Hablar de Little Richard inevitablemente es hablar de los orígenes del rock and roll. También de una figura que rompía los estereotipos y de hits que sobrepasan la barrera del tiempo para instalarse como clásicos inmortales.
En mi caso, sin embargo, lo primero que se me viene a la mente con solo mencionar a ese legendario cantante, que falleció este sábado a los 87 años de edad, es Depredador.
En mi casa, aquél clásico ochentero dirigido por John McTiernan era una constante, pues era la película favorita de mi padre.
Completamente ensimismado, se la repetía cada vez que la daban en televisión abierta. Años después, cuando ya teníamos VHS, y comencé con una pequeña colección adquirida en el Persa de Teniente Cruz, se la repetía aún cuando tenía a mano muchas otras alternativas.
Con el tiempo lo entendí, ya que Depredador es sin duda una de las mejores películas de acción de todos los tiempos. Pero para mi viejo era más, era la mejor película del mundo.
Y ahí estaba, repitiéndosela o contándome que recién se había dado cuenta que una de las flechas de Dutch atravesaba un árbol o para apuntar al más mínimo nuevo detalle que encontraba con cada revisión.
En ocasiones podía verla en lapsos de tiempo muy cortos y eso llevaba a que en la casa le dijesen que ya se estaba demasiado rayado.
Pero ahí estaba él, viendo una y otra vez la secuencia de inicio del descenso del Depredador a la Tierra, la presentación de Dutch con el apretón de manos a Dillon y la secuencia inicial sobre el helicóptero.
La misma que nos presenta a cada uno de los personajes del escuadrón, dejándonos claro todo lo que necesitamos saber de ellos. Y todo al ritmo de Long Tall Sally de Little Richard. Una canción que era parte de mi familia aún antes de que supiese quién era el pequeño Ricardo.
Mi padre murió hace una década y obviamente extraño que siga repitiéndose al día de hoy Depredador, que nos sentemos de principio a fin, incluida esa gran escena en el helicóptero al compás de Little Richard.
De hecho, aunque 200 otras producciones utilizaron su música, ningún momento es mejor que ese. Al mismo tiempo, ninguno significa más para mi.
Aunque Spotify está al alcance de la mano para escuchar su legado, a la larga creo que la mejor forma de recordar a mi padre y a Little Richard es ponerme a ver Depredador y seguir con lo que era una tradición.