Veinte años es mucho tiempo para el mundo de la tecnología. Hace 20 años, por ejemplo, los celulares tenían teclas y antenas que salían como una protuberancia, la conexión a Internet aun dependía de la línea telefónica y la gente esperaba ansiosa la llegada de Windows 98. Y fue en un día como hoy, hace exactamente 20 años, que dos innovadores de Silicon Valley fundaban una compañía que hoy es una de las más grandes de la industria del entretenimiento: Netflix.

Pero para esa época, Netflix no era lo que es hoy. Estaba lejos de ser la fuente de nuestras maratones de series de fin de semana o una productora de series tan importantes como House of Cards, Stranger Things o Black Mirror. No. Hace 20 años, Netflix no era más que una idea que ni siquiera tenía su nombre definido. La historia comenzó em agosto de 1997, cuando Reed Hastings y Marc Randolph  decidieron fundar una compañía que venía a revolucionar una industria que hoy casi ni existe: la del arriendo de películas.

Pero en ese momento, la empresa aun estaba afinando detalles, incluyendo el de su nombre. La inscribieron como Kibble, palabra en inglés que se refiere a un tipo de comida para perros. Marc Randolph señalaría años más tarde que eligieron un pésimo nombre al comienzo para poder empezar a trabajar en su empresa lo más temprano posible y que el nombre perfecto llegaría una vez su idea estuviese operativa.

Y la idea del Netflix original, ese que nunca salió de las fronteras de Estados Unidos era la siguiente: un sistema de arriendo de películas por correo. Eligiendo desde un catálogo en internet, los usuarios podían pedir una película, la cual llegaba en un día a su casa, podían mantenerla hasta por siete días, y para cambiarla, solo debían devolver el DVD prestado usando el mismo sobre en el que llegó, ya que tenía el envío postal prepagado. De esta forma, se evitaban uno de los grandes problemas que tenía la gente que arrendaba películas en esa época: las multas por atraso.

Ni siquiera había que salir de la casa para arrendar uno de los 900 títulos con los que partieron en California.

Fue en el año 1998 cuando la empresa finalmente lanzó NetFlix.com (sí, así se llamaban) y presentaron su revolucionario sistema de arriendo de películas al mundo. Para promocionarse, tenían un comercial que en ese tiempo, y por el presupuesto que manejaba la compañía, se veía más o menos así:

https://www.youtube.com/watch?v=akWxRqObbEM

Arrendar cada película costaba 4 dólares, salvo los estrenos, que valían cinco.

Pero un año más tarde, Netflix daría el gran salto. Aun siendo un sistema de arriendo de DVDs, cambiaron el sistema de pago de pago por película a una suscripción, en ese entonces, de unos 15 dólares, lo que te permitía tener en tu casa hasta 4 películas, todo el tiempo que quisieras. Simplemente armabas tu lista y Netflix la enviaba a tu casa en la medida que las copias se iban haciendo disponibles. La rotación se mantenía en curso ya que cuando llegabas a las cuatro películas, necesitabas devolver las que ya tenías para pedir las nuevas, y dado que simplemente llegaban en un sobre por correo, las personas pedían, y pedían y pedían películas.

Años más tarde, llegaría una opción ilimitada, con 20 dólares mensuales, y así, Netflix se catapultó al estrellato.

De hecho, no fue hasta el 2007, 10 años después de su nacimiento, que Netflix empezó a ofrecer un servicio de streaming para complementar al arriendo de películas. El 2012, cuando Netflix decidió que sería una compañía 100% de streaming, sobre todo luego del éxito de House of Cards, separaron su negocio de arriendo de discos en un sitio manejado por ellos, llamado DVD.com, el que sigue funcionando y posee 4 millones de usuarios en Estados Unidos, único país donde sigue operando.

Así que mientras muchos de nosotros disfruta de la dicha de ver una temporada completa de una serie nueva desde el celular si es que queremos, Netflix aun no olvida a la generación que cada vez se hace más pequeña, pero que sigue prefiriendo el romanticismo de colocar un disco en su televisor y de recibir sobres que tengan algo más que las cuentas impagas.