La Nintendo Switch lleva tan solo 6 meses en el mercado y ya se ha convertido en uno de los mayores éxitos de la historia reciente de Nintendo. No sólo a nivel de conexión con el público, quienes han convertido a la consola en un éxito de ventas, sino también con los desarrolladores, quienes por fin están volviendo a ver a los equipos de la gran N como una alternativa viable para publicar sus juegos.
Esta semana nos enteramos que la saga de Doom regresa a Nintendo con un port del juego lanzado el año 2016, considerado uno de los mejores de la saga. La sanguinaria y violenta aventura podrá disfrutarse en todo su esplendor de manera portátil, aunque con ciertas concesiones: evidentemente hay un downgrade gráfico con respecto a las versiones de sus hermanos mayores, el modo de edición de mapas no estará disponible, pero quizás el más notorio de todos es que los cartuchos solo incluyen el modo de campaña, y el modo multijugador es una descarga aparte que si bien, será gratuita, obligará a contar con una buena tarjeta micro SD a la mano.
Y esta no es la primera vez que pasa. La compilación de Resident Evil Revelations solo incluirá uno de los dos juegos en el cartucho, el segundo tendrá que bajarse con un código desde la tienda digital. Y quizás el caso más especial de todos es el de NBA 2K18, cuya versión digital saldrá a la para con la de las otras consolas del mercado, pero la versión física fue retrasada indefinidamente, probablemente para pensar de qué forma podría caber el juego en el cartucho.
El principal problema es que, mientras más juegos modernos sigan llegando a la Switch, más de estos problemas tendremos. En el caso del NBA 2K18, por ejemplo, el juego viene con una descarga inicial de 6,8 GB, un update inicial que agrega la mayoría de los modos de juego de 16,1 GB y 5 GB extras por cada save file que queramos hacer.
Es cierto, son cantidades incluso inferiores a las que tienen que manejar hoy los juegos de PS4 y Xbox One, pero en esos casos, estas venían con mucha más capacidad que los 32 GB iniciales de la Switch.
La solución es una sola: ampliar la memoria mediante tarjetas SD. Una solución costosa, que sin duda eleva aun más el precio de una consola que ya es conocida por tener accesorios bastante caros. Una memoria de 256 GB, que es un cuarto de la capacidad con las que se vende la competencia tiene un valor de 126 dólares. Una capacidad que claramente se irá haciendo cada vez más y más reducida en la medida que la consola se haga más y más popular.
Quienes más pueden salir ganando con este problema son los estudios indies y por supuesto, la propia Nintendo, quienes ofrecen experiencias de juego que gastan muy poca memoria y, en el caso de los indies, a muchos menores precios que los juegos de retail. Nintendo, a su vez, posee el secreto para hacer que sus títulos ofrezcan gran cantidad de contenido en tamaños pensados para la Switch.
Lo cierto es que el factor del espacio puede que se convierta en el futuro en algo mucho más grave que un downgrade gráfico o la falta de algún modo de juego para decidir que versión del juego comprar, y quienes siguen optando solo por Nintendo van a tener que desembolsar una buena cantidad de dinero para que su consola quede a la altura de la competencia. Porque al parecer los cartuchos se han convertido en una buena idea sólo para los jugadores y los estudios quieren evitarlos lo más posible. Y el costo de esa decisión siempre es para el usuario.