Review | Bright, cuando las buenas ideas se convierten en una gran pérdida de tiempo
El primer blockbuster de Netflix es mucho más competente que Suicide Squad, la anterior película de David Ayer, pero demuestra que con el potencial no alcanza.
Quizás lo más sorprendente de Bright es la forma en que desperdicia todo lo que tenía a su favor, sin identidad ni una narrativa atractiva. Netflix puso sobre la mesa la posibilidad de concretar su idea como un proyecto cinematográfico de gran presupuesto, con todo y Will Smith en el medio, solo para presentar de vuelta una decepcionante experiencia.
No solo esta película no se justifica con los suficientes argumentos visuales como para defenderse con la camiseta de un mero blockbuster palomitero, sino que también está entrampada por desperdiciar completamente el mundo de fantasía criminal que se decide a construir.
Su premisa es bastante simple: miles de años atrás, seres de fantasía colisionaron con la humanidad en una gran guerra que los enfrentó bajo el poder de un señor Oscuro. En la actualidad, olvídense de toda esa épica, ya que los pobres orcos y los acaudalados elfos viven junto a los humanos en las grandes urbes modernas. Ah, sí, en el medio hay hadas que son tratadas como moscas.
En ese contexto, por primera vez un policía humano trabaja codo a codo con un policía orco, pero toda su experiencia laboral se va al demonio debido a un incidente en donde el humano es baleado por un orco que su compañero no logró atrapar. Es decir, en el fondo su propuesta es la de una clásica dinámica de "pareja dispareja de policías" que no debería tener opción alguna de funcionar.
El dueto, en medio de los problemas de racismo en la ciudad de Los Angeles, inevitablemente se topan con un artefacto de suma importancia: una varita mágica, algo que solo puede ser utilizado por los Brights y que permite cumplir todos los sueños imaginables. En el camino, una banda de elfos con oscuras intensiones persigue a la pareja de policías, mientras poco a poco queda claro que los orcos no son precisamente muy inteligentes y la dupla se va topando con policías corruptos y pandilleros peligrosos.
Todo eso suena bastante bien, pero Bright puede ser resumida por una secuencia particular. En un momento, en los cielos de la gran ciudad se divisa un dragón volando en medio de los edificios. Eso obviamente entusiasma por las posibilidades que podría tener toda esta mezcla de fantasía y acción urbana, pero ese elemento se queda en la nada misma. Es un chiche y a partir de ahí todo se va en picada.
Bright poco a poco se va desinflando y ese es el gran tema de esta producción dirigida por David Ayer, quien ya hizo una película de policías (End of the Watch) que sí vale la pena. La primera gran superproducción de Netflix tenía potencial para concretar una propuesta de fantasía mucho más interesante que lo que a la larga termina en pantalla. Y aunque no es lo horrible que algunos venden, con eso no alcanza.
De hecho, en Bright los conceptos no son bien desarrollados, el mundo de fantasía solo es abordado de forma superficial y la dinámica entre los policías no están ni cerca de lo que el propio David Ayer escribió en Día de Entrenamiento. No solo eso, su narrativa carece de sorpresas que justifiquen su promesa, la acción se queda en balaceras poco emocionantes y, más importante, sus personajes principales no tienen carisma. Y eso es realmente grave en una película de una pareja dispareja.
No es menor que el resultado final refleje, por un lado, los problemas de su director a la hora de abordar el entorno pandillero latino de Estados Unidos, algo que ha marcado a toda su carrera e inclusive agregó en Suicide Squad. Por el otro lado, también se instala además como un desperdicio que remarca lo "Midas inverso" en que se está convirtiendo el escritor Max Landis (Chronicle, Victor Frankenstein). Esta no es la aburrida excepción.
https://www.youtube.com/watch?v=6vegxDNeLG4&t=3s
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