Review | Miitopia: Lo importante es que las risas no faltaron

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Las herramientas para crear y compartir Miis son lo que dan vida a lo que, de otra forma sería a lo más un juego móvil al cual dedicarle unos cuantos minutos de tu día.


Piensa en un juego de Nintendo, en cualquiera que te gustaría ver hecho como un remake o un remaster. Cualquiera. Ahora piensa en otro. Y en otro. Y en otro.

Piensa en 10 juegos de Nintendo que la compañía debería tomar y modernizar para lanzar en la Nintendo Switch, su consola más popular en mucho tiempo. ¿Tienes la lista? Bueno, ahora ¿En qué lugar de esa lista está Miitopia? Si la respuesta a esa pregunta es ¿Y por qué tendría que haber estado?, bueno, bienvenido al club.

Miitopia para Switch es un remasterizado directo de la versión de 3DS que fue lanzada hace cinco años. Es en términos de mecánicas, contenido y estructura el mismo juego que vimos en la portátil: un RPG básico, que raya a veces en la parodia del género y cuya principal gracia es que es totalmente personalizable gracias al uso de los Miis, los avatares propios de Nintendo que debutaron con la Wii.

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Así que con eso ya podemos empezar a filtrar el público al cual pretende llegar este juego. Si tuviste el de la 3DS y te gustó demasiado, bueno, acá vas a poder experimentar lo mismo con mejoras particularmente en el apartado gráfico. Si lo probaste y no te gustó, este tampoco hará la diferencia y si no lo probaste y quieres saber de qué se trata, entonces sigue leyendo.

La premisa de Miitopia es muy sencilla: Un hechicero malvado llega a Miitopia, la tierra de los Miis, y comienza a robarle los rostros a sus habitantes para colocárselos a sus aliados y así hacerlos más fuertes. Nuestra labor será viajar por toda esta tierra conociendo particulares personajes e historias estrafalarias hasta poder derrotar al enemigo. Eso, nada más.

Ahora bien, la gracia del juego es que todos sus personajes, desde el protagonista hasta el hechicero, pasando por los habitantes de las aldeas, tus aliados de combate, reyes, princesas y seres divinos que te encuentres en el camino son todos personalizables. Todos.

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Y allí radica principalmente toda la gracia, el encanto y el absurdo de Miitopia: es literalmente el lugar donde los crossovers más ambiciosos de la historia cobran vida. Puedes usar a tu familia, a tus amigos, rostros de la TV y personajes de otros videojuegos como parte del cast y todo a tu manera. En el primer pueblo, por ejemplo, había una pareja de enamorados -que se la asigné a Cloud y Aerith- un guía que fue Benni y Rick Sánchez, por nombrar algunas cosas.

Por supuesto, para lograr esto primero hay que crear estos Miis y lamentablemente, a diferencia de la Wii, la Wii U y la 3DS en donde sí había muchos juegos y excusas para crearlos, en la Switch la verdad es que son muy pocos los juegos que toman ventaja de estos personajes. De hecho, al llegar a probar este juego me di cuenta que en mi consola solo había un Mii: el mío. Y me preocupé.

Hay formas de pasar Miis desde una Wii U o una 3DS a la Switch, pero requiere tener muchos amiibos, registrarlos y luego pasarlos. Una lata. Y es raro que no haya otra forma de hacerlo en la era de los códigos QR. Y para ser sinceros, sin miis personalizados el juego no tienen ningún brillo. En serio, simplemente no vale la pena.

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Por suerte, Nintendo fue precavido e hizo dos cosas muy especiales. Primero: Cambió todo el sistema de personalización de los Miis dentro de Mitopia con un sistema llamado “Máscaras y Pelucas”, en donde puedes hacer, literalmente, lo que quieras con las caras de los Miis. Desde Pixel Art hasta personajes de Anime, con un editor sorprendentemente robusto y sin ningún tipo de derecho de autor.

Este editor es quizás la única razón por la cual vale la pena este remaster, ya que eleva la creatividad hacia el extremo. Puesto es las manos correctas, el editori puede sacar resultados increíbles que van a añadir aun más locura a tu aventura.

Ahora, obviamente tampoco tenía tiempo para ponerme muy artístico, pero curiosamente Nintendo ya había pensado en eso. Hace un tiempo la compañía lanzó una demo de Miitopia, la cual contaba con acceso a unos pocos niveles pero al editor de Miis de forma completa. Todos estos Miis podían crearse y guardarse para cuando se lanzara la versión final y, a través de códigos, podían compartirse por Internet.

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Así es como de la nada, el juego se llenó de cientos, por no decir miles de personajes creados por gente infinitamente más talentosa que uno, y ya sea viendo lo que han subido tus amigos o usando códigos que están fácil de encontrarse en Reddit, Twitter o YouTube, pude empezar a armar mi loca aventura.

En cosa de minutos, ya tenía mi equipo de guerreros conformados por Tingle, Hatsune Miku, el Chavo del 8 y Yo. Y de la nada el juego comenzaba a mostrar su encanto.

Y estos Miis son los que finalmente le dan vida a una aventura que es totalmente genérica y conocida, pero al poder modificarla a tu propio gusto, se convierte en un relato propio y único. Un ejemplo: Una de las primeras aventuras del juego consiste en un triángulo amoroso entre una princesa y dos príncipes de otros reinos. El favorito del rey es obviamente el más antipático, y a quien quiere la princesa es cobarde pero de buen corazón. Una historia que se ha contado una y mil veces, pero que acá pude personalizar colocando al Príncipe Boric y el Príncipe Jackson disputando el amor de la princesa Vallejo.

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Esa fue mi versión del juego, pero claramente otros podrán hacer otros relatos con sus shipeos de series, con sus amigos, familiares o actores favoritos. Y aunque sigan apareciendo historias sencillas como un genio que se escapa de una botella, la gracia de Miitopia está en encontrar los personajes perfectos para tu historia y si no están, poder crearlos tu mismo.

Y es que es precisamente este nivel de personalización y de culto al absurdo lo que hace que Miitopia destaque a pesar de ser un RPG extremadamente light y lleno de automatización. Hablamos de un juego creado originalmente para una portátil, para jugarse con sesiones cortas y además, para un público masivo, por lo que las mecánicas de juego se redujeron a lo más mínimo.

Y cuando digo mínimo no estoy usando la palabra a la ligera. El nivel de control que tienes sobre los personajes mientras exploras es prácticamente nulo.

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En lugar de un mapa abierto, Miitopia cuenta con una estructura de niveles y mundos en donde seleccionas una etapa y los personajes comienzan a caminar solos en línea recta mientras esperas que ocurra un combate o un evento al azar, que puede entregarte ítems o encontrar rutas ocultas para que tus personajes sigan peregrinando sin parar.

Las peleas también son la mayoría del tiempo automáticas. No solo hablamos de un sistema de pelea bastante rudimentario con ataques, magias e ítems, sino que solo puedes controlar directamente a uno de los 4 miembros del squad: al protagonista. Tus otros 3 compañeros atacarán automáticamente y tomarán decisiones que por lo general son las correctas y adaptadas a cada uno de los trabajos que puedes asignar (desde los clásicos guerreros o sacerdotes, hasta cosas más alocadas como gatos o cantantes).

Este diseño en piloto automático del juego no sería tan molesto si, además, el juego no fuera tan fácil. Aunque más que fácil, diría que no hay riesgos en lo que haces. Esto porque cada vez que terminas una de estas secciones automáticas de exploración, llegas a una posada donde recuperas toda tu vida, todo tu daño y vuelves a empezar. Entonces, si cada etapa del juego viene con 2 o 3 encuentros con monstruos, interrumpidas solo por conversaciones y eventos al azar, y al final de ellas sabes que vas a recuperar todo, entonces prácticamente no hay desafío.

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Aun así, en la posada es donde ocurre la mayor cantidad de decisiones que puedes tomar en el juego: puedes alimentar a tus personajes para aumentarles sus habilidades, comprarles ítems para fortalecerlos, modificar su estética -e incluso reemplazarlos- y lo más importante: crear relaciones entre estos personajes. Porque en Miitopia, casi tan importante como subir de nivel a tus guerreros y equiparlos con buenas armas es hacer crecer sus relaciones personales.

Tomando prestado el sistema de Tomodachi Life, en Miitopia tu puedes hacer que tus personajes vayan subiendo en su nivel de relación personal: de conocidos a amigos, de amigos a compadres hasta ser inseparables prácticamente, y esto a través de eventos aleatorios que ocurren en el mapa, pero también usando cupones de citas que llevarán a tus personajes a diferentes lugares como el café, el cine, la playa o el río.

Cada uno de estos cupones viene asociado a un sketch, el cual luego subirá el nivel de confianza de tus personajes. Además, puedes hacer que diferentes parejas compartan habitación, lo que también hace que su nivel de relación suba. A mayor amistad, más van a intervenir los personajes en las peleas, con efectos como desde darse ánimo para atacar más fuerte, avisarse de ataques para esquivarlos e incluso sacrificarse para recibir el daño antes.

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Y este sistema, debo decir, lo encuentro increíblemente bueno, ya que convierte un montón de efectos que en un RPG normal ocurren con hechizos, items poderes, en habilidades muy humanas y orgánicas, que terminan siendo graciosas sobre todo cuando las ves por primera vez. Por otro lado, lamentablemente estas relaciones solo se expresan dentro de las peleas y no tienen ninguna importancia en la historia ni en un relato improvisado que en realidad va solo por cuenta de la imaginación del jugador.

Lo más inesperado que ocurrió es que algunas veces los personajes se peleaban o se ponían celosos unos de otros con lo cual dejaban de ayudarse dentro de la batallas, pero son efectos que no duran demasiado.

Al final lo que a uno le da más rabia como jugador experimentado es ver como estas mecánicas podrían haberse aprovechado mucho mejor en un título más desafiante. Si al final es lo mismo que sistemas como los Social Links de Persona, pero aun más profundos, ya que son más niveles de amistad, desbloqueas más habilidades y además puedes influir en las relaciones de los otros miembros del equipo e incluso con tu caballo, otro de los elementos que trae el juego y que solo sirve para tener una especie de miembro de soporte en el squad y que el 99% de quienes lo jugarán lo pondrán de color café y pelo blanco para llamarlo Epona.

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De todas formas, igual el juego introduce ciertos giros que reinician el ciclo de dificultad en algunos puntos y ciertos enemigos que tienen ataques muy exagerados, lo cual hace que uno recupere de cierta forma el interés por la parte del juego, pero a esta altura ya deberíamos darnos cuenta que Miitopia no es un juego tradicional.

Porque a pesar de todos los reclamos que uno pueda tener, también es cierto que un juego así de liviano es refrescante en un mundo lleno de títulos que te exigen horas y horas de tu día, hacer misiones diarias y explorar vastos mundos para grindear ítems y farmear experiencia. Miitopia es, a pesar de ser un juego de hace 5 años, una propuesta fresca para quienes no lo pudieron jugar en su formato original.

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Tu experiencia con Miitopia dependerá exclusivamente de la cantidad de tiempo que estés dispuesto a gastar creando tus propios Miis o buscando los que ya se han hecho dentro de los miles de códigos que ya pululan por Internet y ver las escenas ridículas e inesperadas que el juego puede brindar.

Como RPG es un título totalmente olvidable, pero como ejercicio creativo, colorido e incluso me atrevería a decir, con reverencia al shitposteo, Miitopia es un juego que recordaré por las infinitas risas que me trajo el único juego que me permite montar al Chavo del Ocho en un caballo que tras atacar, lanza su grito de guerra: “Fue sin querer queriendo”.

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