La nueva serie basada en Perdidos en el Espacio, estrenada por Netflix durante el fin de semana, es ante todo un claro intento por reinventar la clásica serie de televisión de la familia Robinson para una nueva generación, engullendo el concepto general para reciclar, recomponer y hacerlo brillar lejos de sus orígenes de cartón piedra.
Atrás queda el concepto del clan perfecto que representaba el sueño americano, el villano manipulador que terminaba siendo risible, los elementos de comedia y el robot con diseño anticuado que marcaron a la apuesta de la década de 1960. Olvídense de eso y den paso a una núcleo de relaciones mucho más disfuncional, en un drama espacial que sigue la idea de sobreponer un problema mortal tras otro en sus primeros episodios.
Sumen en el camino a una villana que no es lo que parece y un robot cuya apariencia lo apega más a la idea de un hijo alienígena de Iron Man, lo que les dará los principales componentes de esta primera temporada de la versión 2018 del clásico kitsch de ciencia ficción. Y claro, lo que menos quedó fuera es la frase "peligro Will Robinson, peligro".
Si la película de 1998 con su mal CGI presentaba un esquema muy apegado al clásico, en esta nueva adaptación televisiva de la creación de Irwin Allen siguen la idea general, pero también cambian varios elementos de aquella base que incluía a Los Robinson, el saboteador doctor Smith, el mayor West y el robot, quedando con su nave - El Jupiter 2 - a la deriva tras un ataque que los desvía de su misión rumbo a Alfa Centauri. En el camino dan planetas, razas alienígenas y elementos que se volvían cada vez más disparatados.
En esta nueva serie, Los Robinson son solo uno más de los colonizadores espaciales que deben abandonar una Tierra moribunda, en búsqueda de un borrón y cuenta nueva en sus vidas. Una vez que al interior de la nave madre surge el caos, ya que una amenaza alienígena libera a un robot que comienza a asesinar a todos los tripulantes, los sobrevivientes terminan atravesando un vórtice espacio-temporal que los transporta a un rincón desconocido del universo. Están perdidos, en el espacio, sin opción aparente de llegar a su destino.
A partir de ahí, la serie, con un nivel de producción bastante importante, sigue la idea de centrarnos en Los Robinson, dándole un giro a cada personaje mientras enfrentan no solo la caída en un nuevo planeta,sino el colapso de su nave en una gélida montaña y los problemas físicos que genera el choque inicial. Maureen, la matriarca, es ahora la líder de toda la expedición. Ella es una científica que tiene claro lo que quiere para cada uno de sus hijos, pero que constantemente se ve marcada por los problemas con su esposo, John, un soldado que prefirió pasar más tiempo en misiones salvando al mundo que estar en su propia casa.
Sumen a Judy, la hija afroamericana que es fruto de un matrimonio anterior de Maureen, que comienza como una aventurera y exploradora, pero que a raíz de un incidente inicial comienza a sufrir estrés postraumático. Le sigue Penny, la hija del medio que siempre busca hacer más de lo que supuestamente debe hacer y no sabe si hacerle caso a las ordenes de su madre o su padre, y por último está Will, el rol clave de la serie, el hijo menor que inevitablemente termina con un vínculo directo con el robot que causó el desastre.
Una vez que esta nueva Perdidos en el Espacio se enfoca en el grupo familiar, y les pone un problema de vida o muerte tras otro en el camino , la serie gana terreno. Pero inevitablemente surge una sucesión de misterios más cercanos a lo que fue Lost, lo que abren el abanico de posibilidades.
Aún así, los problemas familiares justifican la ruta que se decide tomar esta historia una vez que los Robinson buscan contactar a su nave madre, se topan con otros sobrevivientes, incluido un Don West que es un mecánico que también tiene su propio negocio de contrabando de licor para el nuevo mundo, y se dan cuenta que el planeta al que llegaron es mucho más peligroso de lo que esperaban.
Pero sin duda el rol que más brilla es el de Parker Posey, quien interpreta a la nueva versión del Dr. Smith, representa probablemente el mayor problema de todos. En vez de ser una manipuladora que trabaja para el bando enemigo, aquí termina convertida en una sobreviviente que busca a como de lugar encontrar la vida que cree merecer.
Esta nueva Smith miente de forma descarada, traiciona inclusive a su propia sangre y, por ende, sigue varias de las características clásicas del villano original, pero con la distinción de que ahora sí que no tiene respeto por la vida humana, salvo la suya. Y la gran gracia es que todo lo hace transmitiendo un aura de desamparo y debilidad que le permiten enterrar el cuchillo cuando nadie lo espera.
El resto, sin embargo, no es tan novedoso y quizás esa sea la gran contra de esta nueva serie que llega precedida de recientes sólidas apuestas como Star Trek Discovery que sí proponía conceptos de ciencia ficción reinventados de forma mucho más fresca. No solo eso, está la existencia de algo como Battlestar Galactica como antecedente de remakes que sí daban un giro revitalizador a viejas ideas.
La primera temporada, en definitiva, sirve como un tentempié de lo que potencialmente podría concretarse en una segunda temporada que ya está en desarrollo. Pero el problema de ideas como esas es que se olvidan de sopesar el ahora, que es lo relevante. Esta nueva versión, en lo que plantea, se instala como un interesante reinvención, pero que comienza a perder el norte una vez que surgen otros humanos en el camino, no mantiene el tono de sus primeros episodios y poco a poco los choques de relaciones o la propia creación de este nuevo mundo pierden terreno ante las intrigas a medio cocinar.
Pero sea como sea, esta nueva Perdidos en el Espacio es mucho más satisfactoria que la película de 1998, que se desperfilaba una vez que en el medio metía paradojas espacio-temporales en su historia, y eso era lo mínimo que se podía esperar. Tienen la base y lo que les resta es mejorable, especialmente por los caminos que abre el final de su primera temporada.