Las reimakuelas - películas que funcionan como reinicio, remake y secuela a la vez - son pan de cada día desde que Jurassic World revivió a la franquicia de los dinosaurios digitales en 2015.
Star Wars: The Force Awakens, Jumanji: The Next Level, Space Jam: The New Legacy y Ghostbusters: Afterlife son ejemplos de este tipo de producciones regurgitadas, que tienen en común algo generalmente ineludible: como cargan una mochila de nostalgia gigantesca, la cual sirve de cebo esencial para atraer a las audiencias, rara vez logran pararse por cuenta propia.
Sin embargo, lo anterior no ha importado y las audiencias han tragado ese alimento corporativo. Y tanto éxito han tenido, que año a año la cartelera recibe a estas ideas poco sustanciosas impulsadas por el empuje de los comités.
En ese escenario, Matrix Resurrecciones funciona como una reimakuela de tomo y lomo, pero lo hace instalándose de una forma nunca antes vista. Toma el legado, lo revalúa, lo utiliza y lo despoja de una mirada paternalista de un comité de estudios para crear algo que impulsa a la saga hacia una nueva oportunidad. Quizás por eso también es seguro que dividirá audiencias, generará quejas y quizás hasta llantos con puños levantados hacia el cielo.
Pero en lo que a mi respecta, no puedo sino valorar y abrazar el hecho de que película avancen por una ruta completamente diferente a las otras previamente mencionadas y que también entienda lo más importante: nunca podrán replicar lo que hizo la película original. Ni aunque encuentren a un nuevo “bullet time”.
El equipo comandado por Lana Wachowski lleva a cabo lo anterior de la mano de una serie de elementos meta que rompen la cuarta pared. Estos nos hacen cuestionar a cada minuto lo que estamos viendo. ¿Es esto una secuela? ¿Existieron las películas originales? ¿Se sitúa en un análogo de nuestro mundo real en donde la Matrix es solo una creación de un diseñador de videojuegos? ¿Qué demonios está en juego en esta ocasión?
En ese sentido, más allá de que todas las preguntas sean respondidas, la nostalgia es utilizada como un motor creativo que analiza a las producciones impulsadas por un deseo corporativo. Mal que mal, esta es una película que cuenta con una línea de diálogo que dice: “nuestra querida compañía matriz, Warner Bros, ha decidido hacer una secuela a la trilogía con o sin nosotros”.
En segundo lugar, Matrix Resurrecciones también pone su propia visión artística en perspectiva, sin dejar de lado a los elementos narrativos, contextuales y discursivos que impulsaron a que las películas anteriores creasen uno de los mundos cinematográficos definitivos de la era de los efectos digitales.
Tal como lo decía Morpheus en la película original, nadie puede decirte lo que es Matrix Resurrecciones, ya que tienes que verla por ti mismo. Por eso entrar en detalles de la historia no tiene mucho sentido, ya que esta dependerá de tu propia experiencia previa.
Si no visto ninguna de las películas anteriores, probablemente quedarás muy perdido con los detalles, los elementos meta y aquellos que se recuperan desde cada rincón de esta saga, pero al menos verás “al actor de John Wick” en una historia romántica sobre batallar a la opresión, con elementos que trazan líneas con la discusión contemporánea de las teorías de conspiración al servicio del poder, y cómo existen lazos que no se pueden cortar ni siquiera a balazo limpio.
Si has visto las entregas anteriores, y especialmente las tienes frescas en tu memora, disfrutarás de cada guiño, cada relleno de los vacíos y la forma en que las películas anteriores son rescatadas sin menoscabo alguno. Esta es una extensión de la saga, pero no de una forma calculada, previsible ni menos definida por la gente de marketing.
Lo anterior se refleja por el hecho de que aunque existen escenas de acción, el interés narrativo está en otro lado: la necesidad de reunir una vez más a Neo y Trinity, como la relación que permitió la existencia del elegido, que profecías fuesen cumplidas y que el sueño de la paz fuese alcanzado.
Pero esta también es una película en la que hay un personaje llamado Chad, interpretado por Chad Stahelski, doble de acción de Keanu Reeves en las películas originales de Matrix y director de la saga de John Wick. Es decir, está plenamente consciente del lugar en el que está situada en términos de la cultura pop y además afronta el desafío de contar algo transgresor ante un entorno en donde las ideas regurgitadas son habituales.
Matrix Resurrecciones es una reimekuela, pero es todo lo que estas nunca han sido. No está a la altura del original, y no logra mantenerse siempre al mismo nivel, quizás reflejando que a esta mesa creativa le falta la pata que representaba Lilly Wachowski.
Inclusive se puede decir que el cover de Wake Up realizado por Brass Against, y que es parte de los créditos finales, es un fiel reflejo de que está película asume que su lugar siempre estará a la sombra del original y que nunca logrará replicar la fuerza de su ira contra la máquina. Pero de todas formas, esta cuarta película termina reclamando su lugar como una justa heredera de Matrix, sus secuelas y el big bang creativo que se generó a partir de 1999.
Matrix Resurrecciones está en cines a partir de este miércoles 22 de diciembre.