Elden Ring es, por dejarlo establecido desde el comienzo, una nueva obra maestra de From Software. Es algo de lo que te das cuenta desde la primera vez que derrotas a algún enemigo de mayor dificultad o comienzas a recorrer el valle de la muerte que representa al terreno sobre el que está instalado.
Elden Ring es también el resultado de toda la experiencia previa del estudio, en lo que compete a las mazmorras, diseño de enemigos y el sistema de combate, pero esta no se queda solo en un mero déjà vu de una fórmula conocida, probada, exitosa y celebrada. Aunque puede recordar a los otros títulos de la compañía, e inclusive puede sentirse la influencia de otros videojuegos, Elden Ring es algo que se siente, mueve y avanza de forma única. Y eso realmente es muy raro hoy por hoy.
Esa propuesta se lleva a cabo al expandir y desatar su idea de juego a través de un bello escenario de mundo abierto en donde la exploración y el sufrimiento van de la mano, para adentrarnos en la travesía para recuperar los fragmentos del anillo al centro de toda la historia. De ahí que más allá de los ejes habituales que marcan a un videojuego de From Software, la historia cobra un foco mayor.
De hecho, desde el primer minuto en el que nos hablan de la historia que marca a las Tierras Intermedias, Elden Ring nos inserta de lleno en un escenario de fantasía épica que habla de traiciones, peligrosos semidioses corrompidos y la misión divina de salvar a aquello que ya está casi completamente perdido.
En esa introducción, a través del prólogo destinado a una muerte segura y los primeros pasos para ver al cautivante árbol luminoso que destaca en el mapa, queda claro rápidamente el por qué se convocó a George R. R. Martin como escritor solo para ayudar a definir las bases que marcan al videojuego, en vez de utilizar a toda su historia como eje.
Lo anterior habría resultado en una fusión poco natural, y en más alegatos de los fans de Game of Thrones por la demora del siguiente libro de la saga de la Canción de Hielo y Fuego, pero en cambio la mera colaboración permite que toda la historia de la reina Marika, el suceso apocalíptico de la guerra conocida como “La Devastación” y los elementos que funcionan como soporte del viaje sean literariamente llamativos, pero no trascendentalmente vitales por sobre la propia experiencia de juego.
Aquello es obviamente la clave y la experiencia previa es vital. Si conocen los trabajos anteriores de From Software, tienen al menos claro a qué cosa se enfrentarán. Si no tienen idea, y nunca han experimentado uno, lo único que podría decirles es: prepárense.
En mi caso, como alguien que se frustra fácilmente con este tipo de juegos, y requiere de alejarse por un rato antes de volver a tomar el control, Elden Ring igual se presenta como algo mucho más atractivo de lo habitual. Por un lado, existen muchos rincones para recorrer antes de enfrentarse a algún enemigo de mayor dificultad. Al mismo tiempo, Elden Ring se aleja por completo de las experiencias lineales y también de la queja de algunos jugadores ante la posibilidad de morir una y otra vez, perdiendo grandes segmentos de avance en el proceso. A lo largo del juego existen múltiples check-points, tanto permanentes como temporales, desplegados a lo largo de un mapa bellamente diseñado y que reluce con todo en una consola de nueva generación (Xbox Series X en mi caso).
Sumado el propio poder de procesamiento de ese tipo de consolas, en donde los tiempos de carga se reducen al mínimo, en general existe en Elden Ring un menor tiempo de espera, lo que ayuda al propio viaje cruel de esta travesía. Y como es un mundo abierto, además hay espacio para hacer más cosas o cambiar la ruta en busca de otro desafío antes de intentar doblegar al hijo de la grandísima que nos complica mucho el paso.
De todas formas, en Elen Ring uno está destinado a morir mucho, inclusive desde el primer enemigo que te topas en el prólogo, pero también se mantiene la idea de progresión en donde la recompensa de satisfacción por finalmente entender el proceso de ataque del enemigo, para defenderse, esquivar y atacar solo en el momento justo, termina pagando con creces. La primera vez que superé a un rival que me había matado varias veces seguidas, suspiré de relajo, con nuevos bríos que solo se esfumaron cuando tocó el turno de morir nuevamente en el siguiente desafío.
Tal como sucede en los títulos previos del estudio, es esa recompensa la que blinda a Elden Ring de las críticas de todos aquellos que consideran que este tipo de propuestas no son satisfactorias solo por representar un desafío inaccesible para aquellos que no le dedican tiempo.
Aquello último también es clave, porque todo requiere de más tiempo de lo habitual en Elden Ring. No solo la propia curva de aprendizaje para enfrentarse a los jefes, sub-jefes en medio del terreno o los guardianes de mazmorras, entre los múltiples peligros a los que nos enfrentamos, sino que también para la propia personalización del personaje. Como todo RPG de mundo abierto, existe un sin fin de cosas por desbloquear, hallar y mejorar, pero su progreso se siente más contenido que aquellos mundos abiertos plagados de misiones secundarias que rellenan el mapa de forma tediosa. Y, además, matar y superar a un enemigo entrega la satisfacción de recolectar aquellos ítems que nos permitirá hacernos más fuertes.
Asimismo, como el tiempo es clave, cortesía del gigantesco enfoque de esta propuesta, esta reseña simplemente no le puede hacer justicia a lo que se encontrarán en Elden Ring, ya que estoy a años luz de siquiera acercarme a derribar a los enemigos más complicados con los que me he topado. Pero aún así, siendo completamente incapaz de superar a los rivales de una sola pasada, y frustrándome en mis repetitivos intentos por agarrarle la mano, puedo reconocer la valía superior de esta propuesta que se sale de toda norma de lo que habitualmente nos encontramos en las consolas.
Aquí hay visión, un trabajo interactivo de primer nivel y todo lo que uno esperaría de un videojuego que se acerque a lo que muchos esperan: que nadie pueda discutir cuando se pone a algún juego como ejemplo de una expresión artística.
Y en ese sentido, quizás lo más llamativo de todo es la forma en que explotan nuestras ansias de descubrimiento, aprovechando los espacios de un videojuego de mundo abierto. Aquí podemos movernos casi con total libertad en la medida que logremos abrirnos paso en medio de los calabozos y monstruos hijos del demonio que se cruzan en nuestro camino, pero también hay un espacio de juego plagado de rincones por descubrir, que pone desafíos inclusive en los lugares en donde parece que no habrá realmente mucho por hacer y que está siempre preparado para dejarnos en claro que la travesía para dar con el Elden Ring será solo para los dignos.
Elden Ring será lanzado este 25 de febrero.