Larga vida al Millennium Falcon

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Solo amor hay para la nave que es sinónimo de Star Wars.


En la saga de Star Wars existen múltiples diseños de naves que son completamente icónicos y que están arraigados en la memoria colectiva. En la película original, todo comienza en torno al alargado Tantive IV de los rebeldes, dando paso posteriormente al colosal Star Destroyer que representa la hegemonía y el poder imperial.

Por cada modelo de Tie utilizado por las fuerzas imperiales, incluyendo el notable Tie-Interceptor que es el favorito de muchos, también está el emblemático X-Wing. Sumen la variedad de vehículos rebeldes, como el clásico Snowspeeder de El Imperio Contraataca, y darán con una amplia gama para todos los gustos.

Pero si existe una nave que es sinónimo de Star Wars, ese es el Millennium Falcon, el carguero coreliano modificado que comenzó sus días como una nave insigne entre contrabandistas, pero que innegablemente terminó asociada a la rebelión. De hecho, quizás por eso es la encargada de realizar el disparo definitivo que destruye a la Segunda Estrella de la Muerte y termina con la era del Imperio.

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El Millennium Falcon no solo cuenta con un modelo completamente atractivo, también nos las presentan inicialmente como la nave más rápida de la galaxia, superando el corredor de Kessel en tan solo 12 parsecs. Luego, episodio a episodio, su valía es demostrada a fuego.

La nave no solo es el foco de un montón de momentos recordados, ya sea con el inicio del entrenamiento de Luke o su escape a través del campo de asteroides, sino que también tiene una personalidad por si misma. No me refiero al elemento de retrocontinuidad agregado por la película dirigida por Ron Howard, sino que por todo lo que sucede en su interior durante la trilogía original.

Mientras es constantemente de chatarra espacial, y su valía es puesta en duda, los creadores a cargo de la franquicia actualmente tienen muy clara su relevancia. Así pasó en su reintroducción en el Episodio 7, pero también con aquella frase de la batalla final del Episodio 8 que nos recuerda el por qué los villanos odian tanto a esta nave.

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Pero nada de lo hecho en esas secuelas, ni en lo que en definitiva ocurra en el último capítulo de la saga Skywalker, una vez que Lando recupere el control, podrán borrar que el Millennium Falco fue, es y será la nave de Han. Esa relación es tan poderosa, que una mera frase del tráiler del Despertar de la Fuerza, aquella que plasmó que Solo y Chewie estaban de regreso a casa, sirvió para poner un montón de traseros en las butacas.

Ese es el tema a la larga. Por muchos nuevos modelos de naves que sean creados a futuro, sea cuál sea la revisión de diseño concretada en las películas de Disney que están por venir, nada podrá igualar al Halcón como una nave que es sinónimo de Star Wars.

Ninguna nave será tan emblemática como aquella que conocimos en Mos Eisley y surcó los cielos de nuestra imaginación desde entonces.

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