Review | LG G7 ThinQ: Poder de mecha corta
La última estrella de la gama alta de la compañía coreana es un equipo que sorprende por su precio y sus capacidades pero no por su batería.
El último teléfono de LG, el G7 ThinQ, es un equipo que hace mucho, lo hace bien, pero que depende del principal problema que tienen hoy la mayoría de los teléfonos: depender del cargador.
Y en parte es un problema que hereda de una de sus principales fortalezas que es su diseño. Si bien el G7 no inventa la rueda ni revoluciona el mercado en materia de diseño, si se siente como la versión depurada de todo el trabajo que ha hecho la marca coreana en los últimos años. Es un dispositivo compacto, cómodo, liviano, pero que además apuesta por concentrar una gran cantidad de poder en un tamaño reducido.
Hablamos de un equipo de 162 gramos y 7,9 milímetros de espesor que contiene un procesador Snapdragon 845 -el más moderno del mercado-, 4 GB de RAM y 64 GB de almacenamiento en una pantalla de 6,1 pulgadas que se siente extremadamente compacta.
Es un equipo que no toma muchos riesgos y que no cambia mucho con respecto del modelo del año anterior. La parte de atrás es prácticamente igual, con un lector de huella circular y una cámara doble que se ha vuelto estándar en la compañía.
Pero lo que no mejoró en diseño lo cambió en propuesta en el exterior lo hizo en su propuesta interior y es una de las razones por las cuales lleva el apellido ThinQ. Esto es porque el G7 abraza la nueva línea de equipos de LG que son compatibles con Inteligencia Artificial.
Este poder se nota principalmente en dos momentos: el primero de ellos, gracias a un botón dedicado a Google Assistant que se encuentra al costado del teléfono y que sirve para llamar al inteligente ayudante de Google de manera inmediata. Y a pesar de que he hablado en contra de estos botones en otros teléfonos, la principal diferencia radica en que Google Assistant funciona.
Se agradece que LG haya optado por un asistente probado y no por colocar uno armado a la rápida. Ahora, para ser justos, ni Google Assistant ni Google Lens son funciones exclusivas de este teléfono, más bien pertenecen a todos los Androids modernos, pero el tener un botón dedicado lo hace más visible y no solo un tip que pasa de mano en mano.
Y luego está la cámara.
La cámara es de foco dual, de 16 MP cada lente en la parte trasera y 8 MP en la parte frontal. Al elegir el modo de Inteligencia Artificial, el equipo es capaz de reconocer 19 tipos de escenas diferentes y adapta las fotos a la mejor manera posible. Para mucho es un modo automático glorificado, pero de que funciona, funciona. Lo malo, es que se trata de un modo aparte de la cámara normal, y hay que seleccionarlo para que funcione, cuando la gracia de la Inteligencia Artificial es que opere sin darnos cuenta.
El rendimiento de la cámara, eso si, con o sin Inteligencia Artificial, pasa la prueba. Los colores tienden a mostrarse más cálidos de lo que son realmente, lo que queda demostrado en esta foto de los amiibos, donde Mario aparece más bronceado que de costumbre, pero de todas formas luce gran detalle.
Las fotos con poca luz también son bastante buenas en cuanto a luminosidad, aunque se pierde bastante detalle sobre todo en el fondo.
Aunque para eso, hay una solución. Tal como en el G6, el G7 ThinQ tiene uno de los mejores usos de una cámara doble en el mercado: la creación de fotos en formato amplio, combinando la calidad de ambos lentes. Así, si bien la foto se ve menos luminosa, si se ve más nítida y a la larga, entrega un mejor resultado en fotos panorámicas sin tener que mover la cámara. Las fotos wide siguen siendo por lejos, el mayor atractivo que ha hecho la compañía.
Lo mismo con las cosas que se pueden hacer con el foco manual en el modo profesional. El foco de la cámara, de apertura 1,6, es uno de los que mejor he visto funcionar en su segmento, sobre todo porque no necesita que el objeto esté demasiado cerca para funcionar. Es de los mejores efectos de desenfoque natural -sin software- que he encontrado este año.
Y lo cierto es que hasta ahora, el teléfono se comporta como lo que es: un equipo de gama alta, sin mucha pretensión pero que funciona con todo lo que tiene que funcionar. El problema está en cuánto tiempo puede mantenerlo. LG optó por una batería de 3000 mAh, en una industria que por el nivel de uso de estos equipos, ya debería adoptar los 3500 como estándar.
El resultado de esto es un teléfono cuya batería no es tan confiable como uno espera. Dosificando el uso, es posible hacer que dure todo el día, o al menos llegar a la casa con un 20% por ejemplo, pero eso es sin contar juegos, ni llamadas prolongadas ni usar el equipo con su máximo brillo, algo que querrás hacer porque los colores de la pantalla también se ven algo opacos.
Por suerte, la tecnología de carga rápida que trae hace que tampoco sea mucho tiempo el que necesites para recargar tu equipo, pero siento que la batería va en contra de la razón principal por la cual uno opta por un teléfono de gama alta y no uno de gama media: para usarlo más que el promedio.
De nuevo: nunca me quedé sin batería en el medio del día, pero si tuve que andar con la urgencia que significa no estar en la casa con números bajo 20%.
En definitiva, el LG G7 es un teléfono de gama alta que no lo aparenta, pero que dejará conforme a quienes lo tengan, siempre y cuando cuenten con algunos minutos de carga en medio del día. Es un teléfono honesto en su propuesta y eso es raro en una industria que suele inflar sus expectativas, y por lo mismo, tampoco hace mucho para convencer a quienes siguen a otra marca para cambiarse LG. Sus fanáticos, en cambio, estarán muy contentos.
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