¿Es real algo que descifras a partir de tus recuerdos? ¿Cómo conservas la imagen de una persona cuando intentas sopesar la oscuridad que lo atrapó en un momento feliz que compartieron? Ese tipo de interrogantes instala Aftersun, una excelente propuesta cinematográfica que marca el debut de Charlotte Wells como directora.
Situándose como un caleidoscopio de sensaciones nostálgicas que siguen teniendo efectos en el presente, Aftersun es una revisión sobre algo que sucedió, que quizás no comprendiste en su momento y que ahora buscas recomponer a partir de tu propia experiencia para llenar un vacío que, quizás, con suerte, solo te permitirá llegar a la aceptación.
Para que entiendan qué diablos significa lo anterior, y sin entrar en detalles, ya que esta es una de esas películas que se presenta como una alcachofa, con múltiples hojas que devoras poco a poco para llegar al corazón, Aftersun es una historia melancólica que aborda una vacación en Turquía entre un padre joven y su hija prepúber.
En esa travesía, ambos comparten al máximo este tiempo juntos, pues no viven ni siquiera en el mismo país, y los acompañamos en sus conversaciones, silencios e inclusive desavenencias mientras nadan en el mar, juegan pool, cantan karaoke o simplemente toman sol. Son esas mismas situaciones las que también van revelando poco a poco elementos de sus dos personajes principales, interpretados con una naturalidad sorprendente por Paul Mescal y la joven Frankie Corio.
Por un lado, el padre, Calum, está marcado por una serie de carencias que de una u otra forma están relacionadas con sus posibilidades económicas y, más importante, su propia felicidad. En la otra esquina, la hija, llamada Sophie, está experimentando su propio despertar como un individuo que poco a poco dejará de ser la niña de papá.
En el medio de eso está el amor de ambos, y la búsqueda de conexión ante la separación de sus respectivas cotidianidades en casa, pero también están las diferencias propias que surgen de una ausencia. De ahí que poco a poco también va quedando claro que hay otra protagonista en todo el cuento: la Sophie del futuro que 20 años después ve los registros en video de esas vacaciones para intentar comprender a ese padre que ya no está.
A partir de ahí, la película, que generalmente está centrada en el punto de vista de la niña, va intercalando momentos que quizás son imaginarios de parte de la Sophie adulta, ya que ella intenta llenar a esos vacíos que estuvieron ahí y no vio del todo, pues su padre atravesó un agujero negro del que quizás nunca logró salir. Décadas después, ella solo busca comprender.
Aftersun es una película simple, pero que no cae en obviedades y se deja sentir para apretar el corazón. También es una propuesta muy llamativa, ya que su narrativa está intercalada de forma inteligente, sin lanzar respuestas a la cara, para replicar el propio vacío que queda cuando uno intenta solucionar aquello que probablemente nunca sanará del todo, pero con lo que quizás si podemos reconciliarnos. Algo con lo que debemos aprender a vivir.
La película es, a la larga, el viaje de aceptación de que ese tiempo en Turquía fue su último baile juntos y es justamente en ese tipo de aspectos, de mucha intimidad y naturalidad en la relación, en donde logra instalarse como un imperdible en tiempos en donde la cartelera está tan mediada por el lugar común.
Aftersun será estrenada por el streaming MUBI, pero a partir de este jueves está en cines seleccionados como el Cine Arte Alameda, Insomnia Cine de Valparaíso o Cinépolis Casa Costanera, entre otros.