicado en la planta baja de un caracol ubicado en Merced con Estado, abajo de varias peluquerías.

Ya nada queda de la arquitectura del subterráneo de Ahumada, que se fundaban en gruesos pilares de color crema y pasillos laberínticos que hacían casi imposible detectar los juegos que te gustaba si es que ibas por primera vez. Sólo los habituales sabían en qué sectores estaban ciertos tipos de máquinas. En un lado estaban las de peleas donde muchos eran conocidos por sus "chapas" que se colocaban en los rankings de puntaje, por otro los que jugaban a las máquinas de baile, en fin, los pinballs clásicos, los con animaciones, sectores de niños, era un jungla.

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La historia de este local en Ahumada ha tenido bastantes cambios. Los "Diana" partieron en 1934 con un juego de tiro al blanco. El nombre viene de la diosa romana de la caza y de la primera marca de los rifles alemanes que utilizaron en sus inicios. Todo este negocio del entretenimiento fue idea de  Roberto Zúñiga Peñailillo para darles a los niños de la época un poco de alegría y siguió en esa línea durante décadas.

Su familia decidió dividir esta empresa en Entretenimientos Diana, que se transformaría en el local de Ahumada, y los juegos Diana, el clásico ubicado en San Diego, donde su rueda de la fortuna (atracción que es conocida en el mundo como "rueda de Chicago") es parte del paisaje histórico de Santiago. Ahora ambos locales son firmas distintas y apuntan a negocios diferentes.

La vida del local de Ahumada partió en 1985 cuenta Gustavo Moraga, uno de los miembros de esta empresa familiar y que está a cargo del local en Merced. Si bien dice que en "casa de herrero, cuchillo de palo", porque no es tan fanático de los videojuegos y su pasión es la música, para él seguir en este rubro es más que un negocio, lo ve como mantener un enclave en que los padres y sus hijos pueden compartir y disfrutar.

Si bien el boom del local, en cuanto a calidad de los videojuegos como Street Fighter o Mortal Kombat, llegó en la década de los 90, la proliferación de la consolas hogareñas generó preocupación y pensaron que ya no seguirían yendo a jugar al subterráneo de Ahumada.

"Cuando aparecieron las consolas, pensamos que esto se podría ir a pique, creíamos honestamente que esa persona no se iba a molestar en venir si tenía los mismo juegos en sus casas. Pero prevaleció el rol del lugar de congregar a la gente en torno a un juego o que lo pasaban muy bien en el lugar. Incluso, muchos de ellos vienen ahora al local de Merced y recuerdan esos años para revivirlos porque acá todavía tenemos esos juegos clásicos. Se transformó en rito ir a los Diana", cuenta.

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Las competencias y el pinball de Kiss

Un sabio padre de Malcom dijo una vez: "Nadie vence a Sub Zero". Eso los sabían varios de los jugadores que se acumulaban en las tardes para comprar las fichas (que alguna vez costaron $ 50) para jugar Mortal Kombat. Día a día, esa característica arcade se llenaba para ver quién era el mejor. Mala suerte para los principiantes que se arriesgaban a probarlo y de repente se metía uno de esos "gladiadores" en el player 2. Eso sí que era un choque de realidad. En fin, Flawess Victory y para la casa… a buscar otra máquina para gastar las fichas. Los juegos de pelea en los noventa y principios del 2000 eran la principal atracción. Luego eso mutó en los de habilidad como Dance

Esa competencia diaria se repetía por los pasillos. También se hacía presente en un sector especial del entonces local de Ahumada, el sector de los "flippers" o pinballs. Ahí, estaban los más clásicos como el de Kiss, Playboy, o los más nuevos que tenían animaciones. El de Star Wars: La amenaza fantasma fue uno de los precursores en esa plataforma.

"Recuerdo que una época iba con mis compañeros de colegio y jugaba mucho a las máquinas de fútbol como el Virtua Striker. Además, me gustaba los antiguos como el World Soccer que se jugaba desde arriba con el rival al frente. Yo observé que el pinball de Kiss congregaba muchos oficinistas que iban todos los días de manera religiosa y compartían. Un día me acerqué a hablarles y  no solamente era tipos que gustaban de la máquina sino que era seguidores de la banda. Ahí se generaba algo especial porque yo podía hablar una banda importante del rock como esa y jugar un poquito también. Ese pinball, que aún lo tenemos, es la edición original 1978", señala Moraga.

Pero cómo se obtenían esas máquinas y se traían a Chile. Moraga explica que durante esos años se tenían que ver los catálogos, viajar al extranjero a probarlas y comprarlas. Ahora el sistema es más fácil y son enviados a Chile. Antes del cierre, recuerda que habían más de 200 de estos arcades, ahora en Merced superan los 100.

Actualmente están restaurando los juegos más antiguos y clásicos para ponerlos en el local. Sin embargo, ahora hay un sector donde están las máquinas antiguas y se han expandido para traer nuevas atracciones. Ya no se ocupan las míticas fichas, sino que todo es a través de una tarjeta que se carga con dinero.

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El comienzo del fin

"Cerramos el 2006, pero en 2007 se hizo una cena en el local en que participó la familia y sus trabajadores que llevaban más de 40 años. Fue una especie de rito", relata Moraga para explicar lo difícil termina con un sueño que había partido décadas antes. Pero, ¿Cuál fue la razón?: "Nosotros decidimos no amparar la delincuencia bajo ningún punto de vista. En esa época el tema de los asaltos en el Paseo Ahumada estaba fuera de control. Esta gente utilizaba los Diana como guarida. Al momento que empezamos a advertir de que esto era así, sencillamente no quisimos ser partícipes de esto. Somos una empresa que se caracteriza precisamente por lo otro, por pasarlo bien, entregar una entretención sana para la familia. No queríamos vernos manchados por algo tan funesto", dice.

En esa época los medios informaban sobre constantes robos a los jugadores del lugar, Carabineros decidió iniciar una fiscalización fuerte en los alrededores y también existían en el sector de Plaza de Armas redes de prostitución infantil. Todo se conjugó para que terminara la vida de ese emblemático local.

"Acá pagamos justos por pecadores. Cuando era inminente el cierre, iba mucha gente que no quería ir. Nos decían que estaban cerrando una parte muy importante de sus vidas, que ellos iban para allá y la consideraban una segunda casa. Obviamente algo así te duele, si eres capaz de brindarle un espacio de esta magnitud a alguien y por razones de fuerza mayor tuviste que bajar la cortina, es duro", indica.

Pero en fin, agrega, que "como el ave fénix" renacieron en Merced y están contentos por la clientela recuperada. "Ahora queremos tratar de recuperar lo que más podamos y tenemos un rincón de clásicos que la gente pensó que no iba a verlos nunca más. Están de vuelta".

Las máquinas de juegos están de vuelta. Los clientes siguen llegando y el recuerdo de los Diana de Ahumada continúa.

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