Review | La Sirenita, un live-action decolorido que no ofende pero tampoco se justifica

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Este jueves llegará a los cines la nueva versión live-action del clásico animado de 1989.

El nuevo remake de Disney busca replicar al clásico animado que inicio el renacimiento del estudio, pero aunque está mejor de lo que apuntaban sus tráilers, esta versión jamás logra dejar atrás a la sombra del original de 1989.


Aunque durante la década de los novenas la compañía ya experimentó con algunas versiones live-action de sus películas animadas, como fue el caso de los 101 Dálmatas con Glenn Close, el éxito económico de Alicia en el País de las Maravillas de Tim Burton impulsó a partir del año 2010 a toda una nueva tendencia en Disney que ha dado pie a la adaptación de gran parte de sus más importantes clásicos animados.

En esa explotación de catálogo, también se abrió la compuerta a un estilo particular de producción que le quitó el color, e inclusive la gracia, a aquello que funcionó tan bien en un entorno animado. Más aún, si hay algo que está claro es que ninguna, absolutamente ninguna de estas nuevas versiones ha logrado justificar su realización por cuenta propia.

Por cada Malificent o Cruella que han intentado hacer algo diferente, o cada Libro de la Selva que ha intentado cautivar con su visualidad, se ha lanzado una Cenicienta, una Bella y la Bestia, una Dumbo o una Rey León que han palidecido completamente en la comparación con las versiones originales. Lo mismo sucedió con Aladdin, Mulan e inclusive Pinochio, con más de una de esas producciones teniendo resultados francamente abismantes.

En el caso de La Sirenita, la nueva versión del clásico cuento de hadas de Hans Christian Andersen, cuya anterior adaptación impulsó el renacimiento del estudio Disney a fines de los ochentas, tenemos que hablar de un resultado que está en un particular punto medio que no ofende y que para sorpresa de nadie tampoco logra justificarse más allá del hambre de explotación de una marca conocida.

Es decir, esta nueva Sirenita no cae en un lugar tan bajo como el de algunos de los remakes ya mencionados, pero sí es familiar en términos de carecer del color, la efusión rítmica e inclusive las características más llamativas que hicieron que la película original siga siendo acogida por nuevas generaciones. Peor aún, al final carece del coraje que inicialmente tuvo al no seguir la pauta de casting de su personaje principal.

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Ejemplo de lo anterior son los personajes marinos que perdieron toda expresión en el traspaso, ya que ahora deben lucir como feas criaturas fotorealistas sin gracia. O sea, aún con todo el esfuerzo del trabajo de voz de Daveed Diggs, el nuevo Sebastián está lejos de la vivacidad expresiva que logró la versión animada. Ni hablar de Flounder, cuyo rol es reducido acertadamente ante el feo diseño que carece de la vivacidad y ternura de su contraparte 2D.

La historia, siguiendo la tónica habitual, mantiene la base del original, en donde una princesa de un reino submarino pierde su voz ante el engaño de su tía bruja, la cual le permite obtener piernas y subir a la superficie en un búsqueda de un príncipe. Y como suele suceder con estas versiones live-action, en ese camino también existen nuevos agregados, personajes secundarios e inclusive canciones que buscan solventar a una propuesta que rara vez logra su objetivo y que sale perdiendo en la mayoría de las comparaciones. ¿Recuerdan la clásica escena en la que una ola golpea a una roca en la que está posada Ariel? Pues aquí también está, pero su presentación carece de ganas, fuerza y la visualidad de su contraparte de animación.

Aún ante ese escenario, esta nueva versión de La Sirenita tiene a su favor algunos elementos que la alejan de los peores ejemplos de remakes live-action. Por un lado, Javier Bardem se tomó en serio su trabajo como Poseidón, mientras que la obvia elección de casting de Melissa McCarthy como Ursula no queda mal parada pese lo difícil de encarnar a una de las mejores villanas de Disney. Y la reinvención del pajarraco Scuttle en la voz de Awkwafina logra ser uno de los puntos altos de la película.

En tanto, más allá de las críticas que despertó su elección de casting por no calzar con el cosplay que más de alguien tenía en la cabeza, Halle Bailey se defiende con su talento de voz en los momentos musicales más importantes de la película, pero literalmente le faltan pies para sostener el peso de todo el resto de la película. Y eso es una lástima, ya que logran transmitir el ahogo que padece el personaje, pero no se resuelve del todo la actualización que busca independizarla de algunos lastres anticuados de la película animada original.

Lo que queda ante ese último punto es una película que más allá de que haga cientos de millones de dólares, probablemente pasará sin pena ni gloria en la comparación con el original. Y pese a que esta nueva versión no está tan mal como podría haberse esperado, sigue siendo el mismo tipo de propuesta decolorida y desaturada que no sale de los márgenes corporativos que circunscriben todo su entorno.

A la larga, es justamente todo lo que se esperaba de un remake live-action a los que ya estamos habituados, lo que de por si implica más sombras que luces. Como si tuviese que vivir para siempre bajo el mar, ya que su única luz es el reflejo de la perla que representaba su marca.

La Sirenita llega a los cines chilenos a partir de este 25 de enero.

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