Cuando el Destiny original fue lanzado en el año 2014, fui uno de los que quedó atrapado de inmediato con su efectiva mezcla de shooter en primera persona y elementos MMO. Pero mi adicción en ese entonces no obedecía a las cosas que generalmente me hacen apreciar un videojuego. No fue un tema ni de gráficas, ni de jugabilidad, ni mucho menos de la historia. El Destiny original funcionaba más como una carcaza sin otro signo de vida más allá del que sus propios jugadores entregaban dentro del chat de voz, los memes y foros.

Destiny siempre funcionó más como una actividad que como un videojuego con sustancia, una excusa para sentarse, colocarse los audífonos y eliminar escorias espaciales con el puro fin de ir mejorando hasta el infinito nuestro equipamiento. Y quizás es por eso que, a pesar de todas las horas que le dediqué en su momento, fue rápidamente reemplazado apenas pude. 

Tres años han pasado desde su lanzamiento, y sin haber siquiera tocado las expansiones que le siguieron, llegó a mis manos el Destiny 2, la nueva edición del ambicioso proyecto de Bungie y Activision. Tras lo jugado en la beta, pensaba que simplemente se trataría de una simple expansión más grande y cara que las anteriores.

Pero no. Destiny 2 es el juego que siempre tuvo que haber sido el 1, y algo más, lo que lo convierte en un título ideal no sólo para los que alguna vez disfrutaron del original, sino que para llegar de entrada al mundo de los Guardianes y el Viajero.

En cuanto al gameplay, pocas cosas cambian y la verdad, no había que hacerlo. Es, al fin y al cabo, un juego de Bungie y pocos en la industria saben manejar el shooter espacial como ellos. Vuelven las mismas tres clases de antes: Titanes, Cazadores y Hechiceros, con una nueva sub clase cada uno y una habilidad que se ejecuta manteniendo presionado el círculo. Hay nuevas clases de armas pero todas comparten los mismos atributos de antes: las Kinéticas tienen harta duración pero daño neutro, las Elementales usan uno de los tres tipos de daño elemental, pero se gastan más rápido y las de Poder son las que tienen la munición más escasa, pero generan el mayor daño. Y es sobre esta base ya probada que Destiny 2 comienza a construirse y mejorar prácticamente en todo con respecto a la versión anterior.

Vamos de inmediato sacando las mejoras más evidentes: Destiny 2 se ve por fin como un título de esta generación de consolas. Es cierto, sigue corriendo a 30 cuadros por segundo, pero al no tener que cargar con el lastre de la PS3 y la Xbox 360, Bungie pudo producir un juego que irradia colores, diseños extraños, explosiones, partículas en el aire y sobre todo, muchos más enemigos en pantalla. Cada una de las cuatro áreas principales de juego: La Tierra, Nessum, Titan e IO posee una identidad única y especial que van evolucionando de los ambientes más terrenales a las fantasías espaciales de ciencia ficción dura que suelen estar en este tipo de juegos.

La historia del juego también tiene un mejor trabajo, y se nota. No exagero al decirles que nunca entendí de que trataba el primer Destiny. Ya sea porque prefería escuchar a mis amigos antes que las cinemáticas -una falla que hasta el día de hoy tengo con los juegos cooperativos- o simplemente porque era innecesaria para la experiencia. Aprendí que habían varias razas de enemigos, que el Viajero llegó a la Tierra y permitió crear esta armada de guerreros inmortales, pero más allá de eso, nada.

Todo eso cambia en Destiny 2, y la historia, aun cuando es muy básica en cuanto a sus giros argumentales y desarrollo, funciona para mantenerte atento a lo que pasa. Tenemos un villano que aparece desde el tutorial, el malvado Ghaul, quien quiere apoderarse del Viajero y de paso, deja sin sus poderes místicos a todos los Guardianes. A todos menos al nuestro, obviamente, quien luego de una lenta pero hermosa escena de recorrido, da con una granja desde la cual se coordina el ataque en represalia a La Legión Roja que se hizo con lo que quedaba de la ciudad.

Se trata de una historia de superación y que da una explicación sustentada en el argumento sobre por qué queremos aumentar nuestro nivel y por qué van apareciendo más actividades mientras más niveles subimos. El juego tiene misiones de rescate, donde debemos encontrar al resto de nuestro equipo: los también guardianes Cayde, Ikora y Zavala, cada uno con personalidades diferentes y diálogos bastante mejor logrados que el primero. Si van a jugar con amigos, les recomiendo activar los subtítulos, aunque el modo de historia, aparte de ser bastante corto, puede ser fácilmente pasado con un jugador.

El modo de historia de Destiny 2 sigue siendo solo una excusa para hacerte llegar rápido al nivel 20, el nivel donde el juego realmente comienza, pero es una excusa divertida, llena de grandes momentos con vehículos que nos recuerdan a ratos a lo grande que fue Halo.

Pero quizás la principal mejora del título es que ahora cada una de las cuatro áreas donde ocurren nuestras aventuras está estructurado como un pequeño mundo abierto, con su propio mapa y diferentes puntos de aterrizaje. Esto significa que por fin podemos hacer fast travel para ir persiguiendo de manera más eficiente las misiones en cada mapa, ya sean las de la historia central o las decenas de nuevas sidequests que están siempre renovándose.

Los eventos públicos son quizás los que más ganaron con este rediseño de la navegación en los mapas. Ahora, en vez de suceder de manera aleatoria, estos aparecen en el mapa con un contador de tiempo que avisa cuándo comenzarán a ocurrir. Para los que no saben, los eventos públicos son misiones muy breves que ocurren en el mapa y en los que todos los que están conectados en ese momento, en ese servidor, pueden participar sin tener que estar necesariamente en la misma escuadra.

En el primer Destiny, los eventos públicos funcionaban más como una distracción. Ahora, es posible ir cazándolos para así subir más rápido nuestra experiencia y cumplir parte de los objetivos diarios.

Asumiendo que cuentas ya con un equipo de amigos para salir a rondar, Destiny está literalmente lleno de cosas por hacer, cada una con el objetivo de entretenerte e intentar hacerte más poderoso. Luego del nivel 20 y una vez terminada la campaña, es cuando el título brilla, pudiendo sacar jugo a todo el contenido extra que da vida a los ya mencionados 4 mapas: los Asaltos son variados y ofrecen desafíos mucho más elevados para quienes, como yo, quedamos con gusto a poco en cuanto al desafío en la historia, el Crisol, el modo de PvP que vuelve con mapas más pequeños y por ende, con muchos más encuentros y batallas más frenéticas, y las Patrullas, Sectores Perdidos, Tesoros, Quests, Aventuras y Desafíos que van apareciendo en cada uno de los cuatro mapas. El nivel 20 también libera el acceso a una tienda donde puedes comprar lootboxes con dinero real, pero su impacto en el juego es mínimo, ya que puedes adquirir esas mismas cajas mientras juegas y ganas más experiencia.

La variedad de cosas por hacer, aun cuando en teoría solo estamos disparando a marcianos y robots, hacen que el título se sienta entretenido para cualquier tipo de jugador: los competitivos tienen el crisol, los cooperativos van por los asaltos y los raids y los que buscan completar los juegos al máximo cuentan con gran cantidad de misiones secretas, cajas ocultas y tres clases de personajes diferentes con las que pueden crear personajes nuevos y disfrutar el juego una y otra vez.

¿Vale la pena comprarlo? Sin lugar a dudas. Destiny 2 es lo más parecido a la promesa que nos hizo Bungie junto con Activision cuando nos trataron de vender por primera vez este nuevo shooter espacial. Un juego que no solo tiene estilo, sino que contenido y que intenta darle a todo un sentido a sus actividades. Si tienes que saber que se trata de un juego que requiere más que una conexión a internet, sino que un grupo de amigos dispuestos a acompañarte en la misión que les vaya tocando, pero dado lo entretenido que es este juego con respecto a todo lo del mercado, no creo que cueste mucho encontrarlos. Porque en lo que a shooters multijugador se trata, Bungie sigue siendo el dueño de la luz.