Como cada 8 de febrero, y en respuesta de los pisqueros nacionales al Día del pisco sour celebrado en Perú, este miércoles en Chile se conmemora el denominado "Día de la piscola", una jornada que para no pocos tiene carácter de sagrada procesión. Es algo así como un llamado, una verdadera convocatoria para la religión piscolera, con el objeto de degustar el sacro menjunje considerado como el trago nacional por excelencia.

Ya sea en un local o, en su defecto, comprando los benditos ingredientes que conforman el elixir que mezcla el clásico destilado de la vid con una bebida de fantasía, existen algunos elementos bases que definen a la piscola perfecta.

Claro que para muchos la perfección solo se alcanza en el combinado hecho por la mano propia y no la armada en un local.

EL PISCO

Es la decisión más personal de todas. Para muchos representa un lazo para la posteridad, porque hecha una vez la elección, rara vez se cambiará a futuro. Así es que no hay mucho espacio al debate. Es como cuestionarle a otro el equipo de fútbol preferido.

Pero claramente en un día como hoy olvídense de las alternativas baratas-económicas-me-tomaría-esto-solo-si-quiero-borrarme que solo son opción cuando uno quiere ir directo a la guerra. En el Día de la Piscola, hay que darse un gusto.

La mejor opción es uno artesanal, y hay que reconocer que en el país vecino que reclama la propiedad de la marca hay alternativas superiores, pero la jugada en esta jornada es apuntar a un pisco de mayor calidad a los sospechosos de siempre. También está la apuesta por uno de 40 grados, en vez de la tradicional elección de 35° que acompaña la promo habitual. No, en un día como este opten por apuntar alto, aunque no tiene por qué ser siempre del crimen.

En el mercado existen múltiples opciones, aunque en los últimos años alternativas como Los Nichos y el bendito Horcón Quemado se han instalado con propiedad como las opciones accesibles de la denominada "gama alta" de la piscolería nacional. Si el bolsillo no da, siempre está el rendidor Alto o el Malpaso.

LA BEBIDA

Las bebidas blancas, más "ginger" que las negras, son la mejor elección para un grupo importante. Pero en lo que concierne a la piscola tradicional, no hay mucho espacio a la duda y la alternativa siempre será apostar por la opción que nos vende marketing de osos blancos y viejos pascueros. Su competencia directa nunca es opción. Como estamos hablando del Día de la Piscola, tampoco lo son los sucedáneos más económicos.

La clave en todo caso está en la medida justa, para evitar que queden cabezonas. También tienen que estar más heladas, para no recurrir en exceso al hielo.

Según auto-denominados expertos, la clave es una medida de tres dedos de pisco por una de bebida. No obstante, lo único que importa es que el color no se trasluzca. Es decir, que al ver el vaso lleno de piscola, uno no pueda verse la hora en la muñeca.

La idea no es quedar como el Che Chopete.

EL HIELO

La idea es no "aguar" la piscola, por lo que no es opción llenar el vaso de cubos de hielos. A lo caballero, con un par basta y sobra.

EL LIMÓN

Existen algunos gallardos que sostienen que una rodaja de limón es el toque final, pero no siempre están a la mano. Otros agregan gotas de jugo de limón. Pero este redactor sostiene que es un agregado que le resta pureza a la idea original de la piscola.

¿Y cuántas?

Para cerrar, según el Compadre Moncho, la medida justa son 2 piscolas y media. No más, no menos.