Nunca fui fanático de la saga de Chucky. De hecho, de todos los asesinos slashers que contaron con múltiples secuelas, el único que nunca me interesó fue dicho muñeco diabólico. Es decir, difícilmente habría estado a la defensiva con la nueva película recientemente estrenada, más allá de que Hollywood actualmente solo regurgite marcas.
Pero este nuevo Chucky con la voz de Mark Hamill, para sorpresa de todos aquellos que no daban ni un peso por su idea, no es un vómito que utiliza una marca para pasar por caja y ser una mera réplica de la historia creada por Don Mancini.
Aquí reinventan completamente a la franquicia, creando una historia diferente al del original que nos planteaba que el alma de un asesino serial quedaba atrapada al interior de un juguete. Es más, hacen algo que rara vez se genera en los remakes, reinicios y secuelas: proponer algo diferente. Y como lo único que comparten con el original es el título y la idea de que un muñeco asesina gente, todo el resto es cancha.
Ese hecho no quiere decir que esta nueva película vaya a ser recordada para la posteridad como un nuevo hito que explora nuevos confines para el género del terror, y existe la posibilidad de que muchos de los que la vean simplemente la descarten por el hecho de que el diseño del muñeco juega muy en contra de su propuesta, pero hay que reconocer que a grandes rasgos este nuevo Chucky funciona en su reinvención.
Aquí nos encontramos con un juguete/asistente de última tecnología que puede conectarse a otros dispositivos inteligentes del hogar, pero que que sufre "un fallo en su programación" por una decisión humana en su fábrica. A partir de ahí, y para sorpresa de nadie, inevitablemente llega a hacerse de un cuchillo para despachar humanos, en su objetivo de ser el único que puede estar cerca de su Andy, el niño que tiene la mala fortuna de recibirlo como regalo de cumpleaños.
Como en este reinicio Chucky ya no es un muñeco de goma, y realmente es una pieza tecnológica de última generación, su premisa poco a poco deja en claro que el muñeco no tiene mucho de diabólico, pero sí de los peligros de la inteligencia artificial con la capacidad de adquirir conocimiento. Por eso mismo el trabajo de voz de Mark Hamill no busca llegar a las cotas desquiciadas de Brad Dourif.
Pero también es ahí en donde radica el gran problema de este Chucky, pues su propuesta es pacata y no lleva más allá al terror de un aparato que se puede conectar con otros dispositivos. Poco a poco la historia deja en claro que este muñeco es algo más cercano al Skynet de Terminator, por lo que su historia podría haber dado para mucho más. Esto daba para algo más apocalíptico.
Al menos este Chucky se asume pequeño, se confina en un par de locaciones y traza todo su drama en torno a la idea de que el psicópata robótico solo quiere ser el mejor amigo de su dueño. En esa rosca, la película al menos tiene varias secuencias ingeniosas, que la hacen funcionar de mucho mejor forma que otros slashers genéricos. Especialmente a la hora de despachar humanos.
Este reinicio también está muy consciente de lo que es: una película B para un público adulto-joven y no para niños, que jamás habrían visto La Masacre de Texas 2 o colgado un póster de los Payasos Asesinos del Espacio Exterior. Aunque por cosas de la nostalgia mal concebida, eso es lo que sucede con sus pequeños protagonistas.
A la larga, este Chucky es mucho más divertido de lo que podría haberse esperado, más allá de que no se la juega para sacar partido a su vuelca de tuerta. Pero como están las cosas en el ámbito de las regurgitaciones de marcas en la industria cinematográfica, lo primero es una gracia que basta y sobra.
https://www.youtube.com/watch?v=TwIG3Xzb_60