Existen una serie de elementos en Iron Fist que la transforman en una serie genérica que parece demasiadas cosas ya vistas. No solo en términos de las similitudes con Arrow, que es el producto con el que inevitablemente surge la comparación, sino también en la propia ejecución de su propuesta de acción, ejecución de misterios y cada elemento narrativo que la marca en sus primeros episodios.
El primer problema es que el foco de Iron Fist se estanca con demasiada facilidad, pues carece de los suficientes elementos novedosos que le permitan explorar su base inspirada en las películas de artes marciales de la década de los 70. Claro que eso es lo que influenció al personaje en los cómics, pero por el contrario, en esta versión live-action se sigue una ruta cansina que provoca que cueste bastante seguir adelante episodio a episodio.
A eso no ayuda el hecho de que Finn Jones, el actor que carga con la responsabilidad de llevar la serie, sin duda es el protagonista con menos carisma de todos los superhéroes Marvel presentados por Netflix. No solo eso, su absoluta carencia de técnica, o sencillamente el mal trabajo de coreografías, despoja de la mística y las artes marciales que hacen de Iron Fist algo único, en desmedro de ideas regurgitadas que acercan al personaje a algo mucho más masivo pero, al mismo tiempo, menos encantador.
Considerando que existen Daredevil, Jessica Jones y Luke Cage, que no son precisamente series perfectas de principio fin, lo claro es que en Iron Fist nunca llegan a los puntos altos que si lograron las otras series. En la comparación, Iron Fist sale perdiendo y es esa sombra la que la hace parecer peor de lo que es. Sin pedirle peras al olmo, esta nueva propuesta no es realmente lo peor de lo peor, pero al mismo tiempo no tiene nada que la sustente, salvo la idea de que a futuro este personaje se sumará al resto en lo que será The Defenders.
Por otro lado, si vieron los primeros episodios de Arrow, no habrá mucha sorpresa en el arranque de Iron Fist y su historia de origen. Hay un tipo - Danny Rand - que vuelve a la sociedad tras un largo período de ausencia y su objetivo es reclamar su lugar, pero no en términos de su cuna de oro, sino en lo que concierne al legado de sus millonarios padres. Esa base se repite aquí.
Pero nadie le cree, y simplemente lo tildan de loco, ya que se supone que Danny Rand murió en un accidente aéreo junto a sus padres varias décadas atrás. Es ahí en donde surgen los primeros grandes problemas de esta serie, ya que los antagonistas no tienen ni el carácter del Kingping, ni la novedad del Purple Man ni menos el atractivo de Cottonmouth. Son simples multimillonarios avaros que sirven de mero entremés una vez que lleguen los villanos orientales ligados al origen del poder del Puño de Hierro.
El hecho de que el primer misterio al centro de la historia esté marcado por una traición, ya que obviamente el accidente aéreo que llevó a Danny Rand a perderse en medio de las montañas no fue precisamente algo al azar, es un elemento genérico cuya ejecución simplemente resta puntos. Lo realmente interesante del personaje es la mística que rodea al origen de sus poderes o el lugar que tiene como vigilante callejero y su relación con personajes como Luke Cage, cosas ausentes de su propuesta inicial.
Además, aunque el tema de la traición es parte de la historia base de los cómics, es el tratamiento que la serie hace a ese elemento, y la confabulación existente, lo que carece de atractivo y permite que todo el resto parezca ultra repetido. También termina convirtiendo a esta serie en algo aburrido, lo que es probablemente el peor pecado cuando al menos se tiene la posibilidad de sustentar una propuesta simplemente pateando traseros y repartiendo golpes a diestra y siniestra. Pero esto no sigue esa ruta más clase B.
Lo más frustrante de Iron Fist radica en que las secuencias de acción no tienen nada que las distinga, por lo que no permitan hacer olvidar que sus personajes son planos y su producción no saca partido al hecho de que este es realmente el primer héroe con superpoderes llamativos que tienen a su disposición en Netflix. En un momento hay todo un episodio que se lleva a cabo al interior de un psiquiátrico, pero nunca aprovechan las posibilidades de tener al dueño del Puño de Hierro encerrado en un lugar como ese.
Si no existiese The Defenders, y no quedase claro que Iron Fist debe verse solo para completar la baraja, perfectamente se podría argumentar que no es tan necesario ver esta serie. De hecho, es tan básico todo su arsenal, que ni siquiera la posibilidad de que finalmente saquen partido al Puño de Hierro en los episodios restantes, se instala como un argumento muy válido como para batallar contra la idea de que esta serie es intrascendente.
El gran problema es que justamente Iron Fist es trivial por su afán de centrar todo en un realismo que venda a Finn Jones como Danny Rand. Y lo peor que le puede suceder a un producto audiovisual de artes marciales, es que su protagonista no sea creíble y carezca de actitud. Lamentablemente, justamente eso sucede aquí. Es lo que nunca debería haber pasado.
Iron Fist se estrenará este viernes 17 en Netflix.
https://www.youtube.com/watch?v=EGDAEXwHsWQ