En una hora de juego, Jump Force colmó mi paciencia. El sistema de introducción a este videojuego de Spike Chunsoft, y publicado por Bandai Namco, es el responsable. Desde los primeros minutos agregan lo que después será una tónica recurrente: largas cinemáticas de pésima ejecución, especialmente en términos de diseño y ritmo con personajes acartonados y diálogos sosos que no nos podemos saltar, intentando sustentar la base de la historia.
En ese escenario, nos lanzan en medio de una acción inexistente, ya que no podemos controlar de inmediato nuestros destinos, para afrontar peligros que ponen a la humanidad y los personajes de Shonen Jump ante una corrupción de fuerzas oscuras. Para más remate, en esos primeros minutos nos exigen crear a nuestro personaje, que utilizaremos para avanzar en el modo historia, sin tener la posibilidad de saltarnos ese proceso. No hay cómo entrar de lleno a lo que importa en un videojuego de este tipo: las peleas.
A partir de ahí, la propuesta de Jump Force, sustentada solo por permitirnos hacer uso de varios de los personajes más famosos del anime, va mezclando elementos de entrenamiento con una seguidilla de tutoriales, en la que nuestro personaje, cuya creación visual está encerrada en una decena de opciones sin mucho brillo, es un humano común y corriente que gana habilidades especiales tras la acción de Trunks.
A partir de ahí, este nuevo luchador va aprendiendo las técnicas y habilidades necesarias para ser parte del equipo de héroes que busca salvar al mundo de la amenaza que fusiona a lugares como Times Square con las localidades de los más populares personajes del shonen (que no es otra cosa más que el manga o anime dirigido a un público adolescente masculino) y, tras un tedioso recorrido, finalmente entrar en acción.
Lo que comienza como una experiencia cansina, en la que nos explican las bases del sistema de batalla, rápidamente se vuelve atocigante una vez que nos topamos con un mapa de desplazamiento. un hub, que sigue la lógica del utilizado en Dragon Ball FighterZ, pero que es mucho menos amigable para recorrer.
Peor aún, cinemáticas sobre cinemáticas desganadas, y tiempos de carga sobre tiempos de carga que parecen no tener fin, se van entrelazando solo para que luego perdamos el tiempo para elegir nuestro equipo, que puede ser liderado por Goku de Dragon Ball, Lufi de One Piece o Naruto de su serie homónima. Y para avanzar posteriormente, el juego se sobrecomplica solo al no incluir puntos de referencia para tener en claro dónde demonios estás ni qué es lo siguiente que debes hacer.
Entre tutorial y exploración, el espacio para aburrirse no es menor. Todo lo contrario. Solo después de que nos han explicado las bases del juego, en largos minutos de obtusa experiencia, podemos disputar combates, claro que este también es uno de esos videojuegos que requieren que estemos conectados en todo momento para tener la experiencia completa. Y básicamente eso apunta a elevar el nivel de los personajes.
Cuando tomamos el control de los personajes en las batallas, no importando si estamos siendo parte de un choque vital para el avance de la historia, perdemos el tiempo en un combate contra la CPU o estamos en medio de una batalla en línea contra otros rivales, Jump Force funciona de forma básica. En lo mínimo que podríamos exigirle ante su promesa de crossover gigante.
Pero al menos el gameplay de sus combates - que involucra un sistema simple de ataques leves y fuertes que permiten concatenar golpes - aprovecha, al menos de forma superficial, la riqueza de los personajes disponibles. Claro, los combos en realidad no varían mucho, pero al menos cada personaje es lo suficientemente diferente como para otorgar una buena variedad para la conformación de las peleas de 3 contra 3.
Pero mientras el elemento más cuestionable es que el equipo comparta una única barra de energía, por otro lado hay que sumar a los ataques especiales, con cada personaje teniendo cuatro movimientos, lo que permite armar las descabelladas peleas que siempre quisimos ver y que hasta ahora solo estaban en nuestra imaginación. Obviamente, no mucho más que eso es lo que hay que esperar en un título como este.
Al mismo tiempo, la mezcla de ataques, las posibilidades de combos, la forma en que se activan las asistencias de los otros luchadores del equipo o la mezcla con los movimientos especiales, también dan algo de variedad a los combates.
Asimismo, el mejor elemento es que no es complicado contraatacar a los rivales, ya sea cancelando sus combos o esquivando especiales para atacar de regreso. También el juego evita la repetición de ataques, ya que la guardia es efectiva e inclusive hay formas de realizar escapes de emergencia. Son cosas como esas las que ayudan a no caer en el infierno de los combos interminables.
En una apuesta de peleas, ese es el tipo de cosas que importan, pero también no es menor que en Jump Force todo se vuelve mucho más monótono una vez que ya hemos disputado suficientes combates como para probar a cada personaje y gran parte de esa culpa está sobre un gameplay que no innova de forma sustancial.
Por eso mismo, una vez que se ha explorado lo suficiente, no es muy difícil recordar que existen mejores alternativas en el género y que la única forma que nos encadena a esta experiencia es el choque de personajes que de otra forma jamás interactuaria.
Como videojuego de pelea, Jump Force cumple con lo mínimo que se puede requerir, especialmente cuando hablamos de un crossover en el que podemos utilizar a Seiya de Los Caballeros del Zodiaco para darle y no consejos al protagonista de Yu-Gi-Oh!. Las peleas 1 contra 1 de forma local o en línea pueden darle algo más de vida. Pero a la experiencia general le faltan chauchas para el peso y su modo de historia está tan mal diseñado, que la opción de apagar la consola se vuelve algo más satisfactorio que intentar desplazarse por sus rincones.
Jump Force está disponible en PlayStation 4 (versión reseñada), Xbox One y PC.