Que son realizadas por un comité. Que tienen una fórmula que evidencia sus falencias. Que son una fábrica de salchichas. Que esto, que lo otro y todo lo demás.
Las críticas sobre las películas de Marvel Studios están presentes casi desde el origen mismo de su universo cinematográfico (MCU), acentuándose con cada agujero en el cielo, cada escena post-crédito irrelevante o cualquier narrativa que tenga como único fin presentar al próximo capítulo de esta teleserie sin fin.
Ant-Man and the Wasp: Quantumania, la más reciente producción de la saga comandada por Kevin Feige, condensa cada uno de los elementos que se le han criticado al MCU y también agrega varios más. Por un lado, es una fórmula que no propone nada nuevo y que está plagada de decisiones de comité que solo buscan preparar el camino para futuras producciones. Claro, en vez de preocuparse del aquí y el ahora de esta historia.
También es una salchicha, y no precisamente del mejor nivel de embutido pirotécnico para las audiencias, y un capítulo que aporta bastante poco a sus personajes. Pero aún con todo lo anterior, lo peor de todo es que su resultado final entrega una propuesta plana, inclusive en términos visuales, que no saca partido a la exploración del Reino Cuántico que está al centro de su historia.
A grandes rasgos, esta nueva producción toma las consecuencias de Avengers: Endgame para plantear que Scott Lang (Paul Rudd) sigue con su vida recibiendo todos los beneficios de ser un Vengador, incluida la fama que le ha permitido escribir su propio libro para hacer de su leyenda algo más grande. Al mismo tiempo, lamenta el tiempo que perdió con su hija, mientras que la familia Pym ha integrado a Cassie (Kathryn Newton), quien ahora se demuestra como una inventora altamente capacitada que ha sido apadrinada por Hank Pym (Michael Douglas).
En ese escenario, y en medio de una cena familiar, Cassie revela que ha estado trabajando en un dispositivo que cuenta con la capacidad de explorar el Reino Cuántico, algo que impediría que personas se vuelvan a perder en ese lugar, tal y como sucedió con el propio Scott y Janet van Dyne (Michelle Pfeiffer). El problema es que esta última comienza a actuar erráticamente cuando la señal es activada, pues no les ha contado aún sobre un inmenso peligro que está oculto en ese lugar sub-atómico.
A partir de ahí ocurre lo inevitable: la señal es captada desde el Reino Cuántico, los Pym y los Lang son transportados a este lugar lisérgico, el cual se presenta como una locura de ciencia ficción cósmica plagada de criaturas y seres extraños. Más aún, la preocupación de Janet sobre el reino es revelada: un tipo que se hace llamar Kang (Jonathan Majors) fue atrapado en el lugar por sus variantes del multiverso, ya que sus planes por en riesgo a toda la existencia. En este o en cualquier plano.
Sin entrar en más detalles, es claro que Ant-Man and the Wasp: Quantumania tiene como principal objetivo ser una mera introducción al concepto del multiverso que marcará a la próxima gran saga del MCU. También presenta a la próxima gran amenaza nivel Thanos, que en este caso es un Kang que sin mucho esfuerzo está entre los puntos rescatables de la película. Pero el resto del envoltorio deja bastante que desear.
Aunque los diseños de algunas criaturas están en un nivel aceptable, y su fusión con algunas habilidades especiales es llamativa (como el ser cuyo “jugo” permite que se entienda cualquier idioma), el mundo del Reino Cuántico luce extremadamente plano. Sí, tienen muchos colores, pero también se nota el excesivo trabajo de pantallas verdes que quitan cualquier profundidad de campo y provocan que cualquier riesgo en pantalla se vea disminuido.
Lo anterior se debe a que cuando algo luce demasiado falso, se tiende a favorecer el rechazo del espectador. Si sumamos el hecho de que la historia carece de una buena narrativa, la experiencia de esta Quantumania se convierte en algo letárgico, aburrido, fome. No solo eso, aunque gente termine abrazando lo presentado por este nuevo rincón del MCU, igual no podrán evadir el hecho de que este reino presenta una mescolanza de diseños e ideas vistas y ejecutadas de mejor forma en un montón de otras películas. Inserten el meme de George Harrison en Los Simpson para traer a colación constantemente que “esto ya se ha visto”.
El otro problema es que más allá de ese aspecto visual, que está arraigado en el MCU por la presión de la compañía y su modo de operar sobre las casas de efectos visuales, no hay mayor desarrollo en los personajes. A pesar de que la película pone el acento en la relación de Scott y su hija, quien obviamente ahora tiene su propio traje superheroico, el resto de personajes no tienen mayor desarrollo y eso incluye a la Avispa interpretada por Evangeline Lilly que está en el propio título de la película. Peor aún, la propia narrativa carece de sorpresas, toca teclas demasiado habituales y peca de contar con la más mínima señal de riesgo. En resumen, la película es blanda, torpe, plana y mal ejecutada, potenciando los problemas de dirección a cargo de Peyton Reed que ya quedaron en evidencia en las películas anteriores de Ant-Man.
Lo que queda al final, visto desde el microscopio más misericordioso, es un mero tentempié para lo que está por venir. Sin embargo, lo anterior no puede ser justificado y también es necesario recalcar que esa misma esencia introductoria termina jugándole en contra a una película cuyo resultado final es tan pequeño como una hormiga. Pero definitivamente no cuenta ni con una pizca de su fuerza relativa.
Ant-Man and the Wasp: Quantumania llegará a los cines este 15 de febrero.