Enfrentarse a la versión que Zack Snyder realizó para Justice League es una experiencia como ninguna otra.
Por un lado, es una película de cuatro horas que no habría tenido esa duración en otras circunstancias. Por otro lado, esa misma extensión para no pocas personas se sentirá probablemente más corta de lo esperado, ya que constantemente estamos registrando nuevas escenas, comparando lo ya visto y reinterpretando secuencias que ahora tienen un nuevo sentido, al extenderse más allá de lo que ya era conocido.
De ahí que lo más relevante de todo es que esta es una codificación que nunca antes hemos realizado en el pasado, ni siquiera en otras “versiones del director” ya existentes. Es tan única la experiencia de ver a esta Liga de la Justicia, que solo hay espacio para valorar que la visión original finalmente fuese rescatada.
Al mismo tiempo, igual esta es una propuesta que es imposible de evaluar sin realizar las comparaciones con lo que ya fue lo visto en cines. En gran parte eso se debe a la columna vertebral que ambas versiones comparten: Batman recluta al equipo con ayuda de Wonder Woman, Steppenwolf se hace poco a poco de las cajas madre, Superman es resucitado y hay una batalla en Rusia, entre otros.
Pero también es cierto que las similitudes se quedan ahí. Continuamente en esta nueva película nos enfrentamos a todo lo que originalmente nos fue negado por parte de los ejecutivos de Warner Bros, quienes impulsaron las refilmaciones para asegurar sus bonos e intentar recaudar más dinero en salas.
También no es menor que haya espacio para sorprenderse al constatar que un montón de secuencias que podríamos haber pensado que fueron refilmaciones de Joss Whedon, en realidad son obra de Zack Snyder. Inclusive algunos chistes y secuencias más luminosas.
Lo último quizás es lo más decidor de todo. Con esta nueva versión queda en evidencia cómo el director y su equipo crearon una película de Justice League que, por las propias exigencias del equipo de superhéroes y los personajes que forman parte de este, contrasta directamente con el tono y amarras temáticas de Batman v. Superman.
Aún con sus secuencias de acción más violentas y algunas palabrotas que terminaron garantizándole una clasificación cinematográfica para adultos, esta producción da un vuelco en base al propio cambio que hay en el hombre murciélago respecto a la película anterior. Y es ahí en donde está contenida toda la visión de Snyder, incluyendo lo que comenzó a gestarse desde Man of Steel.
Por eso, más allá de los planes que alguna vez tuvieron para extender a la historia, con secuelas que el propio director ahora reconoce que nunca llegarán, esta es irremediablemente la conclusión de la ruta que comenzó en 2013. Y eso aporta mucho a que la experiencia sea satisfactoria.
Nada de lo anterior importaría si no existiese otro factor clave. Como Zack Snyder tuvo absoluta carta blanca para realizar esta versión, e inclusive le entregaron decenas de millones de dólares para terminarla a pesar del dinero que perdió lo expuesto en cines, la mayor interrogante antes de este estreno era una sola: si mantendría el ritmo narrativo a pesar de ser una presentación de cuatro horas.
En el resultado final, y a pesar de los ripios de exceso propios que ha demostrado el director durante toda su carrera, lo más importante es que la película no solo funciona, sino que también en ocasiones saca provecho de los espacios que se crea para profundizar en personajes que estuvieron a la deriva en el cine.
Eso es algo que solo se remarca al constatar lo que aquí llevan a cabo con un personaje como Cyborg, quien no solo tiene una historia de origen, sino que es uno los centros protagónicos por sobre Aquaman e inclusive Wonder Woman. Tampoco es menor lo que sucede con Flash, ahora mucho más clave en el desenlace y foco de una secuencia que no tengo idea cómo diablos sacaron de la versión de 2017.
Pero volvamos al principio. Sin entrar en mayores detalles, la gran diferencia en términos de historia radica en la forma en que Zack Snyder estructura al relato, tomando como guía a la decisión de Batman de no cometer sus errores del pasado, de cumplir la promesa que llevó a cabo sobre la tumba de Superman, y formar a un equipo de héroes ante el peligro de los sueños premonitorios que lo han aquejado.
Lo anterior lo concretan sin olvidar que todo es una consecuencia de Batman v. Superman y existen temas pendientes de aquella película anterior que deben ser abordados. Es ahí en donde la película se diferencia completamente de lo visto previamente, pues antes se movieron mojigatamente para intentar borrar con el codo lo que se escribió con la mano.
El Snyder Cut también destaca por explotar a la mitología de lo que originalmente se quiso para el universo cinematográfico DC, no solo entregándonos una secuencia en el pasado distante de la Tierra que es todo un gozo para cualquier fan de los cómics, y que idiotamente no mantuvieron para la versión de cines, sino que también entrelazando los destinos de cada nuevo personaje que decidieron incluir.
En esa línea, cada presentación de personaje se siente no solo ajustada, sino que también mucho más necesaria para validar a la idea del equipo. Aquello es lo que me hace pensar que inclusive hay posibilidades de que esta película pueda disfrutarla alguien que haya odiado Batman v. Superman.
Restaurando lo originalmente filmado, la película da un salto visual notable que contrasta con el carácter televisivo de otras producciones cinematográficas de superhéroes. Atrás también quedó el bigote de Henry Cavill, las secuencias refilmadas frente a pantallas verdes y los notorios cambios de apariencia de Ben Affleck y Amy Adams entre secuencia y secuencia. Por el contrario, aquí dan espacio a una propuesta visual cohesionada que brilla como siempre lo han hecho las películas de Snyder. Y eso es inclusive teniendo en cuenta que el diseño de Steppenwolf no sigue siendo atractivo.
En ese sentido, esta Justice League luce hermosa, existen momentos visuales que encandilan en base a la proeza de cada superhéroe y obviamente hay secuencias que van un paso más allá y realmente convocan a reaccionar con el meme del Chef Kiss. O aplausos, si prefieren.
Claramente no todo es perfecto. A pesar de que funciona narrativamente, la película igual se resiente por su duración. Es algo que inevitablemente responde al hecho de que Zack Snyder decidió ocupar a casi todos los ingredientes que tuvo a disposición, en vez de meter la cuchara cuando correspondiese.
Es decir, el cierre tiene más finales que El Retorno del Rey y la famosa nueva escena adicional filmada, que incluye al Joker de Jared Leto, queda más como un gustito que se dio el director en vez de una verdadera necesidad narrativa. Lo mismo sucede con varias secuencias que incluyen a otro personaje, que no detallaré para no entrar en el terreno del spoiler, por lo que también se puede argumentar que probablemente una poda de edición habría entregado un resultado aún mejor.
Pero esta es la Justice League de Zack Snyder, y ese es su título oficial que remarca lo que aquí está en juego. Solo queda valorar lo expuesto en pantalla como la visión del director, con sus luces y sus sombras. Algo que probablemente nunca podría haber sido expuesto si no hubiese tenido que recorrer todo su largo y sinuoso camino. Y más allá de ese vía crucis, está es la prueba de que el plan de Snyder iba a ser más satisfactorio que lo que nos terminaron mostrando en 2017. Y eso da para cerrar con un aleluya.
El Snyder Cut de Justice League se estrenará este 18 de marzo. En Latinoamérica, estará disponible como arriendo digital. En Chile las plataformas serán Apple TV+/Itunes, Google Play, Cinépolis Klic y DirecTV.