El pasado 27 de diciembre, mientras muchos se preparaban para darle la bienvenida al nuevo año, en medio del frío de la Antártida un grupo de investigadores de la organización Subglacial Antarctic Lakes Scientific Access (SALSA) se preparaba para marcar un nuevo hito en la exploración de glaciares al acceder por segunda vez en la historia de la humanidad a un lago subglacial.
Desde 2016 esta organización dedicada a estudiar la geobiología de estas formaciones ocultas bajo el hielo de la Antártida había comenzado su trabajo para lograr perforar más mil metros de hielo con el fin de llegar al lago subglacial conocido como Lago Mercer. Una misión que recién culminó el 27 de diciembre.
De acuerdo a una publicación en el blog de SALSA, el equipo de perforación comenzó a trabajar en el "pozo principal la noche del 23 de diciembre y llegó al lago más rápido de lo esperado a las 10:30 pm del 26 de diciembre".
Con la perforación lista, todo estaba preparado para que los instrumentos de medición finalmente llegaran al lago, un proceso que comenzó el 27 de diciembre cuando el Deep SCINI Clump Weight "capturó imágenes del pozo y el lago y proporcionó mediciones de profundidad, conductividad y temperatura".
Antes de llegar al Lago Mercer, el único lago subglacial al que se había accedido era el Lago Whillans, que en 2013 reveló que estos ambientes extremos que permanecen ocultos a simple vista pueden albergar vida microbiana, además de ofrecer una oportunidad única para estudiar la biología y la química de uno de los ecosistemas más aislados de la Tierra.
"No sabemos lo que encontraremos", dijo John Priscu, biogeoquímico de la Universidad Estatal de Montana y científico jefe de SALSA, al sitio Earther. "Estamos aprendiendo, es solo la segunda vez que se hace esto".
Actualmente el equipo de SALSA está trabajando en terreno y desplegando un conjunto de instrumentos para estudiar el lago, como una sonda CTD, que mide conductividad, temperatura y profundidad, y un vehículo operado a distancia para tomar medidas similares.
Además los investigadores recolectarán muestras de agua y ADN microbiano, así como hielo de la parte superior del lago y sedimentos de la parte inferior. Todo para estudiar en profundidad este sitio que podría tener desde organismos que no han visto la luz del Sol en siglos, hasta evidencia de una eventual cercanía al mar en algún punto de su historia.