En 1912, un coleccionista de libros polaco llamado Wilfrid Voynich adquirió y dio a conocer uno de los textos más extraños que se conocen. Se trata del manuscrito Voynich, un libro ilustrado de 240 páginas el cual fue escrito por un autor anónimo, con un alfabeto que nadie conoce, en un idioma incomprensible. Solo se sabe, a través de análisis químicos, que fue escrito hace 600 años, pero a pesar de los esfuerzos de lingüistas y criptógrafos a lo largo de un siglo, nadie sabe de que trata el libro.
Pero lo que no han logrado los humanos y la ciencia tradicional, al parecer lo estaría logrando la inteligencia artificial, tal como un grupo de investigadores canadienses han dado a conocer. Greg Kondrak y Bradley Hauer de la Universidad de Alberta decidieron ayudarse con el poder de la computación y la nueva inteligencia digital para ver qué podían obtener. Y al parecer el secreto de este manuscrito está cada vez más cerca de resolverse.
Para hacer esta tarea, la pareja de científicos programó un sistema de redes neuronales para estudiar el texto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un documento que se encuentra escrito en 380 idiomas, con la finalidad de enseñarle a este sistema virtual a identificar patrones de idiomas.
Así es como la inteligencia artificial llegó a la conclusión de que el texto estaba escrito en una suerte de hebreo codificado, a diferencia de las teorías principales que hablaban de latín o de árabe. Luego, se creó un algoritmo que buscaba descifrar el código bajo el cual el texto está escrito, ya que si bien el alfabeto fue identificado, las palabras que formaban no tenían sentido, por lo que tenían que estar desordenadas con algún tipo de código o anagrama.
Tras todo este esfuerzo, el equipo logró identificar lo que sería el primer párrafo del texto: "Ella hizo recomendaciones al sacerdote, al hombre de la casa, a mi y a la gente".
Ahora bien, el trabajo completo no será hecho por el computador, sino que ahora, si la tesis es aceptada por la comunidad científica, debería ser tarea de los estudiosos de hebreo antiguo el poder darle sentido al texto y terminar, de una vez por todas, con uno de los grandes misterios de la literatura medieval.