En 2018, Insomniac Games concretó el lanzamiento de un videojuego brillante que rescataba como ningún otro a la esencia de Spider-Man.
Cinco años después, el estudio ahora concretó la presentación de una secuela que saca partido a toda su experiencia previa con el título anterior, y el posterior spin-off centrado en Miles Morales, para expandir aún más la labor superheroica y las piruetas imposibles para salvar a Nueva York.
El resultado de ese esfuerzo es un videojuego que potencia la posibilidad de hacer uso de dos Spider-Man, agregando nuevas zonas al mapa de la Gran Manzana, generando secuencias de batalla aún más espectaculares o añadiendo en el camino una historia tan explosiva como la inclusión de Venom o el peligro que representa el cazador Kraven.
Claro que por cada plus que entregan esos explosivos añadidos, el videojuegos también peca por la imposibilidad de ser tan compacto como los dos videojuegos anteriores. Al ser más grande y explosivo, indudablemente algo se perdió en el camino en términos de consistencia, generando que esta secuela se defienda por su consistente gameplay, pero quede al debe con aspectos secundarios tanto de narrativa como de misiones. Algunas de estas últimas quedan relegadas al campo del relleno.
Si bien previamente ya había quedado establecido la impronta propia que sacó partido a las habilidades particulares de los héroes arácnidos, esquivando y conectando combos como un ballet, además de generar una evolución de trucos que expande las posibilidades en cada batalla, este nuevo juego en el fondo no busca reinventar la rueda.
Lo suyo es tomar la espectacularidad del juego anterior y llevarlo al siguiente nivel, especialmente en lo que concierne a las batallas con los carismáticos jefes que conforman la galería de villanos de Spidey.
Sin embargo, en ese andar también surgen algunas mermas. Por ejemplo, hay momentos en que el tándem de Peter y Miles debe entrar en acción, atacando enemigos al mismo tiempo de forma espectacular, pero estos sienten como una extensión que no resuelve bien el hecho de que esta es completamente una experiencia para un único jugador. Quizás otro gallo habría cantado si de alguna forma hubiesen ingeniado la integración de algún aspecto multijugador para hacer uso de los dos Spider-Man que aquí son convocados.
Más allá der aquello, los aspectos de individualización de los personajes es sin duda el mejor aspecto del videojuego. La caracterización de Peter, y sus clásicas trancas a raíz de su relación con Harry, además del hecho de que Miles sigue sin sobreponerse del todo al peso de la muerte de su padre, sus deseos de venganza o el propio sentimiento de opacarse ante la figura de Parker, dan un excelente fuelle al drama de la historia que siempre debe estar cuando de Spider-Man se habla. En ese sentido, Insomniac Games sigue haciendo un excelente trabajo para entender al héroe arácnido.
Todo se expande una vez que Peter, tal y como se puede anticipar cada vez que Venom es un componente, entra en acción con los aspectos simbiontes de la historia. Su estilo más agresivo se va complementando a la propia experiencia que se genera con los poderes eléctricos de Miles, generando un foco mayor en los combates masivos que en las situaciones de sigilo que dominaron a los otros juegos. Más aún, esas misiones son un poco menos recurrentes que en el pasado, aún cuando uno igual pueda hacer uso de la habilidad de invisibilidad de Miles o escabullirse por los escenarios con toda la magia de los webshooters.
Aquél foco en los combates masivos también permite encontrar una mayor variedad de enemigos, lo que queda claro desde el primer enfrentamiento contra las fuerzas de Kraven, añadiendo así enemigos con armás más letales, drones de ataques más molestos e inclusive cazadores que se vuelven un peligro mayor que los meros clones con bates y pistolas que caracterizaron a la escalada criminal del juego anterior.
Las novedades también tienen relación con la forma de desplazarse, pues saltar a través de los rascacielos o agarrar las ráfagas de corredores de viento para lograr impulso con las alas, es lo que termina entregando más dinamismo al desplazamiento de un mapa que de por si es mucho más grande que en los juegos anteriores. Y como suele suceder, termina primando la idea de que más grande es mejor.
Pero, por el contrario, aspectos secundarios como las misiones no centrales llevan al juego hacia dinámicas demasiado previsibles. Ir a un lado, desbloquear la tarea, ejecutarla y fin, vamos a la siguiente en un loop de misiones que a veces se sienten en extremo repetitivas. Claro, ese es un peso que cargan muchos videojuegos, y que en Ubisoft han explotado para matar algunas franquicias en el aburrimiento de lo interminable, pero al menos Spider-Man 2 es lo suficientemente divertido como para aquello no sea un peso en contra.
Para ir terminando, y más allá de los aspectos de gameplay, o la propia configuración de la experiencia, lo realmente destacable es que el equipo de Insomniac Games sale adelante al sacar partido a una historia que avanza en pro de sus personajes y la idea de que la suerte Parker siempre debe reflotar en el momento más inesperado. Es decir, que aún con todas los peligros de la acción, la vida personal de Peter, y también la de Miles, no están ajenas a su acción como superhéroes. Y esa es una clave que nunca debe faltar y que aquí logra hacerse presente para que nos importe aún más su historia.
Por eso, más allá de que algunos aspectos queden al arbitrio del “esto ya está demasiado visto”, como sucede con las misiones secundarias, la expansión que propone Spider-Man 2 termina saliendo adelante por la emotividad de su historia, lo explosivo de sus momentos blockbuster y lo excelentemente ajustado que está su dinámica del sistema de combate. Esos aspectos logran llevar al juego al terreno de lo asombroso. Y considerando lo que siempre ha sido Spider-Man, eso lo separa del resto.