Review | Brightburn vuela muy bajo
Esta oscura versión de Superman carece de novedad, o el suficiente oficio de sus responsables, para validar a su débil propuesta que solo se queda en su idea base.
En primer lugar, privada de su presentación con bombos y platillos en la pasada Comic-Con de San Diego, Brightburn llamó la atención por tomar el concepto de Superman para volcarlo hacia el territorio del terror. Al mismo tiempo, también entró al radar por contar con el amparo de James Gunn como productor. El realizador, que no es ajeno al terror debido a sus primeros años en la productora Troma, respaldó a esta historia co-escrita por su hermano Brian Gunn y su primo Mark Gunn, lo que dejó en claro que todo estaría en familia.
Pero más allá de la idea base, todo en Brightburn representa una oportunidad desperdiciada que nunca despega para subvertir al hombre de acero. En primer lugar, hay que remarcar que reinvenciones de Superman existen por doquier en los cómics.
Ahí están desde el Capitán Marvel original de la editorial Fawcett al Supreme de Rob Liefeld pulido por Alan Moore. También el Apollo de The Authority o el pastiche de Hyperion en Marvel Comics. Inclusive el despiadado The Homelander de The Boys o el descontrolado Plutoniano creado por Mark Waid en Irremediable toman como inspiración al último hijo de Krypton para crear algo nuevo. Y hay un montón de personajes más.
Gran parte de esas creaciones inclusive se alejan del espíritu heroico del hombre de acero para transformarse en las mayores amenazas de sus respectivos mundos, corrompiendo los ideales de aquél héroe venido de otro mundo, que fue moldeado por la educación de sus adoptivos padres terrícolas. Sin embargo, lo que cada uno de ellos tiene en común es que sus propias reinvenciones están consolidadas en un tono y una propuesta que estruja al arquetipo, para hacer algo propio que no sea un mero remedo del legendario héroe original.
Por el contrario, y desde el primer minuto, en su origen como un niño que proviene de otro mundo en una nave espacial, hasta el momento en que conoce su verdadero legado, el personaje al centro de la historia de Brightburn nunca se desprende de su inspiración. Es alguien que no encaja con su mundo, que es amado por sus padres adoptivos y que guarda un poder que podría convertirlo en todo un salvador.
Pero el dispar tono que dan a esa historia y las torpezas narrativas que buscan solventar su cambio, intentando vender como sorpresa al despertar de su maldad, provocan que la propuesta de esta película simplemente no cuaje.
Brightburn, dirigida por David Yarovesky, quien en el pasado colaboró con James Gunn, propone a grandes rasgos una historia en la que, al más puro estilo de Dragon Ball, que también fue inspirada por Superman, un niño es enviado a La Tierra para conquistar al mundo. Pero sin golpearse la cabeza, su verdadera esencia es guardada en su interior hasta que es activada por la nave que lo transportó y que le entrega un solo mensaje: domina al mundo.
La película no hace mucho hasta que el niño acoge ese mensaje y se decide a abrazar la idea de que es un ser superior que está por sobre todos los humanos. Dicha revelación, que bien podría ser realizada muchísimo antes, en vez de intentar infructuosamente que las relaciones familiares importen, termina entregando una propuesta que solo queda reducida a un mero pretexto, dando rienda suelta tardiamente a su ángel malvado en los últimos actos de su historia.
El mayor problema es que, una vez que la carne oscura es puesta sobre el asador, el tono tampoco se decide a abrazar completamente el terror ni a la barbarie de un niño amoral con el poder de un Dios. Casi ausente está el gore, por propia decisión de los distribuidores que censuraron las partes más sangrientas de la película para Latinoamérica, y la ejecución de los poderes del malvado Brightburn tampoco son ejecutados de forma novedosa para mantener la atención durante su breve metraje que no sobrepasa los 90 minutos.
Peor aún, aunque dure poco, esta película se siente larga y tediosa, autoconsciente de sus restricciones presupuestarias, pero careciendo de ingenio para hacer algo realmente nuevo con lo que tienen para matar. Nunca abrazan del todo al terror de un poder superior incontrolable.
No hay duda de que para muchos Brightburn será una completa novedad como versión malvada de Superman, pero esa falsa gracia se extingue cuando uno tiene en claro la existencia de la infinidad de pastiches de Superman en el genero superheroico que están mucho mejor conceptualizados que esta reinvención. Una que, para peor, solo queda armada como una aburrida historia de origen que ni siquiera entrega las dosis de sangre que la habrían hecho mucho más satisfactoria.
Su mayor factor de redención es que al menos en el cine sí es una novedad, y contrasta con la norma Marvel que ha dado pie a la mayoría les guste el mismo tipo de chocolate, por lo que puede ser una nueva puerta hacia otro tipo de sabores. Y eso siempre se agradecerá en un género que sigue siendo explotado de forma superficial en la pantalla grande, pese a la gran cantidad de estrenos anuales.
Sin embargo, también hay que tener en cuenta que eso no basta al consideran que en Brighburn sus realizadores nunca abrazan completamente el oscuro concepto que tenían por delante y termina reducido a un mero prológo insatisfactorio que plantea un futuro que ya no me parece interesante de explorar.
El solo hecho de que esto cuente con una escena post-créditos, para tantear un universo extendido, solo termina demostrando que intentaron jugar a la segura con las mismas reglas de los estrenos mainstream. Esa termina siendo la señal que explica el por qué Brighburn nunca iba a aprovechar completamente el terreno que tenía despejado para volar mucho más alto.
https://www.youtube.com/watch?v=rrVlQtn_g8o
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.