Esta semana fue dado a conocer que Daedelic Entertainment, la compañía detrás del videojuego El Señor de los Anillos: Gollum, había decidido dejar atrás su labor en el desarrollo de juegos para centrarse solo en su distribución. La causa de la decisión obviamente tenía relación con la mala recepción que obtuvo la propuesta inspirada por la creación de J.R.R. Tolkien, la cual no solo obtuvo malas críticas. sino que también un nivel de ventas muy por debajo de lo esperado.
¿Pero dónde se originó todo? Esa parece ser la pregunta del millón, ya que si bien los primeros videos de gameplay instalaron rápidamente las dudas sobre el videojuego, especialmente en lo que compete al apartado visual, el propio lanzamiento no hizo mucho por despejarlas. De hecho, tomar control de este título deja en claro que las cosas simplemente no resultaron. En casi ningún sentido.
Por un lado, siendo inclusive generoso con su trabajo gráfico, pues podemos descartar a este videojuego solo por cómo luce, El Señor de los Anillos: Gollum peca por no estar a la altura del imaginario de Tolkien.
De partida, sus locaciones lucen genéricas, como si estuviese más inspiradas por las copias de El Señor de los Anillos que del propio mundo de Saurón, mientras que el trabajo visual de personajes y artefactos en general quedan extremadamente al debe, partiendo por la propia recreación del hobbit que es consumido por la obsesión hacia el anillo único. Gollum es feo, obviamente, pero esto es demasiado horrible.
El alejamiento de lo que podríamos esperar de un título basado en la Tierra Media es mediado por la propia propuesta de este videojuego, ya que solo se nutre de los libros de Tolkien para crear una historia original que no depende del canon.
El problema es que lo nuevo que intenta hacer este videojuego no es atractivo, se siente toscamente desarrollado y no logra conectar con la experiencia interactiva que implica algo como esto. ¿Quieren que siga?
En términos de historia, solo basta con entender que Gollum fue atrapado por las fuerzas del señor Oscuro, siendo trasladado hasta las entrañas de una fortaleza, desde donde eventualmente saldrá en búsqueda del hobbit que le robó su tesoro y se lo llevó a la Comarca.
En esa línea, el videojuego opta por algo bastante extraño, ya que tomamos control de Gollum para realizar una serie de tareas iniciales para servir a un noble que trabaja para Sauron y quien además controla las catacumbas en las que hemos sido encerrados. Es ahí en donde nos lanzan líneas y líneas y líneas de diálogos aburridos que no logran conectar de otra forma sino que como mero relleno.
Es ahí en donde nos enfrentarnos a intrigas que realmente dan lo mismo, creamos “amigos” humanos, resolvemos puzzles y, en definitiva, intentamos sortear a los emisarios de Mordor. Todo eso se lleva cabo en un escenario que no es precisamente el más llamativo, ya que en este videojuego complicaron más de la cuenta a algo que debería haber sido súper simple.
Es decir, El Señor de los Anillos: Gollum debiese ser un videojuego de sigilo, en donde la criatura debiese escabullirse a como de lugar debido a su casi nula capacidad de combate frente a las amenazas que tiene por delante. Pero esa propuesta, que está en el corazón de su motor de juego, ni siquiera está bien resuelta cuando debemos utilizarla.
Siguiendo el canon, no hay un sistema de combate en esta propuesta, ya que en su sigilo Gollum solo puede acercarse a los orcos por la espalda, ahorcarlos y ver cómo caen en una animación muy mal resuelta. En cambio, nos impulsan a escondernos entre las sombras y la yerba, hacer ruidos para distraer enemigos con un sistema de IA bien tontorrón y escalar, escalar y escalar muchas paredes en una sucesión de tareas que dejan en evidencia el pésimo trabajo en el sistema de control de Gollum.
Pero antes de acceder a esas cosas, en un momento inicial de este videojuego nos vuelcan a la tarea de realizar una serie de objetivos bastante aburridos que van desde encerrar criaturas, recuperar etiquetas, detonar barriles y botar basura hasta la opción de crear un aves en una acción que no tiene sentido canónico alguno, ya que Gollum debiese engullirse al pajarraco que se transforma en nuestro acompañante.
En todo este camino debemos recorrer escenarios rústicamente desarrollados y nos vemos enfrentados a una propuesta que no tiene mucho sentido, ya que de partida no se ve claramente por qué a los desarrolladores se les ocurrió crear una propuesta en la que Gollum se ve obligado a realizar tareas mundanas. La única respuesta posible es que se dieron cuenta que su acción de sigilo simplemente no está bien resuelta.
Dejando de lado lo que no es este videojuego, ya que continuamente uno está esperando a que la acción de sigilo esté a la altura, lo que sí es termina resultando como algo especialmente decepcionante para los fanáticos de El Señor de los Anillos.
Lo que queda entonces es un videojuego que se siente tosco, como si hubiese recibido luz verde con demasiada anticipación, y que ni siquiera logra caracterizar a un personaje como Gollum, ya que rara vez lo vemos haciendo las cosas que abordaron tan bien en la adaptación cinematográfica de Peter Jackson. Y como los diálogos no son buenos, eso remarca aún más la pobrísima caracterización de un personaje tan querido como este.
Si a todo lo anterior sumamos los problemas gráficos, en donde las animaciones son terribles y los glitchs están a la orden del día, realmente no hay forma de tomar en serio a esta propuesta. Lo único que podría remarcar es que si quieren probar algo que está sin duda entre lo peor del año, tienen que darle una oportunidad a El Señor de los Anillos: Gollum. No hay otra razón más que esa.
El Señor de los Anillos: Gollum ya está disponible en Microsoft Windows, PlayStation 4, PlayStation 5, Xbox One y Xbox Series X/S.